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Vicente Beltrán Anglada


"Que el contenido les sea útil y pueda servirles de inspiración en el intento supremo de sus respectivas búsquedas, es nuestra más humilde y sincera plegaria..."
-V.B.A
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Los Angeles en la Vida Social Humana


CAPÍTULO IV

LOS DEVAS Y EL CUERPO ETERICO HUMANO


El tema del cuerpo etérico, o doble etérico, tal como se le reconoce también en los tratados esotéricos, es de gran interés para el cualificado investigador de las ciencias ocultas, ya que es a través del mismo que las energías solares y planetarias se proyectan sobre todos los cuerpos físicos de la Naturaleza y les infunden vida, calor y movimiento. Todas las energías del Universo son etéricas, es decir ígneas (1) y vienen impregnadas de las peculiaridades distintivas del Logos Solar. Al incidir estas energías sobre nuestro planeta evocan una respuesta de parte del Logos planetario, Quien, después de apropiarse de su contenido vital para dinamizar su Esquema Terrestre, les infunde sus propias y distintivas cualidades y las transmite al planeta, creando asimismo las condiciones adecuadas de vida, calor y movimiento. Existen pues en la Tierra, y probablemente en algunos otros planetas de este Sistema solar, tres tipos específicos de energía como base de su particular vida orgánica y celular. La una tiene carácter solar ya que procede del Sol, centro de vida del Universo, la otra es de tipo lunar y la tercera, que surge del equilibrio entre las dos primeras, es una particular emanación del propio Logos terrestre y puede definírsela por tanto como energía planetaria.

Buscando la analogía, podríamos decir que sobre el vehículo etérico del ser humano convergen asimismo dos tipos de energía, solar una y lunar la otra, constituyendo la primera un enlace con lo espiritual y respondiendo la otra a los imperativos de la existencia material. Del centro de ambas actividades o energías en acción surge la expresión natural del yo psicológico o personalidad humana, siendo esta energía la correspondencia analógica de la que manipula el Logos planetario. A esta energía etérica personificada o particularizada se hace precisamente referencia cuando hablamos del cuerpo etérico humano, el cual constituye un bien definido campo magnético que le permite establecer contacto con el campo magnético de todos los demás seres humanos, creando la vastísima esfera de relaciones sociales que condiciona su íntima y personal evolución. Así, el entero campo de expresión de la vida en todas sus infinitas zonas de proyección es ETERICO, variando únicamente las condiciones que determinan que el cuerpo etérico o campo magnético que rodea y compenetra a todos los seres y a todas las cosas, sea más sutil o más denso, dependiendo su cualidad vibratoria del grado de evolución alcanzado. Explicada la idea del cuerpo etérico y del aura magnética que establece alrededor del cuerpo físico denso podríamos establecer ahora la siguiente tabla de analogía:

Vista esta analogía de acuerdo con los razonamientos precedentes, vamos a identificar ahora a las tres jerarquías de DEVAS etéricos cuya misión es acumular, canalizar y distribuir las energías que en su totalidad constituyen el vehículo etérico de los seres humanos:


a. Una jerarquía dévica de evolución superior a la humana, tiene la misión de acumular las energías etéricas de vida procedentes del Sol. Tales Devas, a la vista del observador esotérico cualificado, aparecen como destellos ígneos de un intensísimo, esplendente y brillante color dorado. Así, en literatura esotérica tales Devas son definidos como los Señores de la Luz Dorada y también como los custodios del Prana Solar.
[Ver capítulo siguiente: La Actividad de los Devas dorados.]

b. Otra categoría de Devas etéricos, asimismo de gran evolución, tienen como propósito de sus vidas asimilar las energías solares y después de bañar con ellas -si podemos decirlo así- las cualidades íntimas del Logos planetario, las proyectan sobre el aura etérica del hombre y le infunden calor vital, una expresión del fuego solar al incidir sobre el campo magnético de cualquier cuerpo planetario. A la visión del observador esotérico tales Devas aparecen bajo distintos matices del color violeta, cuyo brillo y luminosidad varían de acuerdo con su propia evolución y según sea el desarrollo espiritual de los seres humanos con los cuales entran en contacto. Tales Devas constituyen ocultamente el aura de salud del hombre y crean definidamente el campo magnético o circulo de expansión etérica dentro del cual realiza éste el proceso de su evolución física.

c. Hay todavía otro tipo de Devas, llamados esotéricamente los Señores de la Radiación Magnética, cuyo cometido en la vida de la Naturaleza es unificar las energías solares y las planetarias y dotar de forma adecuada al vehículo etérico de los seres humanos, una forma dinámica y radiante sobre la cual será estructurado el cuerpo físico denso. A este tipo de Devas suele denominárseles también ocultamente los Impulsores del Movimiento, siendo esta denominación muy correcta, habida cuenta que el necesario equilibrio y la adecuada distribución de las energías del fuego solar y del planetario, debe realizarse por medio de la traslación o movimiento de los fuegos dentro del organismo físico, dinamizando el proceso de unificación etérica de los NADIS, contraparte etérica del sistema nervioso en sus dos vertientes, cerebro espinal y neuro vegetativo, con el de la circulación de la sangre que da vida al proceso hormonal. El movimiento que surge de la incidencia del fuego creador de la Naturaleza sobre el vehículo físico es un agente kármico, relacionado con las capacidades de absorción de Prana solar y planetario por parte del Ego en proceso de encarnación física. Los Devas Impulsores del Movimiento son de color gris azulado y según sea su evolución o capacidad vibratoria, variarán la intensidad, pureza y brillo de los colores de sus refulgentes auras, es decir, que serán de tonalidad casi enteramente gris, y por tanto con menor movimiento y capacidad de distribución y traslación, o enteramente azules, de un intensísimo azul celeste con brillantes resplandores, si se trata de introducir energía solar o planetaria en los vehículos etéricos de las individualidades más avanzadas de la Raza.


La vida, el calor y el movimiento reflejan en los niveles etéricos del Sistema las cualidades íntimas y esenciales que provienen del Espíritu, del Alma y de la Personalidad humana, siendo el vehículo etérico del hombre el centro de incidencia de todas las energías planetarias, solares y extrasolares que constituyen el vastísimo Esquema de Evolución de todos y cada uno de los Reinos de la Naturaleza en proceso de encarnación cíclica.
 


Los Devas Lunares

Entendemos por Devas lunares, dentro de nuestras investigaciones esotéricas, a todas aquellas numerosísimas huestes dévicas de tipo inferior, laborando misteriosamente dentro de la substancia material para construir las formas más densas en cada uno de los tres planos físico, emocional y mental del planeta. La tradición esotérica y mística transmitida a través de las edades por los verdaderos CONOCEDORES del mundo oculto, nos asegura que toda substancia material utilizada en nuestro planeta es de origen lunar y es un legado histórico que los PITRIS, o grandes Adeptos lunares, transmitieron a la Tierra hace muchos millones de años en respuesta a ciertas necesidades planetarias en orden al proceso general de la evolución solar. Lo cierto es que desde incontables edades nuestro Logos planetario viene utilizando aquella substancia material -carente de principio creador- prefabricada, si podemos decirlo así, durante el largo ciclo de la evolución lunar, siendo aquel legado histórico o herencia kármica, uno de los principales fundamentos de la evolución de los Reinos inferiores de nuestro mundo, es decir, el mineral, el vegetal, el animal y de los cuerpos físico, astral y mental inferior o concreto del Reino humano. Se nos dice esotéricamente al respecto que con la oleada de vida material o substancia lunar, vinieron también una considerable cantidad de devas lunares los cuales habían terminado completamente su misión en nuestro satélite y debían iniciar aquí en la Tierra un nuevo período evolutivo, siendo tales devas los que en nuestros estudios esotéricos sobre los Angeles denominamos los Agentes substanciadores de la Energía. Algunas de sus cualificadas jerarquías constituyen el ingente grupo de los elementales constructores a los cuales nos hemos referido abundantemente durante el curso de este Tratado.

Ahora bien, nuestra consideración esotérica acerca de los devas lunares deja abierta en las mentes el gran interrogante que más de una vez habrá intrigado a los sinceros investigadores del mundo oculto... ¿Qué es de la Luna en el momento presente? La Luna, tal como se sabe, es un astro muerto, siendo la prueba de ello -al menos dentro de las concepciones lógicas que surgen de la utilización del principio de analogía- que carece de rotación, siendo el movimiento de rotación un misterio que será resuelto en el curso de cierta iniciación planetaria. Una de las ideas que han podido ser captadas a través de la laboriosa serie de investigaciones esotéricas, es que la Luna carece de rotación o de movimiento individual e independiente porque en el centro de su masa de materia no hay FUEGO que la vitalice y dinamice, tal como ocurre con los demás cuerpos planetarios del Sistema en donde el Kundalini solar -el tercer aspecto ígneo de la Divinidad- hace sentir su dinámica presión. Así, pues, el hecho de que la Luna sea un cuerpo muerto la sitúa en nuestros comentarios esotéricos, siempre de acuerdo con el inapelable juicio critico de la analogía, en la posición de cualquier cuerpo orgánico muerto en la vida de la Naturaleza, es decir, que se halla en pleno proceso de desintegración. Tal desintegración -a igual que ocurre con todos los demás cuerpos físicos en ese estado- emite unas radiaciones negativas que afectan poderosamente su entorno, siendo nuestro planeta Tierra el más afectado por ellas, en orden a su proximidad y también por efecto de una misteriosa vinculación kármica.

Existen, como Uds. saben, ciertas previsiones planetarias desarrolladas por las naciones más cultas y civilizadas o con mayores medios técnicos a su alcance, acerca de lo que podríamos definir saneamiento de la ecología terrestre. Poco se realiza, sin embargo, en orden a lo que podríamos definir como ecología extraterrestre, la cual deberá ocupar un lugar preferente dentro de la atención mundial en el devenir de las próximas décadas, a medida que la Tierra se haga más sensible a las influencias cósmicas. Ahora bien, el problema que plantea nuestro satélite la Luna, siguiendo las directrices de una adecuada ecología extraterrestre, es de orden inmediato y no admite dilaciones. Hay unas definidas influencias negativas de la Luna sobre nuestro planeta, las cuales, observadas desde el ángulo esotérico, producen los siguientes resultados:

a. Incrementan la actividad de los devas lunares de todos los órdenes y jerarquías en la vida de la Naturaleza, así como la de aquellas otras criaturas dévicas planetarias situadas en el arco descendente o de la involución en nuestro mundo.

b. Activan poderosamente las condiciones nocivas de los gérmenes, virus y bacterias causantes de todas las enfermedades físicas planetarias, produciendo trastornos de orden general y ensombreciendo el aura de salud de la Raza que es la ofrenda universal de los devas dorados que transmiten energía solar.

c. Revitalizan a extremos insospechables las formas psíquicas o egregores negativos que gravitan sobre los ambientes planetarios, determinando enfermedades de tipo nervioso, altas tensiones emocionales y dificultades de integración mental en la vida psicológica de los seres humanos.

d. Estimulan la actividad de los obscuros devas grises del planeta, cuya misión es estructurar los vehículos físicos de las formas animales más densas en la vida de la Naturaleza, algunas de las cuales realizan su evolución en las regiones más profundas e inaccesibles de los océanos o en ciertos ignorados niveles geológicos del planeta. Estas formas de vida animal, gigantescos peces y monstruosos reptiles, completamente trascendidas desde el ángulo de la evolución del Logos planetario, constituyen un obstáculo evidente para la buena marcha de la evolución total en la vida de la Naturaleza.

e. Intensifican la corriente vibratoria que une a los devas lunares de más densa vibración con los devas planetarios de las sombras, responsables del miedo psicológico a lo desconocido, a la obscuridad, al proceso natural de la muerte y de las dudas humanas con respecto a la inmortalidad del alma.

f. Establecen y mantienen una constante sintonía entre las radiaciones negativas que se nutren de las substancias etéricas producidas por efecto de la desintegración lunar y las que provienen de los devas inferiores del propio planeta, los cuales se alimentan de la densa substancia etérica procedente de los cuerpos y organismos físicos fallecidos y en proceso de putrefacción o descomposición, dentro de las áreas físicas de la Naturaleza.


Démonos cuenta, al llegar a este punto, de la necesidad de que sean adoptadas prudentes e inmediatas medidas de saneamiento y de control de las adversas condiciones ecológicas del mundo. Una de ellas, la aparentemente menos nociva, pero que ocultamente es la más perjudicial, tiene que ver con el fenómeno físico de la muerte y sus posteriores consecuencias en el orden ecológico ambiental, siendo la cremación de cadáveres, esotéricamente hablando, la técnica más perfecta y conveniente para liberar los despojos mortales, ya sean de personas o de animales de la acción condicionante del karma físico, por cuanto permite la rápida liberación de elementos dévicos que operan sobre la substancia material y que, lógicamente, se hallan presentes durante el proceso de desintegración de la misma, de ahí que será sagrado -desde el ángulo oculto- el día en que la humanidad como un todo se decida inteligentemente por el método de cremación o de incineración de los cuerpos en los cuales se ha producido el fenómeno físico de la muerte. Habrá entonces, según lo que hemos razonado anteriormente, mucha menos contaminación física y astral, por cuanto se habrá logrado restituir rápidamente mediante el poder del fuego -el único y verdadero elemento transmutador de la Naturaleza- los átomos ultérrimos, llamados esotéricamente ANUS, a su fuente universal de procedencia, el éter primordial del Espacio, sin pasar por los estados agónicos y dolorosos del elemento tierra, ni por las mil tribulaciones astrales que implica la permanencia de materia etérica densa alrededor de los cuerpos físicos en lento proceso de desintegración, con la consiguiente creación de focos infecciosos en el aura astral o psíquica del planeta que favorecen la permanencia de larvas y cascarones astrales, vivificados o energetizados por entidades dévicas de inferior vibración, cuyas vidas elementales se nutren precisamente de la densa substancia etérica que se desprende de estos despojos físicos de seres humanos y de animales en período de descomposición. Todo es empezar, tal como vulgarmente se dice, y, si se inicia la nueva fase ecológica del mundo con un riguroso sistema de cremación de las formas físicas gastadas en el seno de la Naturaleza, una mayor oportunidad de sutilización habrá para los éteres del espacio que constituyen el aura del planeta y a través de los cuales llegan a nosotros las energías sutiles correspondientes a los niveles superiores de nuestro Sistema solar. Otra manera altamente nociva y peligrosa de contaminación ambiental es la producida por el mantenimiento artificial de formas muertas, bajo apariencias de vida, mediante la técnica de momificación y de embalsamamiento de los cadáveres. El problema se agudiza cuando estas formas momificadas son expuestas a la curiosidad del público, tal como ocurre en el caso de los museos y centros de enseñanza específica sobre etnología, medicina, ciencias naturales, etc., pues las radiaciones que emiten tales cuerpos artificialmente integrados, son altamente perjudiciales y pueden llegar incluso en determinados casos a interferir magnéticamente en la vida de los Egos que los utilizaron.

En un concilio de la Jerarquía planetaria celebrado hace unos años, se planificó una actividad jerárquica destinada a destruir progresivamente las formas psíquicas creadas en los ambientes mundiales por las radiaciones etéricas de estas formas momificadas, cuyo proceso de desintegración natural fue detenido artificialmente. Una de sus inmediatas previsiones fue seleccionar de entre los distintos Ashramas de los Maestros, algunos grupos de discípulos altamente cualificados para esta misión, los cuales fueron intensamente entrenados en el arte de disolver las formas psíquicas que por afinidad vibratoria se agrupaban en torno de los lugares en donde se guardan restos humanos y cuerpos momificados. El experimento jerárquico y el trabajo de los discípulos prosigue con éxito en el intento de paliar los efectos de aquellas causas, aunque se espera con gran interés y expectación por parte de la Jerarquía de Maestros, la decisión humana de destruir definitivamente y por el poder alquímico del fuego, todas aquellas formas cristalizadas y adulteradas en su natural proceso de desintegración. Otra de las misiones encomendadas a tales discípulos -según hemos podido observar- es colaborar también con los grupos de devas luminosos de los subplanos superiores del plano físico en el trabajo de sanear los pesados y negativos ambientes creados alrededor de los hospitales, cementerios y otros lugares de sufrimiento humano, tales como las prisiones, los manicomios y los hogares sin armonía, así como los pesados ambientes psíquicos que se estructuran en los mataderos de animales y en todos aquellos lugares del planeta en donde existen grandes conflictos y profundos sufrimientos humanos. Todas estas densas vibraciones contribuyen -como Uds. podrán comprender- a elevar el índice de contaminación ambiental y si bien hay muchos grupos de Angeles trabajando en el sentido de la purificación de los ambientes planetarios, secundados activamente por los numerosos discípulos entrenados en la técnica de destrucción de las formas psíquicas negativas que envuelven los éteres planetarios, se precisa realizar un esfuerzo todavía mayor y de conjunto con la participación de los aspirantes espirituales y hombres y mujeres de buena voluntad del mundo, para que puedan ser apreciados efectos realmente espectaculares dentro de aquel vasto plan de saneamiento psíquico proyectado por los augustos Responsables del Bien planetario.

 

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