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Vicente Beltrán Anglada


"Que el contenido les sea útil y pueda servirles de inspiración en el intento supremo de sus respectivas búsquedas, es nuestra más humilde y sincera plegaria..."
-V.B.A
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CAPÍTULO V

VIDA Y LABOR DENTRO DEL ASHRAMA

Funciones de los Ashramas

La abundancia de métodos para el desarrollo espiritual que se puede notar actualmente y desde hace casi un siglo, facilitados principalmente por las escuelas esotéricas y filosóficas del mundo, son un claro indicio de la importancia de los Ashramas en esta era de transición que estamos viviendo. Prescindiendo de la cualidad y características de los sistemas empleados para el desenvolvimiento espiritual de los aspirantes del mundo, hay que reconocer en líneas generales que todo el proceso de desarrollo interno y todas las técnicas de entrenamiento específicas para el mismo, obedecen sin distinción alguna a la gran necesidad mundial de estímulo y ayuda superiores. Existe un gran clamor invocativo que se eleva de “las pequeñas voluntades de los hombres” hacia las Alturas pidiendo angustiosamente un alivio divino a las grandes necesidades humanas. Este clamor puede ser oído por Aquellos que son los responsables directos del Plan de perfección del mundo y que desde elevadas zonas, allende la razón humana dirigen inteligentemente el progreso evolutivo de la Raza.

Como precedentemente lo señalamos, desde el principio de los tiempos, la Ley de Fraternidad oculta que emana del Corazón de la Deidad, ha intervenido en el desenvolvimiento evolutivo del planeta, desde el reino mineral hasta el reino humano, pasando por los reinos subhumanos. El proceso iniciado en lejanísimas edades, prosigue un curso inmutable y tiende actualmente en su fase principal a convertir al hombre en una individualidad divina, plenamente apercibida de todos sus poderes y facultades superiores. Esta fase, en la que intervienen activamente unidades avanzadas de la raza de los hombres y miembros conscientes de la Gran Fraternidad Blanca o Jerarquía Planetaria, es definitiva en lo que a la humanidad como un todo se refiere, debido a que todo ser humano que logra ser admitido dentro de esta Fraternidad oculta y es capaz de penetrar en sus profundos secretos, se convierte automáticamente en un servidor consciente del Plan planetario y en un vínculo de relación entre los seres humanos capaces de pensar y sentir correctamente y Aquellos Grandes Seres que cooperan inteligentemente con la divinidad en el desarrollo del proceso evolutivo de la Naturaleza.

Esta gran ley de vinculación fraternal que permite la continuidad de este desarrollo, halla su punto de aplicación principal en los discípulos mundiales. Al mencionarlos reiteradamente no buscamos establecer una jerarquía distinta dentro de la humanidad, sino señalar un hecho en la Naturaleza que todo hombre rectamente orientado debe forzosamente considerar algún día. La existencia de los discípulos y la incorporación de los mismos al trabajo activo de vinculación, presupone un orden universal de relación que abarca la infinita vastedad de lo creado.

En el estudio que haremos acerca de los discípulos del Ashrama, la palabra “vinculación” tendrá siempre una relación con la analogía universal.

La función de los Ashramas, es precisamente establecer este fin vinculativo. Son ellos el intento que lo divino hace, en su gracia infinita, para acercarse a los hombres y compartir con ellos el trascendente Secreto de su propia Vida. La “vinculación” como ley de la Naturaleza tiene directa relación con los Misterios Sagrados de la Divinidad.

Los lazos de vinculación familiares y sociales forman parte de este intento de aproximación de Dios al hombre. Esta vinculación es todavía más profunda y vívida cuando se refiere a los discípulos y a la ley de atractividad que los reúne en el Corazón del Maestro en el silencioso retiro de un Ashrama. Los Ashramas son los vestíbulos de la Casa del Padre a la que se refieren los tratados místicos. Tales vestíbulos toman también el nombre de “Aulas de Sabiduría”, y se supone que todo discípulo que ha llegado hasta allí, está preparado para dar el paso trascendente que va de lo humano a lo divino. La vinculación de los discípulos con su propia Alma solar, y con el Maestro que es Su Mentor en el Ashrama, presupone un acercamiento a la Jerarquía planetaria y, por lo tanto, al gran Plan de perfección del mundo. Todos estos conceptos son consubstanciales y forman como eslabones de la misma cadena que enlaza y vincula todos los reinos de la Naturaleza, los planos de evolución, las razas, los hombres y los continentes. Comprender el alcance universal de esta ininterrumpida serie de vinculaciones, es lo que confiere la aproximación a un Ashrama. Trabajar en esta forma presupone un amplio sentido de orientación espiritual y el punto de partida para la gran aventura de la búsqueda. Ésta se inicia con las sencillas, aunque sentidas prácticas de la buena voluntad y prosigue hacia adelante, etapa tras etapa, hasta culminar en el gran misterio que revela la Iniciación. Este Misterio principal es, en realidad, un conjunto de misterios menores, de la misma manera que un elocuente discurso es un conjunto de frases y palabras; el misterio más asequible a los hombres, en el proceso de la vinculación, es el desarrollo de la buena voluntad. De ahí el énfasis sobre la obra vinculativa del Nuevo Grupo de Servidores del Mundo, cuyo objetivo inmediato en lo que al común de los hombres se refiere, es el desarrollo de la conciencia humana realmente social, basada en las sencillas prácticas de correctas relaciones.

Cuando la buena voluntad, inspirada por el deseo de bien, se hace inteligente, en el sentido de ser adecuadamente enfocada y dirigida -como en el caso de los discípulos mundiales- se tiene abierto el camino que conduce al Misterio universal latente en nuestro interior. Se empieza a ser eficaz dentro del trabajo activo de la Jerarquía que ya puede utilizarnos, lo sepamos o no, en el desarrollo de una parte específica de su Trabajo en el mundo.

La interioridad de un Ashrama

La interioridad de un Ashrama, lo mismo que la interioridad de cualquier persona, tiene zonas que por sus especiales características han de permanecer forzosamente secretas e irreveladas para el mundo profano, ya que constituyen su “sancta sanctorum”. De este lugar secreto o corazón místico del Ashrama, emergen la luz y la vitalidad, la inspiración e iniciativas del discípulo consciente. Este centro es realmente esotérico, y corresponde hablando propiamente no solamente a los latidos del Corazón del Sol, como ocultamente se define el Alma espiritual, o expresión consciente y sensible de nuestro universo, sino también a las energías que emanan de aquel Centro todavía más elevado y profundo que denominamos esotéricamente “El Gran Sol Espiritual Central”.

Esta relación o vinculación es de orden trascendente y realmente imposible de ser racionalmente explicada, pero debo decir que una vez que se ha hecho consciente en la mente y corazón de un discípulo, constituye un misterio revelado, la expresión de una parte del Propósito de la Divinidad expresada en aquello que técnicamente llamamos INICIACIÓN. La “interioridad de un Ashrama” tiene que ver con ciertas actividades de la Jerarquía, regidas por un Aliento superior al que gobierna las labores corrientes, o más conocidas, como la identificación de ciertos Maestros con determinadas tareas de orden mundial, ya sean de tipo social, económico, religioso, cultural, político, etc., y que son llevadas a cabo por medio de sus varios discípulos en el mundo, miembros de Sus respectivos Ashramas, o a través de algunos discípulos o aspirantes espirituales pertenecientes al Nuevo Grupo de Servidores del Mundo.

La “interioridad de un Ashrama” rebasa en mucho el campo conceptual de la mente concreta del promedio general de los aspirantes espirituales, sumida ordinariamente en penosos interrogantes acerca de sus particulares destinos y profundamente preocupados por sus karmas personales. Se refiere concretamente a la relación del Ashrama con SHAMBALLA, “El Centro donde la Voluntad de Dios es conocida”.

A aquellos que han estudiado esoterismo o teosofía, les parecerán quizás demasiado elevadas estas consideraciones, pero debemos recordarles, sin embargo, la gran afirmación esotérica con la que todos estamos familiarizados: “La Jerarquía es el Ashrama de Sanat Kumara”. ¿Qué quiere significar esta afirmación? Simplemente, que los “siete y cuarenta y nueve Ashramas de la Jerarquía” a que se refieren los tratados ocultos, es decir, los siete Ashramas principales a cargo de los Siete Chohanes, o Señores de Rayo, y los siete Ashramas que dependen directamente de cada uno de estos Ashramas principales, constituyen el “Aula de Sabiduría” inmensa dentro de la cual actúan incesantemente la Voluntad, el Propósito y la Vida de Sanat Kumara, el Gran Señor Planetario.

La acción de las energías de Shamballa sobre los Ashramas

La presión de Shamballa, Centro de irradiación y Morada del Señor del Mundo, sobre los distintos Ashramas de la Jerarquía, transmitida por los Siete Grandes Señores de Rayo en nuestro planeta y canalizada a través de los distintos Maestros de Sabiduría, cada cual en Su propia línea de Rayo, llega paulatinamente siguiendo la ley natural o jerárquica de la “propia medida” o grado de absorción, a todos los discípulos componentes de cada uno de los cuarenta y nueve Ashramas de la Jerarquía y a todos los grupos de actividad o de servicio ashrámicos distribuidos por el mundo. La parte de esta terrible energía ígnea de Shamballa o, más propiamente explicado, la parte de voluntad dinámica y Propósito del Señor del Mundo que los miembros o discípulos de un Ashrama sean capaces de recibir, resistir y convertir en motivos de acción correcta o de servicio creador, constituyen de hecho su participación consciente e inmediata en el destino iniciático, o de perfección de la humanidad, que cada cual ha de cumplir y realizar en su propia vida.

La “interioridad de un Ashrama” es pues mucho más extensa y profunda de lo que a simple vista parece, pues involucra factores y circunstancias que por su alta trascendencia escapan a la más sagaz investigación y comprobación. Esto explicará en una elevada medida por qué me refiero siempre “únicamente” a mi Ashrama y dejo las implicaciones profundas de lo que no me es posible revelar, a la capacidad intuitiva de los lectores.

Puedo afirmar no obstante, ya que esto entra plenamente dentro del marco de mis propias experiencias espirituales, que la potencia eléctrica que emana de Shamballa se hace sentir profundamente dentro del Ashrama, mayormente en vísperas de grandes y decisivos acontecimientos mundiales, y penetra intensamente en las mentes y corazones de los iniciados y discípulos que lo componen. No puedo entrar naturalmente en detalles acerca de cómo esta fuerza o potencia de Shamballa es recibida y canalizada por el Maestro del Ashrama y distribuida después “en orden de merecimientos”, a todos los miembros del mismo, pero sí debo decir que el impacto de Shamballa produce una notable y manifiesta aceleración del ritmo normal o corriente de la vida del Ashrama, con profundas tensiones en la vida psicológica de los distintos miembros y, consecuentemente, grandes crisis y dificultades en sus vidas personales, que le obligan a constantes y reiterados esfuerzos de equilibrio y reajuste. La potencia extraordinaria de Shamballa incidiendo en la vida de un discípulo es responsable asimismo de las energías del fuego eléctrico que determinan y promueven el proceso de la INICIACIÓN con sus inmensas posibilidades y oportunidades.

No obstante su elevada trascendencia el Centro de Shamballa, que ante la mayoría aparece como algo misteriosamente lejano, no lo es realmente si nos atenemos a las reglas lógicas de la analogía hermética, mediante las cuales todo centro planetario, por elevado que sea, tiene su correspondencia en el hombre. Shamballa tiene así su correspondencia microcósmica en lo que a la actividad humana se refiere en la voluntad individual, cualificando a ésta con ciertos elementos dinámicos de vida que se expresan como intención de permanencia vital, deseo de ser y propósito de realización espiritual. Al hablar de ciertos hechos objetivos relacionados con el Ashrama de segundo Rayo que tomamos siempre como ejemplo, nos referiremos una y otra vez a Shamballa, a este Centro máximo de tensión espiritual del planeta, de la misma manera que al tratar de definir ciertos hechos o circunstancias de la vida psicológica del hombre, consideraremos consubstancial e indisolublemente los tres aspectos constituyentes de la conciencia, o sea, la voluntad, el amor y la inteligencia. La analogía, una Ley fundamental de nuestro Universo, es pues correcta en el caso especial que nos ocupa y hay que decir claramente que Shamballa, morada del Señor del Mundo, es, en Su elevada trascendencia, el Centro de la Voluntad de Dios, así como la Jerarquía planetaria constituye el Centro de su infinito Amor y la Humanidad, como un todo, el Centro a través del cual Dios expresa su energía mental, inteligente y creadora.

Sin poder entrar mucho en detalles acerca de Shamballa, que para los discípulos y aún para los Iniciados constituye todavía “el lugar mas secreto” de sus pesquisas y de su búsqueda espiritual, deberé referirme a este Centro muy frecuentemente para clarificar ciertos puntos, como por ejemplo los que hacen referencia al “fuego eléctrico” de la INICIACIÓN, cuya naturaleza logoica o divina constituye la inspiración máxima y el punto de atención supremo de todos aquellos que firme y sinceramente quieren transformar espiritualmente sus vidas. La experiencia iniciática puede ser descrita como “la transformación espiritual del hombre por la acción del fuego eléctrico”.

El Ashrama y los Misterios

Ateniéndonos a las sagradas reglas de la sabiduría hermética, leyes ineludibles para el discípulo, debemos decir que la misión principal de un Ashrama es el restablecimiento de los Misterios Sagrados de la Divinidad, debiendo entender concretamente por Misterio el Poder celestial revelado progresivamente en el hombre. Este es el más grande de los poderes, aquel que hizo exclamar al Cristo “Buscad primero el Reino de Dios…”, el que está más allá y por encima de todas las cualidades y facultades que pueda desarrollar el hombre.

La riqueza, símbolo de poder en todos los planos de desarrollo de esta entidad que llamamos hombre, sólo tiene un valor muy relativo y circunstancial. Las grandes posesiones materiales, las grandes conquistas intelectuales, las potentes emociones del idealismo creador, las más exaltadas facultades psíquicas, etc., son algo inherente a los vehículos de manifestación del Alma, sus reflejos en los tres mundos, pero a menos que no descansen sobre una potente base de recta intención y de sinceros propósitos de vida (las verdaderas llaves del Reino), tales riquezas serán sólo un lastre que impedirá que el Alma del aspirante se remonte y pueda gozar del privilegio de un Misterio revelado.

El símbolo claro de un Misterio se aprecia en la Naturaleza, en sus manifestaciones armónicas y cíclicas. De la misma manera que los antiguos templos iniciáticos adoptaban en sus enseñanzas el orden cíclico y natural y consideraban el cuerpo humano como símbolo supremo del Universo, así el hombre cuyo cuerpo, por la Gracia divina es “un Contenedor de Misterios”, debe habituarse a reflejar en sí mismo y en sus relaciones, la armonía y el equilibrio de la Naturaleza. De ahí que la expresión habitual y más gráfica de un Iniciado, es decir, de Alguien que ha colmado en Sí mismo la expresión de un Misterio universal, es de CONTEMPLACIÓN. Contemplar es reproducir por semejanza la magnitud divina de lo que revela la Naturaleza.

Una de las prácticas asiduas del Ashrama en este orden de cosas, es la técnica de la contemplación. El Maestro la define “técnica sagrada de contacto” y su expresión más concreta, la que se halla en la base de muchas vidas humanas, místicas, filosóficas y esotéricas, la define “serena expectación”, siendo sus fases iniciales, en lo que al común de los aspirantes se refiere, la práctica del silencio; silencio de palabras, silencio de deseos y silencio de pensamientos.

Así, la base de un Misterio descansa siempre en las normas clásicas de purificación; sencillez de mente, pureza de corazón, humildad sincera, humanidad exquisita. No tienen mucho valor en este sentido los grandes alardes intelectuales o técnicas de ciertas mentes que el vulgo considera “privilegiadas”, o las grandes posesiones materiales cuyo poder se disputan la mayoría de los hombres. El Misterio está infinitamente más allá de todas estas cosas; es la Luz que viene de lo Alto, el Poder que renueva, “el Grito Lejano” que resuena únicamente en el corazón de quienes mucho han sufrido y experimentado. Y, pese a todo ello, el Misterio está aquí, en lo más inmediato, presente en todo cuanto existe y en la expresión de toda humana característica. Respecto a esta cuestión nos dijo el Maestro un día: “No hay que buscar el Misterio o conjunto de Misterios, como una conquista humana sino como una herencia divina. Dejad pues que el Misterio se haga carne en vosotros, dejad de ofrecerle resistencia. Quiero significaros con ello que no debéis tratar de vivir en Cristo, a la manera tradicional sino que Cristo viva en vosotros. No invirtáis términos pues estos confunden. En definitiva, el MISTERIO sois vosotros mismos, y como el MISTERIO, que es la Vida de Dios, está también en todas las cosas, en la justa medida que dejáis de oponeros a los hechos, personas, acontecimientos, estados de ánimo, etc., la gloria del Misterio surgirá de vuestro interior y se derramará sobre el mundo que os rodea como una
bendición”.

Como verán, nunca nos habla el Maestro con palabras técnicas. “La técnica -nos dice- es solamente un intento de expresar AQUÉLLO que jamás podrá expresarse por medios técnicos. La técnica es de índole fragmentaria y sólo cuando esta técnica es tan exquisitamente depurada que queda reducida al símbolo o al axioma, AQUÉLLO hacia lo cual tiende la Naturaleza entera, empieza a tener cierto significado mental como base de futuras interpretaciones. Sed pues parcos en palabras para que vuestro entendimiento sea libre. Amad más el silencio que las palabras, más la parquedad y la circunspección que la profusa variedad de conceptos y vanos tecnicismos. Si así lo hacéis, si educáis vuestro entendimiento en la gran calma del silencio, vuestras palabras surgidas del interior o modeladas con la arcilla de tantos y tan variados comentarios, tendrán asimismo el valor del Verbo”.

Las palabras del Maestro, contenedoras siempre del verbo esencial, del Espíritu Santo que se vierte en la Copa mística del Grial o del Cáliz sagrado, entran siempre en nuestro corazón por vía directa. Es la Voz de la directa interpelación. Es por tal motivo que cada uno de los miembros del Ashrama “escucha” al Maestro en su propia lengua, en la lengua nativa con la que aprendieron a pensar. Son palabras y voces totalmente familiares que penetran profundamente en nuestras mentes y se graban en el cerebro físico con caracteres imborrables. Yo particularmente “escucho” al Maestro en catalán, mi lengua materna, y si bien los conceptos emitidos por el Maestro contienen siempre un tipo especial de enseñanza, el más apropiado según el orden cíclico o astrológico del momento en que se emite, cada uno de nosotros recibirá en su interior -siempre por vía directa- el sentido más idóneo y necesario para futuros desenvolvimientos.

Verbo y Cáliz en su aceptación mística y esotérica son los símbolos del Alma del hombre y de sus instrumentos de manifestación, los tres cuerpos de expresión en los tres mundos de la evolución humana, o sea, la mente concreta, el cuerpo de deseos y emociones y el vehículo físico en sus diferentes densidades. Es obvio, sin embargo, que la mayoría de los aspirantes mundiales se sienten más atraídos por los ornamentos -más o menos vistosos del Cáliz- y dan más importancia al Tabernáculo que a la Fuerza divina contenida en su interior. El Verbo queda confinado así en las regiones sutiles del entendimiento, como la promesa de algo vago y remoto y raras veces se le actualiza como una realidad viva y palpitante, presente en todos y cada uno de los hechos de la vida cotidiana. Es de esta manera que se pierden las grandes oportunidades de la vida espiritual, quedando circunscripta la expresión natural del discipulado a regiones inaccesibles de sueño y fantasías.

La relación VERBO-CÁLIZ, ESPÍRITU-FORMA, DIOS-HOMBRE, está siempre en la base profunda de los Misterios. El Misterio más elevado es aquel en que desaparece esta conciencia de dualidad y sólo la UNIDAD preside el eterno proceso de la Vida. En el momento en que el Adorador y el Adorado se confunden en un sólo Cuerpo místico de Realidad universal, puede decirse que ha sido consumado en el hombre la plenitud del Misterio. Existirá entonces todavía quizás una Forma, un Cuerpo, una Expresión, un Cáliz o Tabernáculo, pero esta FORMA estará para siempre poseída y gobernada por el Espíritu de Dios.

Los símbolos del Verbo y del Cáliz, del Espíritu y de la Materia, del Contenedor y del Contenido, del Adorador y del Amado, del matrimonio místico de la iglesia cristiana, como de todos los símbolos que expresan una dualidad que busca su unidad esencial en otro aspecto de dualidad distinta, son condiciones implícitas en los Misterios, ya sean éstos de cualidad menor, propios de aspirantes y discípulos en probación, o de cualidad mayor, tales como los que afanosamente buscan y exteriorizan los verdaderos Iniciados.

Por primera vez en el devenir de su vida evolutiva y en la augusta paz y sereno retiro de un Ashrama, siente un día el discípulo la necesidad de invocar el poder del fuego creador de un misterio, como elemento de vinculación con todas las fuerzas de la Naturaleza. Se le abre entonces un camino, en el que la mente concreta o intelectual no le sirve ya para otra cosa, que como un vehículo de relación humana y de transmisor de verdades, es decir como un instrumento de expansión de los fuegos menores. No hay que olvidar que el fuego es el único agente de liberación de vida. Naturalmente que no se alude al fuego físico, que sólo elementos materiales puede quemar o liberar, sino al fuego espiritual del cual la electricidad, tal como se conoce, es sólo un débil indicio externo. El fuego espiritual es invocado solamente, siempre bajo la experta guía del Maestro, en etapas bien definidas de entrenamiento en un Ashrama. Por su alto poder vinculativo con la vida de la Deidad este fuego permanece oculto, todavía en latencia en la inmensa mayoría de los seres humanos. En estos últimos -el fuego espiritual es casi un punto oscuro en la noche de la vida instintiva, en los aspirantes espirituales es un indicio, una aurora que empieza a surgir del oscuro horizonte; en el discípulo en probación un estímulo que lo impulsa hacia adelante, en el discípulo aceptado una serpiente a la que se ha de vencer y dominar y en el Iniciado un Poder universal progresivamente revelado a través de los Misterios. Pero, todos estos grados de expresión del Fuego Creador, simbólicamente definidos, marcan indefectiblemente el Sendero de la vida humana desde que se inicia como tal hasta la más elevada culminación espiritual.

Siendo el fuego el promotor universal de la evolución, es obvio que el secreto de su energía constituye una de las enseñanzas avanzadas del Ashrama y un lazo positivo de unión entre sus miembros, El Maestro puede ser considerado desde este punto de vista como un Sol ígneo cuyos rayos, conteniendo los tres fuegos de la Naturaleza, el físico, el solar y el eléctrico, penetran en el corazón del discípulo y avivan progresivamente el fuego requerido en cada momento de su vida de acuerdo a estados definidos de conciencia. La expresión mística del fuego espiritual produce el verdadero conocimiento e incluso el aire está lleno de una especie particular de fuego. Es por medio de éste que las formas de pensamiento emitidas por el hombre tienen adecuado y positivo poder, ya sea en favor o en contra de los intereses evolutivos de la humanidad. Esto puede parecer misterioso o quizá falto de sentido, pero obedece a verdades que se manifiestan constantemente a nuestro alrededor y en nuestras vidas, gracias al misterio infinito de la fraternal vinculación de la cual la telepatía, en sus aspectos superiores, es un elevado exponente.

La Iniciación, esta gran meta del hombre, está regida inexorablemente por el Poder del Fuego Eléctrico. Al presenciar diversos miembros del Ashrama, la iniciación de uno de los hermanos de grupo, se apreció claramente cómo los cuerpos sutiles y los centros de fuerza de éste eran como ascuas de fuego y su Poder se extendía en acentuadas llamaradas de un blanco-azulado intensísimo, más allá del cuerpo mental, en tanto que Aquél que es la Luz del Mundo, mantenía sobre ciertos puntos del cuerpo causal el Cetro iniciático.

En la vida del Ashrama se aprende a controlar el poder de los fuegos; desde el pequeño fuego de la vida personal hasta el fuego espiritual que desde los planos superiores converge sobre nuestro Yo superior. No hay que olvidar que quien logra controlar el triple Fuego puede controlar la propia Vida, pues todas las cosas creadas están vivificadas por Él. Las distintas gradaciones humanas marcan el punto clave sobre el cual actúa una cualidad específica de fuego, o el punto en que este fuego se halla detenido. El paso de él a través del hombre marca el progreso evolutivo de la Raza.

Todo discípulo en entrenamiento espiritual conoce esta verdad respecto al Fuego y trata de convertirla en ley de su vida. Los Ashramas de la Jerarquía, si bien no son generadores de este fuego universal son sus adecuados instrumentos de transmisión hacia la vida de la humanidad. Un Ashrama es una reducida aunque exacta representación de la Jerarquía. El Maestro es un Centro de Fuego del Amor de Cristo y los miembros del mismo son expresión ígnea de las constelaciones y del poder de los Rayos. Cristo y sus doce discípulos, los apóstoles, constituían una pequeña congregación que llevaron el Fuego de Amor de Dios a la humanidad. El Nuevo Grupo de Servidores del Mundo, es también una especie de Ashrama por constituir un lazo de unión fraternal entre muchos hombres y mujeres de buena voluntad del mundo, que piensan correctamente y tratan sinceramente de servir y que, por tal motivo, son también vínculos de relación entre la humanidad y la Jerarquía. No es, pues, sin razón que la selección de los miembros de un Ashrama se haga entre los componentes avanzados del Nuevo Grupo de Servidores del Mundo.

El proceso de vinculación espiritual es ciertamente lento aunque seguro y con las grandes expansiones universales del Fuego creador invocado por las potentes radiaciones de la Constelación de Acuario, que empieza a hacer sentir su presión sobre la Tierra; sus efectos tan profundos y drásticos se harán sentir muy pronto haciendo aparecer entre los hijos de los hombres “nuevos Testigos de la Luz” que cooperarán en la aceleración del desarrollo del Plan Evolutivo de la Raza y depositarán la ígnea semilla de una nueva y más fraternal humanidad planetaria.

Pese a la tremenda presión que tiene que soportar actualmente la humanidad, que sacude y conmociona todos los estratos de la vida organizada de los hombres, no hay que sentirse descorazonados. Triunfando en todos los desequilibrios, injusticias y arbitrariedades que podamos apreciar por doquier y directamente a veces también sobre nuestras vidas, no olvidemos nunca que la gran Ley de vinculación fraternal que emana del Corazón Solar, continúa actuando sobre nosotros y nos va modelando incesantemente de acuerdo a aquel infinito Arquetipo de perfección que es nuestro destino final como hijos de los hombres y como destellos ígneos del Gran Fuego Creador del Universo.

El Ashrama y su analogía universal

En ningún Ashrama se persiguen fines distintos a los que marca el proceso evolutivo de la humanidad, ni se crean, como muchos piensan, colosos del entendimiento o de la expresión síquica. Todo se cifra en el Misterio y en la Revelación, y es esto lo que realmente busca la humanidad en todos sus intentos espirituales y sociales. El hecho de que algunos de los hermanos de grupo, dentro o fuera del Ashrama, posean algunos de estos poderes síquicos tan apreciados por las gentes, o que atesoren conocimientos concretos sobre la vida que escapan en mucho a la capacidad técnica de algunos grandes especialistas mundiales, no tiene importancia alguna en el orden esotérico, o sólo muy relativa en todo caso. Se pretende otro género de visión, de cultura y de comportamiento. Si bien no existen aquellas arduas pruebas y disciplinas a que eran sometidos los aspirantes del pasado que anhelaban los Misterios, debido a la aguda sensibilidad de los discípulos de nuestros días, existen no obstante “ciertas reglas y ciertas técnicas de vida” a las que deben sujetarse los que quieren ser fieles a la Logia Blanca del Planeta y a su Ashrama en particular. El entrenamiento así adquirido “para mayor gloria de Dios” conduce como antaño a la gran tarea universal de servicio a nuestros semejantes, de servicio creador a la Raza, otra forma de expresar el gran proceso místico que lleva “de la Oscuridad a la Luz, de lo Irreal a lo Real y de la Muerte a la Inmortalidad”.

Estas últimas palabras contienen el verdadero significado del trabajo oculto de un Ashrama y deben tenerlas siempre presentes cada uno de los miembros del grupo. Cuando estas significaciones han penetrado muy profundamente en sus vidas personales, surge entonces espontánea y natural esta gran llamada del servicio. Éste se sujeta siempre -según normas universales- a las características descollantes de cada uno de los miembros del Ashrama. No se trata de una especialización técnica definida, aunque una técnica natural de trabajo será educida progresivamente, sino de la expresión de las potentes tendencias del Rayo causal o del Alma, más las configuraciones astrológicas de la personalidad del miembro en su encarnación física. En la configuración astrológica se halla la base del futuro tecnicismo; en las cualidades del Rayo causal hallamos la propensión hacia determinadas tareas locales, grupales o mundiales. La resolución de un Misterio, fundamento de la Iniciación, se halla implícita totalmente en la vida de un discípulo, cuando existe en éste un perfecto equilibrio entre inspiración y técnica, entre la cualidad del Rayo Causal a que pertenece y la creciente habilidad para servir al Plan de acuerdo a propensiones kármicas o astrológicas.

Cuando hablo del Ashrama como un reflejo o proyección del Universo, no hago sino atenerme a una Realidad esencial. En efecto, a igual que en la rueda cíclica de nuestro Universo, están presentes los doce signos zodiacales, así cada uno de los miembros de un Ashrama ha de reflejar de una u otra manera el poder de alguna de las doce constelaciones.

Debo decir al respecto y ateniéndome a mi condición particular, que si bien en el orden astrológico personal estoy regido por el signo de Géminis, en el orden espiritual o ashrámico estoy potentemente influenciado por el signo de Libra. Es muy notoria esta diferenciación entre el Rayo del Ego y el que condiciona la triple vida personal. Sólo hay un caso en la vida del Ashrama en que los signos zodiacales del Rayo del Alma y el de la triple vida personal coinciden. Se trata de nuestro hermano R..., condicionado en ambos aspectos por el signo de Sagitario. Esta coincidencia les explicará también por qué cuando el Maestro -por las causas que fueren- no asiste a las reuniones periódicas del Ashrama, sea R... quien, regido poderosamente por el planeta Júpiter, padre universal por excelencia, tome el lugar del Sol (simbólicamente el Maestro) en la mística congregación ashrámica.

Nuestro Universo se rige por una Ley que convenientemente comprendida constituye la base de todo conocimiento esotérico y de toda formulación concreta, la Ley de Analogía. Esta Ley, que Hermes expresó gráficamente en sus palabras: “Igual es arriba que abajo, igual es abajo que arriba”, se refleja claramente en un Ashrama, como se refleja en todas y cada una de las creaciones de la Naturaleza desde el átomo hasta el más exaltado Ser. Un hombre realmente sabio no es sabio por sus conocimientos, sino únicamente en la medida que rija su vida por el dictado de esta ley universal.

Intentamos presentar el Ashrama como una congregación de seres humanos que tratan de incorporar en sus vidas el poder sagrado del axioma “Mirar arriba y ayudar abajo”. Todas las distintas ideas emitidas se basan, si bien se examinan, en el equilibrio de la dualidad Yo superior y yo inferior, el Alma humana y su expresión (la personalidad) en los tres mundos. Cuando este equilibrio es perfecto, lo cual sucede cuando se han aceptado noblemente las bases esenciales de servicio, y la inspiración espiritual halla un eco plenamente responsivo en la técnica humana, surge entonces inevitablemente el factor iniciático; el Misterio en sus distintas interpretaciones es revelado y halla su adecuado cauce de expresión en la vida del discípulo, que ya desde entonces rige su vida por el poder esplendente e indescriptible de la Mónada, el verdadero Espíritu de Unidad y Realidad.

El Ashrama al que tenemos el honor de pertenecer tiene doce componentes, y al revelar algunos de sus detalles contamos con la aprobación anticipada del Maestro.

Esto no quiere decir que sean solamente doce los discípulos del segundo Rayo que reciben entrenamiento espiritual superior en la actualidad. Nos referimos siempre a nuestro Ashrama, y no a otros Ashramas del segundo Rayo existentes en “otros lugares en el tiempo” dentro del aura espiritual del planeta. Es interesante recordar, sin embargo, que el número doce es eminentemente cíclico y que condiciona en gran medida la expresión de vida universal. No es en manera alguna casual el hecho de que sean doce las constelaciones que influencian a nuestro planeta en su viaje alrededor del sol, ni que sean por lo tanto doce los meses que constituyen el año cíclico planetario. No olviden tampoco, ya que es eminentemente simbólico, que fueron doce los discípulos de Jesús, doce las tribus de Israel, doce “los trabajos de Hércules”, etc. La coincidencia -caso de que pueda llamarse coincidencia al hecho de aplicar la ley hermética de analogía- es realmente interesante.

En el Ashrama, el Maestro, igual que el sol en el sistema planetario, ocupa siempre el centro de nuestra mística congregación. Como dato verdaderamente curioso, aunque esotéricamente de orden natural, reseñamos que cada uno de los miembros componentes del grupo ve siempre al Maestro ante sí, y que cada uno recibe de sus Palabras lo más interesante, práctico y útil para su particular enseñanza y desenvolvimiento. En efecto, cada miembro del Ashrama se siente particularmente aludido, como si el Maestro le hablara única y exclusivamente a él y en su propia lengua. Este es uno de los grandes misterios de la vida espiritual, a partir del cual empieza a perfilarse de hecho el verdadero sentido de la vinculación interna entre el Maestro y el discípulo. Acercarse al corazón del Maestro implica acercarse al Gran Misterio de Unidad Universal en donde el lenguaje, o Verbo Creador, es una prolongación viva del Propósito y un agente de liberación de la necesidad kármica.

A muchos les parecerán extrañas ciertas definiciones en lo que respecta a nuestro Ashrama, pero es necesario tener en cuenta que en el “lugar en el tiempo” ocupado por el mismo han sido rebasadas las tres dimensiones del mundo físico corriente y que muchas de mis explicaciones carecerán de un orden racional, si no tratan de adaptarse lo más posible al ritmo de lo interno y elevar las concepciones mentales tan alto como les sea posible.

Hay algo, sin embargo, que puede ser comprendido en forma concreta. Se refiere al hecho de que los Ashramas y el proceso posterior iniciático existen para satisfacer ciertas necesidades específicas de “aceleración” de la evolución planetaria. Este proceso de “aceleración” del ritmo de evolución del planeta se inició hace muchas edades con la llegada a la tierra, procedentes del planeta Venus, de Aquellas Excelsas Entidades definidas esotéricamente con el misterioso nombre de “Los Señores de la Llama”. No es preciso extendernos en pormenores acerca de este hecho, al que aludimos anteriormente.

Debo significar, sin embargo, que el proceso de “aceleración” de la evolución planetaria, iniciada por SANAT KUMARA (El Señor del Mundo) y sus tres Discípulos, continúa actuando incesantemente sobre la Humanidad en todos sus niveles. Una de sus expresiones más elevadas son los Ashramas, el consecuente proceso iniciático y la existencia de la propia Jerarquía. Actúa también incesantemente sobre el reino dévico, esta evolución que desde los mundos ocultos condiciona la vida de la Naturaleza en todos sus aspectos expresivos. Se trata de un reino desconocido para la inmensa mayoría de la humanidad, pero por su estrecha vinculación con el reino humano constituye un campo necesario de investigación para el discípulo en entrenamiento espiritual avanzado, con el que debe tomar contacto consciente antes de recibir la iniciación.

La enseñanza en el Ashrama

Cuando hablamos de actividades ashrámicas la referencia es siempre a un Ashrama del Segundo Rayo de Amor-Sabiduría, una de cuyas principales funciones creadoras conforme al orden planetario y dentro de la vida organizada de la humanidad, es la de la enseñanza; enseñanza espiritual e intelectual. Se trata de dos claras y definidas vertientes, tan necesarias la una como la otra para el desarrollo mental de la conciencia humana.

Hay una gran oportunidad de servicio para aquellos miembros del Ashrama y, analógicamente, de todos los Ashramas de Segundo Rayo en el mundo, dedicados a la enseñanza, ya sea por vocación natural, por predisposiciones kármicas o por el rayo específico y condicionante de sus mentes.

Ambos tipos de educación, intelectual y espiritual, no se contradicen, sino que se complementan. Son fases distintas de un mismo proceso creador. Todas las enseñanzas, concretas o abstractas, son consustanciales y se hallan implícitas en la Mente divina. Los grados de densidad de las ideas, arrancando de los grandes Arquetipos abstractos hasta llegar a lo más denso de la intelectualidad humana, obedecen más al espíritu de función que al de jerarquía. Con ello queremos decir que toda sustancia mental es pura esencialmente, ya sea sutil, ligera, compacta o densa; lo que nos interesa desarrollar en todo caso es una correcta función para cada tipo de enseñanza o de sutilidad mental, que cada uno de nosotros adquiera la habilidad de ser creadoramente consciente cuando esté pensando, o utilizando la sustancia mental de la que están revestidas todas las ideas y pensamientos de los hombres.

El intelecto, constituido de sustancia mental más densa, es el instrumento del Alma y Yo superior, quien, a su vez, recibe las impresiones arquetípicas o abstractas provenientes de la Mente superior o aspecto mental de la Tríada que, en su conjunto (atma-budhi-manas) constituye aquello que esotéricamente definimos como “conciencia monádica” o de unidad universal.

Algunos discípulos pertenecientes a Ashramas del Segundo Rayo se capacitan para el tipo de enseñanza concreta o intelectual y este entrenamiento es muy precioso habida cuenta la necesidad mundial de conocimiento concreto, base de la cultura de los pueblos y factor controlador de las emociones humanas. Otros discípulos se dedican, siempre por “predisposiciones naturales”, a la enseñanza espiritual, la cual se extiende a áreas que escapan comúnmente al discernimiento normal y corriente de los seres humanos. Se precisa una alta capacitación técnica de meditación y un gran propósito de vida espiritual para poder rasgar “la nube de conocimientos superiores” o abstractos y penetrar en la zona mental intuitiva, dentro de la cual se agitan los arquetipos divinos que rigen el destino de la raza de los hombres.

A esta zona mental de alta frecuencia espiritual o de tensión creadora, sólo puede llegar la personalidad humana, cuando logra establecer contacto definido y consciente con su Alma solar o Yo divino. Implica, pues, “una elevada y enaltecida visión espiritual y una sostenida persistencia en el noble afán de la búsqueda”. Estos contactos fugaces al principio, pero más frecuentes y continuados luego, implican una manipulación consciente de fuerzas y energías que el esoterismo define técnicamente. La ciencia esotérica es la ciencia del contacto entre las fuerzas materiales y psíquicas de la pequeña personalidad en los tres mundos y las energías espirituales de su inmediato Padre en los Cielos, el Alma, el Yo superior o Ángel Solar, con todas las delicadas implicaciones que tal contacto entraña para el proceso evolutivo de la Raza.

Algunos de los miembros del Ashrama poseen una especializada y vigorosa constitución mental y debido a su experiencia espiritual, a sus tendencias naturales y a definidas influencias de determinados tipos de Rayo, atesoran grandes conocimientos culturales que a través de un muy bien especializado intelecto les permite llegar a un considerable número de personas. El campo intelectual y el mundo del conocimiento concreto constituyen mayormente el área específica de su servicio, dentro de la actividad ashrámica. Pero no olvidemos que la luz del Ashrama, la santa bendición del Maestro y su contacto con el Centro de Luz de la Jerarquía, están presidiendo constantemente todas y cada una de sus actividades. En la obra de estructuración del Plan de la Jerarquía en el mundo se necesita esta sólida base de conocimiento concreto para apoyar más adelante las elevadas verdades universales o arquetípicas.

Los miembros del Ashrama que por influencia del rayo de su mente y de su propia capacitación espiritual se han especializado en el segundo tipo de enseñanza, o sea el espiritual, trabajan con más “selectas minorías”, con personas cuyo intelecto a fuerza de discernir se ha abierto a las impresiones superiores o intuitivas de la mente, a través de sus propias Almas. El centro de irradiación espiritual de esta enseñanza es mucho más amplio, sutil y profundo que en el caso anterior, o intelectual, pero sólo son conscientes del mismo un reducido número de personas. Se trata de aquellas que místicamente se hallan preparadas para ponerse en contacto con el Maestro (el Maestro que ha de conducirlas a la Iniciación) e ingresar en un Ashrama de la Jerarquía. En todo caso, tal tipo de enseñanza adquiere un carácter muy subjetivo y específico y entraña, en determinada etapa, el desarrollo de la facultad telepática, uno de los poderes psíquicos que ha de poseer forzosamente el discípulo en entrenamiento espiritual para ponerse en contacto con su Maestro y con las elevadas corrientes de energía mental que emanan de la Jerarquía, así como con sus hermanos de grupo y necesidades subjetivas mundiales.

Cuando el discípulo de Segundo Rayo, dedicado al tipo de enseñanza espiritual o esotérico, entra en contacto con otras personas en las cuales empieza a actuar el principio divino de reconocimiento interno, se establece automáticamente una relación magnética espiritual que crea la base de un karma trascendente para el futuro. Es precisamente esta relación magnética, que en la mayoría de los casos es el “recuerdo” de ciertas definidas relaciones kármicas del pasado, la que origina aquel vínculo de carácter selectivo que culmina en el centro de Luz de un Ashrama y en el contacto con el Maestro.

El trabajo con “selectas minorías” y aún el propio trabajo de “selección” del Maestro, de los miembros que han de constituir su Ashrama, se fundamenta frecuentemente en las repercusiones kármicas del pasado. Se puede decir que dentro del Ashrama todos son “amigos de antaño”, no simplemente conocidas de una existencia terrestre, sin querer indicar con esta última expresión que pueda existir separatividad o prevención alguna respecto a los demás aspirantes espirituales y discípulos del mundo con quienes no nos ligan karmas de vidas anteriores o que pertenezcan a Ashramas regidos por distinto Rayo. Hay que recordar aquí algo que dijo el Maestro en cierta ocasión: “...el trabajo y el servicio que une y compenetra a los discípulos entre sí y con su Maestro, tiene su origen en el karma del pasado y este karma trascendente es compartido, incluso, por los propios LOGOS creadores de los mundos y de los universos que oscilan en el Cosmos infinito”.

Cuando el Maestro imparte enseñanza a sus discípulos, sugiere siempre lo esencial y más oportuno para la obra que debe realizan cada uno en el mundo. Posteriormente entra en acción la conciencia cerebral o física, que recoge de la enseñanza lo que puede ser actualizado inmediatamente para el servicio a los demás. Y es en este centro de conciencia cerebral en donde se definen las dos grandes corrientes de servicio del Ashrama, dentro del Plan de enseñanza que el Maestro ha impartido, una intelectual apta para la mayoría y que abarca sin distinción a todas las personas cultas del mundo, y otra eminentemente espiritual o esotérica que forzosamente sólo podrá llegar a pequeños núcleos o minorías selectas en el orden espiritual.

El Ashrama es algo completo en su aspecto de función integradora de la vida. Es el árbol con frutos de intuición pero firmemente apoyado y sustentado en terrenos de conocimiento material o concreto de la vida. Sus miembros sólo persiguen un definido propósito, amarse mucho y sinceramente entre ellos tal como enseñó y practicó Cristo entre Sus discípulos, y servir íntegramente al mundo, llevados por la inspiración del Alma, cuyo instinto natural de Amor sólo puede ofrecer frutos de abnegación, de servicio y sacrificio.

 

 

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