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Vicente Beltrán Anglada

 

L.T.V., en reconocimiento sincero de la absoluta filiación espiritual que trasciende el Karma y su infinita secuela de muertes y nacimientos…

V.B.A.

 

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Conversaciones Esotéricas


CAPÍTULO XI: EL HOMBRE, ESTA TREMENDA INCÓGNITA

En algunas de nuestras conversaciones anteriores examinamos el tema infinito de los Rayos desde el ángulo de vista de las Jerarquías espirituales o Entidades Psicológicas que se manifiestan por medio de los planetas de nuestro Sistema Solar. Utilizando el principio esotérico que estudia preferentemente los motivos originales y las Causas productoras de Energía, examinamos la expresión de los Rayos a partir de aquellos elementos cósmicos que en indescriptibles conjunciones estelares dieron vida a nuestro Sistema Solar. Fuimos descendiendo luego, siempre en la línea de nuestro estudio, desde la suprema Vida Psicológica que esotéricamente llamamos el Logos Solar, el Dios de nuestro Universo, hasta coincidir en la Vida de nuestro Logos planetario y en la de las Excelsas Individualidades que en su conjunto constituyen la Jerarquía Espiritual de nuestro planeta.

Recordaran ustedes que les invité a desarrollar, ante la magnitud del estudio esotérico de los Rayos, las cuatro cualidades espirituales que constituyen los elementos dinámicos en la vida de todo ardiente y profundo investigador de las Leyes ocultas de la Naturaleza: el querer, el saber, el osar y el callar, las cuales configuran el indomable propósito espiritual, la sed de conocimiento superior, la intrepidez en el desarrollo de la acción y la humildad exquisita ante los frutos íntimos de la Revelación. Utilizando creativamente dichas cualidades y amparados por el principio de analogía, base de la sabiduría esotérica, vamos a analizar hoy al hombre, a la entidad psicológica humana, desde el doble ángulo de su íntima y profunda esencia espiritual y del de su vinculación iniciática con el principio universal de Creación que tiene el ineludible deber de revelar.

El estudio oculto del proceso histórico o kármico de su vida personal nos muestran una total similitud con los hechos y acontecimientos cósmicos que concurrieron en la creación o formación del Universo, es decir, con aquella serie de conjunciones magnéticas que propiciaron el misterio de la concepción y el futuro desarrollo del Sistema Solar. Desde el ángulo de la analogía ha de haber, pues, una coincidencia de actividades diversas sujetas enteramente a la ley de evolución que, a su debido tiempo, produjeron y desarrollaron la forma física del hombre, tal como la conocemos actualmente, de la misma manera que en edades lejanísimas y escrutando clarividentemente el remoto pasado de nuestro planeta, puede contemplarse la obra de la Naturaleza con respecto a los demás Reinos y a las demás especies vivientes. Podríamos considerar, sin embargo, que todas las motivaciones psicológicas del hombre que concurrieron en la creación de su universo corporal son de orden cósmico por ser el Reino humano, tal como hemos considerado en otras varias ocasiones, el centro místico de la evolución planetaria. Así, el entero propósito de la Vida universal con respecto al hombre es producir las situaciones kármicas requeridas para su particular evolución, a fin de que ya como unidad separada, conflictiva y egoísta, o como un elemento plenamente integrado dentro del conjunto social del cual forma parte, vea siempre ante sí unas metas claramente señaladas en el devenir de la evolución total del planeta. Tales metas son: realizar un Arquetipo de perfección en orden al aspecto espiritual de su conciencia y revelar tal Arquetipo a través del tiempo. Las Razas sucesivas que irán apareciendo en el planeta son expresiones de distintos Arquetipos que los Grandes Señores Planetarios van desarrollando siguiendo las operaciones cíclicas de los Rayos que se expresan pro medio de la humanidad.

Hay que tener en cuenta, sin embargo, que una cosa es la expresión física del hombre modelada por la actividad de los tres Reinos de la Naturaleza que le precedieron en su evolución y otra la expresión psicológica del mismo, cuyos orígenes se remontan a las fuentes espirituales de la más elevada trascendencia. Recurriendo como de costumbre al principio de analogía, podríamos asegurar que las causas productoras del ser humano no fueron fundamentalmente las condiciones físicas merced a las cuales los distintos Reinos inferiores iban evolucionando, sino una conjunción magnética establecida por los planetas Mercurio y Venus en una respuesta monádica por parte de Júpiter. Hay que tener en cuenta este triángulo planetario cuando estudiemos el proceso creador que trajo el hombre a la existencia, es decir, aquel poderosísimo despliegue de energías sobre la Tierra que propició la venida de los Ángeles solares, o Señores de la Mente, hace unos diecinueve millones de años. Nos referimos ya en conversaciones anteriores al proceso de la Individualización que permitió la creación del Reino humano, así como aquella anterior eclosión de energías cósmicas que hizo posible que “tomasen cuerpos de la Tierra” los grandes KUMARAS que instauraron la Jerarquía espiritual en nuestro mundo.


EL PRINCIPIO CÓSMICO DE LA MENTE

Bien, toda esta serie de motivaciones y el tremendo impacto producido en los éteres planetarios por aquel impresionante conjunto de energías invocadas, determinó la introducción del principio cósmico de la Mente en la conciencia embrionaria del hombre primitivo, irracional y potentemente polarizado en ciertos sectores de las Almas grupo de animales que en su totalidad constituían el Tercer Reino de la Naturaleza. No podemos entrar naturalmente en detalles acerca de lo que fueron las primeras Razas humanas, por cuanto sus formas y características expresivas se pierden en la noche de los tiempos, pero sí podemos y aún debemos estudiar al hombre en orden a su participación, una vez alcanzadas sus capacidades autoconscientes, en la gran tarea evolutiva de establecer contacto individual y social con la Gran Jerarquía de Almas Iluminadas que guía los destinos del planeta.

Siendo el hombre un resultado del gran proceso creador del Cosmos, hay que considerar lógicamente que se halla virtualmente conectado con una u otra de aquellas Siete grandes corrientes de energía que llamamos Rayos. En razón de esta realidad, bueno será que recordemos lo que esotéricamente se nos dice acerca de aquella indescriptible conjunción estelar que produjo el Reino humano: “En aquel Gran Acontecimiento (el de la Individualización) estuvieron presentes tres Rayos, el Segundo, que es el del propio Logos solar, por medio del planeta Júpiter, el Cuarto por medio de Mercurio y el Quinto a través de Venus, planeta este último que por una especialísima filiación kármica es el Alter Ego de la Tierra”. Se formó así, de acuerdo con el proceso iniciático, un Triángulo de energías de Rayo, con la Tierra en el Centro, situado en un mismo plano de incidencia cósmica. A ambos lados de la Tierra estaban situados Mercurio y Venus, representando los principios de la polaridad masculina y femenina, y en el vértice superior Júpiter, representando al Sol, a la Unidad de todos los principios, actuaba de HIEROFANTE. El resultado de este proceso iniciático que se iba revelando conforme Júpiter, simbólicamente en posesión del Cetro Solar, iba enfocándolo sobre la superficie de la Tierra, fue un enaltecimiento de las cualidades superiores implícitas en los estratos más elevados del Reino animal y, como consecuencia, la introducción del principio de la Mente en sus cerebros instintivos iniciándose así el proceso superior que culminaría en la Individualización, es decir, en la conversión de una considerable cantidad de unidades avanzadas del Reino animal en seres humanos. Es así, por esta infinita proyección de energías solares incidiendo muy particularmente sobre el Reino animal que vino a la existencia del Reino humano. Escrutando las misteriosas profundidades del Akasa universal es posible contemplar alguna de las más importantes y luminosas partes del proceso: “...La aplicación del Cetro Solar en manos de Júpiter, actuando como potencia invocativa, produjo tan tremendos efectos en la vida de la Naturalezas que atrajeron la atención de los Ángeles Solares, de Aquellos insignes EGOS liberados Habitantes del Quinto Plano Cósmico, la MENTE de Dios, que desde tiempos inmemoriales aguardaban aquel destino de Amor, de Servicio y Sacrificio”. Cómo y de qué manera realizaron Su Obra los Ángeles Solares con respecto a la humanidad es un Misterio iniciático, pero su intervención fue decisiva en lo que a la evolución humana se refiere, ya que fueron Ellos, los Prometeos del Cosmos, los que trajeron la luz y el fuego eléctrico del principio Mental de la Divinidad al rudimentario cerebro de los hombres-animales y los convirtieron en entidades autoconscientes. La mística, y hasta me atrevería a decir kármica, relación establecida desde entonces entre los hijos de los hombres y los Ángeles solares es de la misma naturaleza que la que une la Vida de SANAT KUMARA, el Señor del Mundo, con el LOGOS PLANETARIO, un misterio de relación que deberá penetrar un día en la conciencia de los hombres empeñados en la búsqueda de las elevadas Fuentes de su procedencia divina. Pero ya de inmediato, y siguiendo las líneas intuitivas de la analogía hermética, podemos considerar al hombre como un Tabernáculo sagrado contenedor de todos los misterios celestes, así como un recipiente vivo para las energías de los Siete Rayos cuyo estudio venimos realizando.


EL MICROCOSMOS SEPTENARIO DEL HOMBRE

Estas grandes líneas de proyección celeste nos muestran al ser humano, tanto en su naturaleza espiritual como en su expresión física, como un septenario perfecto. El estudio esotérico permite introducirnos en la consideración de los Siete Chacras, o Centros de energía alojados en el interior del vehículo etérico del hombre, así como en la de las Siete glándulas endocrinas relacionadas con aquéllos. El orden que rige para los centros etéricos y para las glándulas endocrinas es idéntico al que se manifiesta por medio de los planetas que constituyen nuestro Sistema Solar. A igual que ellos están regidos por Rayos y a través de los mismos están en muy directa relación con los planetas a través de los cuales aquellos Rayos se manifiestan. El Diagrama que seguidamente voy a mostrarles se refiere al hombre corriente de nuestros días, condicionado mayormente por planetas no-sagrados:

 

Centros Glándulas Planetas Rayos
Coronario Pineal Plutón
Entrecejo Pituitaria Venus
Laríngeo Tiroides Tierra
Cardíaco Timo Júpiter
Plexo Solar Páncreas Luna
Sacro Gónadas Marte
Base Columna Vertebral Suprarrenales Urano

 

Téngase en cuenta, sin embargo, que si nos refiriésemos a un hombre muy evolucionado, a un alto Iniciado, por ejemplo, la relación entre centros, planetas y rayos sería muy distinta, ya que la propia evolución espiritual les situaría bajo la influencia directa de planetas sagrados, de elevada iniciación cósmica. Veamos:

Centros........Planetas...Rayos
Coronario......Vulcano......1º
Entrecejo......Venus........5º
Laríngeo.......Saturno......3º
Cardíaco.......Júpiter......2º
Plexo Solar ...Mercurio.....4º
Sacro..........Neptuno......6º
Base Columna...Urano........7º
Vertebral


Estas indicaciones, insuficientes desde el ángulo de apreciación esotérica, pueden suscitar no obstante muchas otras analogías si son consideradas muy atenta y analíticamente; la intuición hará el resto. Lo interesante es abrirnos lo más que nos sea posible a esta posibilidad de profundización en nuestro estudio. Ahora bien, analizando concretamente cada uno de los centros etéricos, o chacras, podemos advertir las siguientes particularidades:

a. Centro MULHADARA, situado en la base de la columna vertebral. Es la sede del llamado Fuego de Kundalini. Está dividido en cuatro sectores siendo su color predominante el rojo anaranjado. Parece ser que su símbolo, la Cruz dentro del Círculo y también la figura geométrica del Cuadrado, quieren indicar el aspecto kármico de la materia y la lucha y el sufrimiento que el dominio de la materia, para fines redentores, presupone para el ser humano.

b. Centro SWADISTANA, situado en la región sacra o del bazo. Su misión más evidente es recibir y proyectar por todo el organismo físico las energías pránicas que dimanan del Sol. Aparece dividido en seis sectores, llamados pétalos por nuestros hermanos orientales, siendo su color predominante el azul, aunque expresado en una expansión irisolada, es decir, con los siete colores del arco iris.

c. Centro MANIPURA, o Chacra umbilical, situado en la región del plexo solar. Está íntimamente conectado con las energías que proceden de los niveles astrales y son canalizadas por medio del vehículo emocional, pudiendo ser localizada así etéricamente la sede de las emociones humanas. Está dividido en diez sectores, o pétalos, y los colores predominantes, debido a la condición astral del ser humano corriente, son alternativamente rojos y verdes.

d. Centro ANAHATA, o Chacra cardíaco, alojado esotéricamente en la región del corazón, entre los omoplatos. Está constituido por doce pétalos que refulgen maravillosamente, singularmente en las personas de elevada integración espiritual, dando la impresión este centro de ser un verdadero sol sobre el cual se proyectan y a través del cual circulan las energías de los mundos internos. Desde el ángulo de vista esotérico este Centro es el más importante en el proceso de la evolución humana, por cuanto refleja en miniatura la actividad de las doce Constelaciones zodiacales, siendo la sede de las cualidades del Segundo Rayo, creador de nuestro Sistema solar. Cristo y sus doce Discípulos son expresiones simbólicas del Gran Centro Cardíaco Planetario.

e. Centro VISHUDDHA, o Chacra laríngeo, situado en la región de la garganta. Está compuesto de dieciséis pétalos, cada uno de los cuales parece tener una determinada misión como canalizador de una distinta cualidad de energía. Tiene el fulgor plateado de los rayos lunares, pero con unas irisaciones azul o verde, según las modificaciones que van produciéndose en este centro. Según se nos dice esotéricamente, cuando este centro ha sido convenientemente desarrollado se convierte en la morada del Verbo creador o de la Palabra sagrada A.U.M.

f. Centro AJNA, o Chacra frontal, se halla ubicado en la región del entrecejo. A la observación clarividente aparece dividido en dos sectores, o partido en dos mitades. En una predomina el color amarillo y en la otra el azul brillante. Si se profundiza en la observación se percibirá que este centro contiene noventa y seis pétalos, o sea, cuarenta y ocho en cada sector. Siendo cada uno de los pétalos conductor de una forma de energía nos daremos cuenta de la importancia de este centro como expresión de las actividades de la mente y como punto de proyección de las energías del quinto gran principio cósmico que produce la luz del entendimiento humano, así como el anclaje magnético de la divina facultad de atención que, convenientemente desarrollada, permitirá un día el contacto consciente del pequeño yo personal con el Yo divino, cuya proyección directa sobre el centro SAHASRARA, que a continuación analizaremos, halla en el centro del entrecejo la oportunidad de extender la influencia espiritual por el entero complejo psicológico del ser humano. Otra singularidad de este centro, como base de la estructura psicológica individual, es la de unificar el corazón con la Mente superior o espiritual. Vemos, así, que una línea sutilísima de luz de color azul índigo enlaza este centro con el chacra cardíaco; otra línea de luz de color amarillo claro y brillante lo conecta con el centro coronario.

g. Centro SAHASRARA, o Chacra coronario. Se halla situado en la cúspide de la cabeza, en “el Trono”, tal como esotéricamente se dice, y es el más brillante y refulgente de todos cuantos acabamos de analizar. En su centro más oculto y místico, allí donde sólo el Iniciado puede penetrar, puede percibirse un Loto de doce pétalos de un blanco tan refulgente y puro que es imposible de describir. En el centro de dicho Loto puede percibirse también un botón dorado de intensísimo brillo del que parten una serie de refulgentes radios, en número de novecientos sesenta (Es por la coincidencia de este elevado número de líneas de fuerza que este Centro es denominado místicamente “El Loto de los Mil pétalos”), los cuales, en su mutua relación e interdependencia y variadísimos matices ofrecen la imagen inenarrable del arco iris, pero surgiendo de un centro de irradiación blanco y dorado realmente indescriptible. El conjunto de este Chacra nos da una idea del proceso universal de creación en el que interviene la Voluntad Cósmica en un intento supremo de autorreconocerse dentro del Corazón del hombre, de la misma manera que se autorreconoce y es enteramente consciente dentro del Corazón de cada uno de los Logos planetarios. Según hemos aprendido ocultamente, este Centro es el último que se desarrolla en el ser humano, pues es el punto de anclaje de la Voluntad de la Mónada espiritual, lo mismo que el Centro cardíaco es el punto de anclaje, o Morada celeste, del Alma espiritual o Ángel solar, aquella misteriosa e indescriptible Entidad que en los tratados místicos es denominada “Cristo en ti, esperanza de Gloria”. Cuando el Centro coronario ha sido debidamente desarrollado, la cabeza del Iniciado refulge como un verdadero sol, quedando circundada por un halo de indescriptible fulgor que refleja los colores del Rayo monádico al cual pertenece. El examen clarividente por parte de un ser humano altamente evolucionado indica siempre el grado de desarrollo espiritual de cualquier alma en el Sendero. Podríamos decir que la Liberación humana se realiza cuando las actividades del Corazón se reflejan en este Centro y cuando las altas cualidades del discernimiento superior que provienen de la cúspide de la cabeza han logrado introducirse. en el Corazón. Según puede leerse en algunos antiquísimos libros de la Jerarquía: “...Cuando el Corazón ha desarrollado los doce pétalos que constituyen su esencia mística, otros doce pétalos se abren en el centro superior de la cabeza, brillando todavía más que los Mil que anteriormente los cubrían. En justa correspondencia se abre en el centro del Corazón la sagrada “Joya en el Loto...”. Estas antiquísimas palabras contienen, sin embargo, el inmaculado frescor de lo eterno y serán siempre nuevas por cuanto surgen prístinas de las altas verdades que constituyen la esencia espiritual del hombre...

Ahora bien, descendiendo un poco en la línea de nuestros comentarios, será conveniente que analicemos siquiera superficialmente las glándulas endocrinas como una respuesta física al creciente impulso de los Rayos actuando sobre los centros etéricos. El estudio de las glándulas endocrinas por parte de muy cualificados investigadores en el campo de la Biología y la Medicina, va a permitirle a la humanidad penetrar gradualmente en el excitante mundo de la Genética universal basada en las leyes soberanas del Karma e iluminarla con respecto al concepto biológico de los complejos hormonales y a la expresión de los cromosomas físicos del ser humano.

Los Centros etéricos y las Glándulas endocrinas se complementan perfectamente. Son un fenómeno conexo, lo mismo que ocurre con la respiración y la circulación de la sangre y con el sistema nervioso y su contraparte etérica, los Nadis. Así, siguiendo tal como es de rigor en nuestros estudios el principio de analogía, avalado por las investigaciones y comprobaciones científicas de nuestros días, tenemos ante nuestra consideración la siguiente tabla de correspondencias:

 

CENTRO GLÁNDULA SECRECIÓN
Coronario Pineal Desconocida
Entrecejo Pituitaria Pituitrina
Laríngeo Tiroides Tiroxina
Cardíaco Timo Desconocida
Plexo  Solar Páncreas (Bazo) Insulina
Sacro  Gónadas Gonádica (sexual)
Base Columna Vertebral Suprarrenales Adrenalina


Podría asegurarse pues que los elementos biológicos conocidos bajo el nombre científico de “hormonas”, no son sino que unas secreciones de las Glándulas endocrinas, cuyo equilibrio funcional a través de la corriente sanguínea y su correcta expresión a través del cuerpo físico, dependerá esencialmente del correcto desarrollo de los Chacras etéricos movidos por el impulso psicológico generado por la evolución espiritual del ser humano. Casi podríamos decir que las Razas del futuro utilizarán unos cuerpos de calidad muy superior a los que utilizamos nosotros, debido a que habrán desarrollado los centros etéricos superiores, el Cardíaco y el Coronario, lo cual hará posible que el Centro del Entrecejo lleve a la manifestación un tipo particular de hormonas, totalmente desconocidas todavía por la Ciencia moderna, pero que ya han sido debidamente percibidas y catalogadas por el verdadero investigador esotérico, que dotarán al ser humano de una inteligencia de tipo superior, ultradimensional podríamos decir, que llevará a la humanidad al reconocimiento y a la conquista del Arquetipo racial que, al parecer, constituye la meta del hombre que incorporará en su cuerpo físico las indescriptibles cualidades de la séptima subraza de la Séptima Raza, es decir, la culminación del proceso de perfección del Cuarto Reino de la Naturaleza...

Pregunta:
Es realmente fascinante la idea de la Iniciación, tal como usted la ha presentado anteriormente en sus absolutas raíces cósmicas y en relación con el ser humano. Pero, ¿es tan fácil la Iniciación, tal como parece desprenderse de sus palabras?

Respuesta:
No creo haber dicho que la Iniciación fuese fácil, sino que la he presentado como un Hecho inevitable con repercusiones en lo cósmico. El hecho de haberme referido al ser humano como un perfecto microcosmos del Gran Macrocosmos y el haber analizado sus correspondencias psico-físicas con el universo, no indica en manera alguna que el proceso de la Iniciación esté al alcance de cualquier persona por el simple hecho de proponérselo. El proceso en sí es profundamente místico y espiritual y exige una gran experiencia en el orden humano, así como un perfecto control y ajuste de las características psicológicas individuales. Hablé, por el contrario, de una selecta minoría de investigadores en relación con la gran masa de seres humanos que responden todavía a instintos gregarios, y es precisamente esta minoría selecta que trabaja, se esfuerza y realmente lucha por triunfar de sí misma la que accede normalmente a la Iniciación. Dijimos también que la Iniciación, técnicamente descrita, era una participación consciente en los Misterios ocultos de la Divinidad incluyente que infunde la Vida en nuestro planeta y trata de expresarse cada vez más plenamente a través de nosotros. De ahí la utilización por parte del esoterista del término “Participación consciente” al referirse a cada uno de los Misterios que en su conjunto constituyen la Iniciación.

No, la Iniciación no es fácil. Me pregunto, sin embargo, si hay algo realmente importante en la vida que sea fácil de realizar. El misterio menor que representa el nacimiento físico del ser humano, ¿es algo fácil? Existe evidentemente una tremenda lucha desde el momento mismo de la concepción hasta que una criatura nace a la vida física. Trasladada esta idea a lo espiritual se ve por simple analogía la terrible lucha interna que se origina en la vida de un ser que ha concebido la luz y trata de revelarla, de hacer que nazca y resplandezca en su existencia. Pues bien, el resultado de esta lucha, de este supremo intento de NACER en la vida espiritual, es la Iniciación. No se trata de un Milagro, sino que es el resultado de una lucha natural por ser, por comprender, por realizarse. El paso inexorable de la vida a través de una interminable secuela de vehículos o de formas cada vez más estilizadas y sutiles de acuerdo con Arquetipos superiores, ascendiendo de los Reinos inferiores de la Naturaleza hasta culminar en la Gran Conciencia Solar, es el Sendero que lleva a la Iniciación en los Misterios de la Divinidad, a unirse para siempre en forma consciente e ininterrumpida con la eterna Sinfonía de la Creación.


Pregunta:
El tema de la Iniciación parece estar relacionada con los Rayos, según he podido deducir de su conversación de hoy. Pero a mí me interesaría muy particularmente que me aclarara usted si en la Tercera Iniciación, o de la Transfiguración, queda el alma del Iniciado completamente libre de las tentaciones, crisis y tensiones psicológicas a que somete al hombre espiritual, el llamado “Guardián del Umbral”?

Respuesta:
Toda Iniciación viene precedida de crisis y tensiones, como consecuencias quizás de lo que usted llama las tentaciones del Guardián del Umbral. Pero, antes de seguir con la respuesta, será útil que les aclare que el Guardián del Umbral es una Entidad elementaria de orden inferior que el ser humano ha ido gestando y desarrollando a través del tiempo, desde que tuvo uso de razón hasta el momento presente. Es aquella Entidad a la que la tradición religiosa asignó el nombre de “demonio” y cuya imagen imperfectamente comprendida ha llenado de tenor y de mil supersticiones el alma mística de la humanidad. El Mal, llámesele demonio, diablo, espíritu del mal, etc., es la obra del género humano y no un aspecto maligno consubstancial con la vida de la Naturaleza con la misión de “tentar” o de “inducir al pecado”. El Bien, es también un fruto de las actividades humanas y, a igual que los actos incorrectos e inconsecuentes, también ha ido creando una Entidad psíquica, aunque de naturaleza benigna y dotada del Espíritu de Salvación. Esta Entidad, creada en el transcurso de las edades con la substancia de los mejores pensamientos y sentimientos humanos constituye la Luz que ilumina en los momentos de turbación, o cuando estamos bajo los efectos de grandes crisis y tensiones. Esotéricamente se la denomina “el Ángel de la Presencia” y se nos dice ocultamente que cuando el discípulo, en el nivel que sea, enfrenta la Iniciación se le aparecen ante “la Dorada Puerta de los Misterios” las dos Entidades anteriormente mencionadas, a un lado el Guardián del Umbral, en el otro el Ángel de la Presencia, ofreciendo cada cual los dones u ofrendas de que vienen revestidas sus vidas; los frutos del Mal por una parte, las consecuencias del Bien por la otra. Y el candidato, frente a la Puerta de los Misterios debe decidir si está convenientemente preparado para poder cruzar sus dinteles. Si elige el Mal retorna al campo de la experiencia del mundo; si elige el Bien penetra al interior de los Misterios que la Dorada Puerta encubre y recibe la Iniciación, es decir, su participación justa en los Misterios del Reino. Esta es, a grandes rasgos, la regla que se sigue en el proceso iniciático. El candidato ha recibido mucha información esotérica y mucho entrenamiento espiritual pero, en definitiva es él, frente a frente consigo mismo, es decir, con las dos Entidades que coexisten dentro de su propia e íntima naturaleza, quien decidirá si está capacitado para recibir la Iniciación o si debe esperar otros momentos más apropiados. Las dudas ante la Puerta Iniciática sólo son frecuentes en las dos primeras Iniciaciones, pero en la Tercera, a la que usted particularmente alude, debo decirle que ya no hay duda posible, pues, como usted sabe, la Transfiguración es la Iniciación de la Purificación y también del Equilibrio. Purificación, porque el alma del Iniciado ha vencido a sus tres cuerpos inferiores, físico, emocional y mental y “resplandece” por encima de ellos; Equilibrio, porque el perfecto control de tales vehículos ha equilibrado o armonizado dentro de su corazón al Guardián del Umbral y al Ángel de la Presencia. El Bien y el Mal, simbólicamente hablando, han desaparecido de la vida del Iniciado..., sólo queda dentro de su vida y como una natural consecuencia de su estado de Pureza, aquel estado de beatitud celeste que está más allá y por encima del Bien y del Mal.

Pregunta:
Con respecto al tema de la Iniciación me gustaría saber su opinión sobre si no sería conveniente empezar ahora mismo esta tarea de preparación, educiendo un buen carácter, disciplinando la vida personal y siendo cada vez más responsable ante las oportunidades individuales y sociales de la existencia.

Respuesta:
Ciertamente, tener un buen carácter, llevar una vida disciplinada y tratar constantemente de ennoblecer la vida individual, son cosas apetecibles y constituyen “puntos iluminados de atención” en orden a la gran tarea iniciática. Debo precisar, sin embargo, y mis palabras no quieren significar que deban dejarse de lado estas cualidades, que la Jerarquía espiritual del planeta presta actualmente una preponderante atención al desarrollo de las capacidades de servicio y sólo en un grado menor a las disciplinas de carácter personal. En la Era de Piscis, de la cual nos vamos alejando por efecto del movimiento precesional del planeta, se dedicaba una singular atención al desarrollo del equipo personal de los discípulos y se hacía mucho énfasis en el sistema de entrenamiento espiritual, a las disciplinas de vida y a la construcción de un buen carácter. Ahora, sin embargo, a medida que nuestro mundo va penetrando en las luminosas zonas del espacio dinamizadas por la Constelación de Acuario, las técnicas de aproximación espiritual han sufrido grandes modificaciones y la Jerarquía está tratando de ofrecer oportunidades inmediatas de “acción espiritual” por medio del servicio a la humanidad. Hablando en un sentido muy simbólico, aunque profundamente dinámico, el discípulo no debe acercarse a la Divinidad “pidiendo su pan de cada día y de que se le libere de la tentación”, sino “ofreciéndose en cuerpo y alma” para ser utilizado para el servicio mundial, implícito en alguna parcela del Plan que los Maestros conocen y sirven. La inevitable consecuencia de esta nueva actividad jerárquica con respecto a los discípulos mundiales, será la progresiva pérdida de interés objetivo hacia las legendarias y místicas figuras del Maestro o del Gurú. El verdadero investigador espiritual deberá “buscarse primeramente a sí mismo” y “reconocerse en el corazón” antes de aceptar la guía espiritual de alguna Entidad por elevada que pueda aparecer ante sus ojos. En esta Nueva Era, el Intermediado Celeste, el que debe enseñar el verdadero Camino, es la propia Alma del hombre. Una vez establecido el consciente contacto con Ella, sabremos sin que nadie nos lo diga, que es lo que realmente debemos hacer y cuál el verdadero Maestro que debe “conducimos de la oscuridad a la Luz, de lo irreal a lo Real y de la Muerte a la Inmortalidad”, es decir, a la Iniciación.

Les ruego acepten mis palabras con la misma honestidad con que han sido pronunciadas. Encierren un potente dinamismo invocativo y pueden constituir una buena base para las actividades futuras de un gran sector de aspirantes espirituales. Nuestros tiempos no son quizás ni mejores ni peores que los anteriores en la historia del mundo; lo que sí podemos asegurar es que son absolutamente distintos de cuantos les precedieron. La realidad espiritual es ésta y es por tal motivo que las técnicas deben cambiar radicalmente y enfocar la mente y con ella el corazón en las necesidades de la humanidad, del ser humano que sufre a nuestro alrededor y que frecuentemente no vemos, ensimismados o sugestionados bajo el influjo de tantas y tantas meditaciones... a la búsqueda de la perfección individual. El discípulo de la Nueva Era debe actuar “desde arriba y hacia adentro” y no “desde abajo y hacia afuera”. Sólo viviendo de esta manera, al amparo de la propia Vida cósmica en el corazón, libres de presiones y de disciplinas de orden externo, la Vida interna que es nuestro verdadero YO, hallará por sí misma los cauces supremos que llevan a la Liberación…

 

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