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Vicente Beltrán Anglada


A Anna Llucià i Montaner

Ven aquí, más arriba de las cumbres
que coronan las nieves sempiternas
más arriba de cuanto alcanza el ave,
más arriba del sol y las estrellas…

Vicente Beltrán Anglada


 

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MIS EXPERIENCIAS ESPIRITUALES
(Narraciones Esotéricas)


 
PARTE SEGUNDA

Experiencias Dévicas de Orden Corriente

Experiencias Dévicas de Tipo Superior



2.01 Las Experiencias Dévicas

Todas las narraciones incluidas en este libro deberán tener lógicamente un matiz de carácter psíquico aunque algunas de ellas, tales como las que hacen referencia a contactos con Ángeles de gran elevación espiritual, constituyen experiencias de alta trascendencia y dan razón de la indescriptible Vida, silenciosa y oculta, que vibra en cada uno de los niveles de la Naturaleza.

Las experiencias dévicas o angélicas son más comunes de lo que corrientemente se cree o se admite, dada la estrechísima relación e íntima vinculación existente entre la humanidad y el Reino de los Ángeles. Debo decir al respecto, que no existe fenómeno alguno en la vida de la Naturaleza, incluidos aquéllos que denominamos parapsicológicos o paranormales, en cuyas motivaciones ocultas no se halle la actividad de un deva o de un grupo de devas. Investigaciones posteriores de la Ciencia en el dominio de la llamada cuarta dimensión, aclararán este punto que todavía hoy aparece como un misterio o como “un secreto del espacio”, tal como solemos denominarlo en nuestra congregación ashrámica. Tal como digo en el Prefacio de este libro, la intervención angélica es notoria y muy corriente en la vida de cualquier ser humano. Ocurre, sin embargo, que vivimos muy distraídos, enfocados únicamente en nuestros pequeños problemas personales o bien que temperamentalmente somos muy miedosos y no nos atrae demasiado la idea de investigar la razón oculta de los hechos, ya sean de carácter psicológico o de procedencia oculta. Hay que aceptar crecientemente la coyuntura de afrontar los hechos y las circunstancias tal como se presenten a nuestra consideración, muy atentamente y sin miedo. Yo tuve que esforzarme para llegar a admitirlo de manera muy franca, honesta y directa. De no ser así, seguramente que el contenido de este libro hubiese resultado del todo punto imposible concretar. Todo él rebosa, si Uds. lo analizan, una gran atención y una ausencia absoluta de miedo.

Ahora bien, el hecho de haber dividido las experiencias dévicas en dos grupos, de orden corriente el uno y de tipo superior el otro, obedece a razones espirituales de plano o de nivel. El Reino de los Ángeles es extraordinariamente dilatado y cubre las necesidades expresivas de la Naturaleza desde el nivel elemental, en donde son creadas las estructuras químicas de los átomos, hasta los más elevados niveles del Sistema solar en donde realizan su incomprensible misión los grandes Arcángeles y los poderosos e insignes Mahadevas. Por las características específicas de los relatos se darán cuenta Uds. del nivel de expresión dévica en que tuvieron lugar las sucesivas experiencias y hasta es posible que en la lectura de los mismos hallen Uds. expuestas algunas circunstancias íntimas, análogas o muy parecidas a las vividas por Uds. en alguna época particular de sus existencias kármicas. Veamos pues, algunas de estas experiencias de carácter dévico.


2.02 El Duendecillo de mi Hogar

Tengo en mi casa casi permanentemente a un pequeño elemental de estos que el vulgo suele denominar “duendes”. Es bastante ingenioso y posee mucho poder etérico. En el pasado imitaba tan bien el sonido del teléfono o el timbre de la puerta que muchas veces nos engañaba. Cuando me di cuenta de su presencia juguetona le advertí muy seriamente de que no le permitiría sus intromisiones en la vida pacífica del hogar. Pareció comprenderme perfectamente y salvo algunos pequeños ruidos que frecuentemente suele hacer, más por dar fe de su presencia que por ánimo de molestar, dejó de impresionar nuestros sentidos y sólo se permite juguetear cuando tenemos alguna visita en nuestra casa. El otro día provocó perfectamente el ruido de un gran número de platos rompiéndose contra el suelo. Todos corrieron hacia la cocina pero, naturalmente, nada había pasado, con gran extrañeza de los visitantes. Otro día hizo explotar un plato de estos de cristal “Pirex”, aprovechando que el ambiente externo estaba muy cargado de electricidad estática, lo cual le valió una enérgica reprimenda de mi parte y la amenaza de no permitirle la entrada en la casa. La electricidad estática y las corrientes telúricas son energías muy propicias para la actividad de los duendecillos del hogar, los cuales pueden de esta manera mover objetos, cerrar puertas con estrépito con el consiguiente sobresalto de las personas o provocar toda serie de ruidos imitando con entera perfección los que suelen producirse en todas las casas, teléfono, timbres, caída de objetos, silbidos, etc. Hay que darse cuenta, sin embargo, que tales duendecillos no tienen malas intenciones y sólo desean impresionar los sentidos para dar fe de su presencia o intervenir a su manera en las incidencias múltiples del hogar.

Estos pequeños devas de la tierra son una variedad de los gnomos o enanitos de los bosques. Su diferenciación reside en el hecho de que se sienten potentemente atraídos a los hogares de los seres humanos, con preferencia en los que hay niños y animales domésticos con quienes suelen juguetear... Estuve en una casa en la que uno de estos pequeños enanitos solía tirar de la cola del gato.  Los moradores de la misma no se daban cuenta de esta circunstancia y extrañaban la actitud del gato, el cual de improviso y sin causa aparente daba tremendos bufidos con los pelos del cuerpo enteramente erizados. No hay que olvidar que los animales domésticos son muy psíquicos y que ven perfectamente cuanto ocurre en los bajos niveles del plano astral, ya que están desarrollando ahora su conciencia instintiva y que esta conciencia se halla alojada en el centro del plexo solar, el cual actúa a manera de cerebro dentro de los animales. El desarrollo de su cuerpo psíquico hace que los animales sean muy sensibles a las actividades astrales de los duendecillos del hogar y creo que todos Uds. habrán notado a veces algo raro en la conducta de sus animales doméstico, caso que los tengan. Los duendes del hogar, al igual que las distintas especies de gnomos, extraen la energía que necesitan para provocar fenómenos físicos de la infinita reserva existente en los subplanos inferiores del plano astral, condensándola luego etéricamente hasta hacerla tan tangible como para poder producir y determinar los mil fenómenos ambientales capaces de ser percibidos con la vista y el oído y, a veces, hasta con el tacto si una persona es lo suficientemente sensitiva.

Nuestro duende ha formalizado un cierto lazo familiar con nosotros. No está permanentemente en casa, pues no tenemos ni niños ni animales y, al parecer, nuestras conversaciones esotéricas no le agradan mucho. Pero, regularmente acude por aquí y muchas veces cuando estoy escribiendo en el despacho, suele dar fe de su presencia con unos suaves golpecitos en la lámpara o en el respaldo del sillón en donde efectúo mis meditaciones. Acojo su presencia con agrado pues demuestra que posee un cierto sentido de la amistad, aunque le ruego que me deje trabajar en paz.

Bueno, Uds. se preguntarán quizás por qué me detengo en la narración de estas experiencias, tan aparentemente superficiales. Pues bien, lo hago principalmente para disipar el miedo que suelen causar estas presencias invisibles dentro de las casas. Los inoportunos ruidos que solemos oír, el movimiento de objetos variados, la caída de las cosas más diversas, etc., son sólo indicaciones de que alguno de tales duendecillos del hogar quiere hacer sentir su presencia. No hay que temerles, antes bien, acogerles con cariño y rogarles mentalmente que se comporten con la debida compostura, tal como solemos hacer con los niños cuando realizan alguna travesura. Un día comprenderá el ser humano que estos pequeños devas del hogar forman parte -en cierta manera y hasta cierto punto- del contexto familiar y que, a igual que los animales domésticos, deben hallar en nuestros hogares el aliciente vivo de su propia evolución espiritual.

No es este naturalmente el caso de otro tipo de devas, etéricos o astrales, que suelen aparecer de vez en cuando en nuestros ambientes sociales, con intenciones muy distintas a las de los simpáticos duendecillos del hogar. Tales devas suelen aparecer cuando los ambientes de las casas se hallan enrarecidos por efecto de las frecuentes disputas y tensiones en el seno de las mismas, tan frecuentes en épocas de grandes depresiones económicas, y se alimentan -utilizo muy intencionadamente esta palabra- de las vibraciones pesadas de que se hallan impregnados aquellos ambientes familiares o de carácter social. Incidencias astrales de nivel psicológico inferior suelen ser el incentivo que mueve a esta especie de devas, cuya evolución espiritual está en orden con aquellas alteraciones psíquicas indeseables y fácilmente se introducen a través de ellas en los ambientes familiares y grupales, creando situaciones inarmónicas y constituyéndose -caso de que tales alteraciones sean constantes- en moradores permanentes de aquellos ambientes dentro de los cuales pululan y hallan el placer que exigen sus naturalezas dévicas inferiores.

En las casas llamadas “encantadas” el vidente entrenado suele percibir grandes cantidades de estos devas inferiores, los cuales utilizan las fuerzas psíquicas engendradas por seres humanos en épocas anteriores, llenas de tensiones y egoísmos, para determinar ciertos fenómenos físicos, singularmente de carácter acústico, tales como ruido de muebles que son arrastrados, puertas que se cierran con estrépito, chirriar de cadenas, golpes en las paredes, etc. Ese tipo de devas poseen gran poder en los niveles etéricos acústicos y aunque no se les puede percibir a menos de que se posea clarividencia astral muy desarrollada, su presencia es muy notoria y suele infundir pavor a las personas que eventualmente visitan tales casas o tales ambientes. Los moradores de las mismas suelen habituarse finalmente a tales presencias psíquicas poco recomendables y ya no hacen caso ni de los ruidos ni de la notoriedad de sus expresiones. Sin embargo, y tal como me ha sido posible comprobar, la presión subjetiva constante de tales entidades en los ambientes familiares que los atraen, suele ser muy negativa y es muy raro no hallar personas enfermas en los mismos y una gran melancolía ambiental que se extiende a la expresión psicológica de las personas que allí habitan. Yo recomendaría, por tanto, cambiar de domicilio a las personas que viven en casas “habitadas por ese tipo de devas inferiores”, las cuales suelen alquilarse a muy bajo precio y tientan a veces el interés económico de ciertas familias, de condición muy humilde y sin grandes recursos monetarios, o bien que solicitasen la ayuda de alguna persona esotéricamente capacitada para ahuyentar de tales casas a estas perniciosas entidades astrales.


2.03 Las Ondinas de las Aguas
[N.B.: ver Iguazú ]

La primera vez que establecí un contacto visual consciente con algunas de estas bellas criaturas etéricas fue en ocasión de la Exposición Internacional de Barcelona, del año 1929. Mi padre me había llevado a visitarla y, naturalmente y tal como hacía todo el mundo nos quedamos hasta la noche para ver la Fuente Luminosa Central, un verdadero prodigio de técnica a cargo del “mago de la Luz” - tal como sería denominado después de realizar esta verdadera obra de arte-, el ingeniero Don Carlos Buhigas. Fue como resultado de la contemplación de los juegos de luz dentro del agua que pude percibir dentro y fuera de las grandes cascadas de impresionante y líquido colorido, a un numeroso grupo de bellos y extraños seres que retozaban alegremente dentro del agua subiendo y bajando a través de los grandes surtidores y cascadas. Esta visión me pareció muy natural por cuanto en sueños había tenido la percepción de imágenes parecidas. Así, cuando con sencillez infantil comenté con mi padre la graciosa belleza de aquellas diminutas criaturas dévicas que retozaban y jugueteaban tejiendo hermosos e incomparables dibujos con la espuma de las aguas, éste me respondió que solamente veía agua y que no exaltara tanto mi imaginación, pues esto era malo para la salud y que además la gente me creería loco. Total que esta primera experiencia física de percepción de las ondinas de las aguas quedó profundamente amargada por la incomprensión de mi padre, el cual, naturalmente y sin mala intención de su parte, se había limitado a enjuiciar las cosas desde el ángulo de vista de lo que él consideraba una imaginación excesivamente exaltada. El resultado de esta experiencia fue que mi padre quemase en el patio de mi casa todos los libros que hacían referencia a hadas, gnomos y espíritus de la Naturaleza y que yo solía leer con agradable empeño. Mi disgusto fue muy grande, ya que yo no podía comprender la reacción brutal de mi padre hacia algo que yo consideraba tan natural y verdadero. Después de esta experiencia, aprendí a callar y a guardar únicamente para mí el secreto íntimo de mis percepciones extrasensibles. Sin embargo, todavía recuerdo ahora perfectamente la grácil belleza y armonía de movimientos de aquellas preciosas ondinas desplazándose alegremente por entre la coloreada espuma de los grandes surtidores de la Fuente monumental de la Exposición Internacional de Barcelona...

2.04  Las Fuerzas Elementales de la Naturaleza

Durante el curso de mi entrenamiento espiritual en orden a la ley del discipulado, hasta que me fue posible ingresar en un Ashrama de la Jerarquía, con cuyo acontecimiento espiritual culminaba una época singularmente difícil de mi vida, tuve oportunidad de establecer contactos angélicos en distintos y variados niveles de vibración. Debo relatar, en primer término, los contactos dévicos realizados mediante la intervención directa del Maestro en los subplanos etéricos del plano físico, coincidiendo con ciertas fases de entrenamiento ashrámico, cuando por las circunstancias de nuestro propio estado de discípulo aceptado, debíamos trabajar con las fuerzas elementales de la Naturaleza, los espíritus de la tierra, las ondinas de las aguas, las salamandras del fuego y las sílfides del aire. Estas criaturas etéricas -según nos iba explicando el Maestro- eran las fuerzas vivas de la Creación, la substancia medular que constituía la estructura física del Universo y la base angular donde se apoyaba el karma espiritual del Logos... Este proceso fue singularmente largo, pero extremadamente interesante, ya que durante el curso del mismo teníamos que aprender a conocer la multiplicidad de formas dévicas de cada especie y de cada uno de los Devas mayores que guiaban su espiritual evolución. Los menos asequibles eran los espíritus de la tierra, una especie de gnomos diminutos más pequeños todavía que aquéllos que conocemos tradicionalmente bajo el nombre de “enanitos de los bosques" que cuidan de la construcción del musgo de los suelos húmedos, de las hierbas y de las pequeñas plantas. Alguna variedad de tales espíritus de la tierra se adaptaban sin embargo muy dócilmente a nuestras investigaciones y lo hacían a veces adoptando las más grotescas posiciones en el espacio, con lo cual al parecer se divertían y expresaban al propio tiempo un sentimiento de amistad hacia nosotros. Las ondinas de las aguas eran muy bellas y tomaban el color que ambientaba el elemento líquido en donde realizan su evolución, los pequeños riachuelos, los lagos o las orillas de los mares. Las había así azules, verdes y violetas.

Los silfos del aire aparecían siempre con el color azul del espacio en donde vivían inmersos y era muy difícil poder percibirles en su natural y graciosa forma etérica. Era singularmente bella y al propio tiempo intensamente aleccionadora la concentración de innumerables cantidades de silfos que bajo la dirección de un Deva superior del aire constituían los grandes vientos y los furiosos huracanes. Los elementales más peligrosos y difíciles de contactar eran las ígneas salamandras, que bajo la dirección y gobierno de unos espíritus superiores del fuego -denominados esotéricamente Agnis- constituían la base de toda posible expresión de fuego en la vida de la Naturaleza, desde el humilde fuego del hogar hasta los más violentos y terribles incendios. Su invocación se hacia particularmente difícil y sólo después de un muy intenso y laborioso entrenamiento pudimos observar algunas de estas salamandras del fuego en su mundo etérico, perfectamente inmóviles en el espacio para que pudiésemos observarlas detenidamente. La forma de una salamandra es técnicamente la de una lengua de fuego, con base ancha y cúspide puntiaguda, moviéndose o desplazándose por el éter a grandes velocidades... Los Agnis son impresionantes en su esplendorosa radiación ígnea y constituyen el centro místico del fuego, sea cual sea su expresión y la intensidad de sus expresiones. Su forma, vista clarividentemente, es muy parecida a la humana, aunque mucho mayor, constituyendo al parecer las salamandras su aura magnética, intensamente dinámica e ígnea. Así, cada Agni, en distintos grados de expresión dentro del elemento fuego, demuestran su mayor o menor evolución por la amplitud del particular grupo de salamandras que producen su propia e íntima radiación ígnea o campo magnético radiante. Ninguna salamandra obedecerá a otro Agni que al suyo propio, ni se plegará a ningún conjuro mágico si no es bajo la aquiescencia de su propio señor y gobernante del cual ígneamente depende. Esto pudimos observarlo cuando a la pronunciación de un particular y definido mántram de invocación surgió del espacio ígneo en donde se hallaba laboriosamente trabajando un potente Agni, el cual se mantuvo frente al Maestro en respetuosa obediencia a Su poder espiritual y nos mostró el diligente grupo de salamandras que constituían su aura magnética y el exponente de su grado de evolución espiritual. Como corolario de esta demostración de poder sobre el elemento Fuego, el Maestro nos explicó que había Agnis de la categoría de los propios Logos creadores de los sistemas solares y cósmicos, constituyendo la base de los grandes Fuegos del Universo, el de Fohat (o del propio Espíritu del Logos); el Solar, base pránica del Sistema solar y de cada uno de los planetas que lo constituyen y el de Kundalini, cuyo calor vivifica en toda su extensión nuestro cuerpo vital y planetario.

Las fuerzas elementales en la vida de la Naturaleza, plenamente descubiertas y analizadas en su desarrollo evolutivo, nos dieron la clave del misterio de la Vida, que no es un mero proceso orgánico, sino que es la unión inteligente de una serie impresionante de factores dévicos, sabiamente conducidos por una Voluntad suprema la cual, operando sobre los Ángeles superiores, obliga a toda esta ingente multitud de Devas en infinidad de gradaciones, a realizar su misión en espacio y tiempo para dotar a la Madre Naturaleza de la multiplicidad de formas evolucionantes en cada uno de los niveles del Sistema solar.


2.05  La Invocación de las Fuerzas Elementales

Las invocaciones de las fuerzas elementales cuya vida estábamos investigando eran realizadas por el Maestro, pero a veces, cuando Este se hallaba ocupado en algún trabajo de mayor importancia jerárquica, era R..., un Iniciado hindú, lugarteniente del Maestro, quien efectuaba las correspondientes invocaciones. Se había establecido un orden para las mismas consistente en invocar en cada una de las sesiones de estudio, o investigación esotérica, algún grupo definido de seres, gnomos, ondinas, sílfides o salamandras, a través la aquiescencia de sus respectivos Devas regentes, pues como decía en el capitulo anterior, los elementales de la tierra, del agua, del fuego o del aire estaban comandados por tales Ángeles, cuya evolución infinitamente superior provenía de un remoto pasado dentro del cual tuvieron que pasar por experiencias semejantes a las de las fuerzas elementales cuyos grupos comandaban y dirigían actualmente.

Fuimos así siendo progresivamente conscientes del misterio que los Devas realizan en los éteres del espacio, tanto para vivificar creadoramente cada uno de los substratos o niveles etéricos como para construir cada uno de los átomos químicos que se hallan en la base de nuestro Sistema planetario. Pudimos comprender de esta manera mucho más claramente que a través de alguna complicada explicación científica, cómo se produce la tierra (la osamenta del planeta -utilizando una expresión muy gráfica-), el agua, el fuego, el aire, etc. Todos aquellos elementos ya no aparecían ante nuestra exaltada visión como ALGO sino mas bien como ALGUIEN, como un poder angélico sorprendentemente organizado que en sus infinitas e incomprensibles interacciones producían la maravillosa arquitectura del Universo. El espacio mismo con sus sutiles e insospechadas dimensiones aparecía ante nuestras absortas miradas, ya no simplemente como el marco infinito de toda posible creación, sino también como una Entidad viva, psicológicamente autoconsciente y plenamente despierta, siguiendo inteligentemente las impresiones kármicas que le transmitía el Señor del Universo; siendo los agentes de esta transmisión de energías, de fuerzas y de poderes las infinitas huestes de Ángeles y de Devas, llevando cada cual su mensaje vivo de creación y de redención y tejiendo y destejiendo dentro de los éteres inmortales del espacio los hilos de luz mediante los cuales, y por un incomprensible proceso de substanciación, creaban la materia organizada con la cual eran construidos todos los cuerpos vivos o tálamos, que precisaban las unidades de vida universal para poder manifestarse cíclicamente.

En mi libro “Un Tratado Esotérico sobre los Ángeles”, expongo más detalladamente el resultado de estas experiencias de contacto directo con el mundo dévico, singularmente en lo que hace referencia al misterio de la Creación y al trabajo que realizan los Devas en su multiplicidad de huestes y jerarquías en la Obra magna de estructuración de los Planos o Niveles del Sistema solar y muy especialmente del Universo físico en donde vivimos, nos movemos y tenemos el ser.


2.06  El Ángel JESAZEL

La primera vez que establecí contacto con Jesazel, el Ángel mentor, instructor y guía de mis investigaciones dévicas, supe de las radiaciones espirituales de un Deva de categoría similar a la de los grandes Iniciados de la Jerarquía. Recuerdo esta experiencia como la más profunda y trascendente de mi vida. Me lo presentó el Maestro en el Ashrama con estas sencillas palabras: “Este es el Ángel JESAZEL, el instructor dévico que será tu mentor en el devenir de tu vida oculta y el que te introducirá y te hará consciente del Reino de los Ángeles”. La presencia de Jesazel, tal como podían percibirla mis sentidos sutiles, era realmente impresionante. Irradiaba luz por todo el contorno de Su figura angélica. Después fue descendiendo su vibración o radiación para acomodar Su presencia a mis sentidos perceptivos, ya que me era sumamente difícil y seguramente peligroso, resistir el brillo particular de Su aura magnética de un azul celeste absolutamente indescriptible según nuestros reducidos tonos vibratorios del color. Apareció entonces bajo una forma completamente humana, aunque manteniendo en todo su entorno su aura magnética azul celeste. Su rostro era bellísimo aunque de una belleza que escapaba a todos los cánones de belleza establecidos por los seres humanos. Puedo decir, de acuerdo con este punto, que percibía a través de sus infinitas cualidades angélicas algo más que un simple rostro humano. El mejor de los rostros griegos esculpidos por Fidias, daría quizás una pequeña noción del rostro inmaculado de Jesazel, pero irradiando luz desde dentro. Me envolvió dentro de Su aura -tal como suele ser la bendición angélica-, me sonrió con indecible dulzura y me preguntó: “¿Estás dispuesto a introducirte en nuestro mundo para extraer toda la experiencia posible y comunicarla a tus hermanos, los demás hombres del mundo?” Respondí afirmativamente y sin vacilar y Jesazel, en respuesta, acentuó la presión de Su aura sobre la mía, llenándome de una vibración intensa y desconocida que inflamó de amor, de ternura indescriptible y de entusiasmo todo mi ser. Después me dijo: “Pues bien, ¡que así sea!” Me hizo comprender seguidamente que durante el tiempo que durase el proceso de investigación oculta sobre el mundo dévico, debería mantener una actitud muy digna en mi vida personal y guardar reverente silencio siempre y cuando no fuese absolutamente necesario “hablar” en el devenir de mis relaciones sociales. Sus últimas palabras en aquella ocasión y que quedaron indeleblemente grabadas en mi conciencia, fueron éstas: “Vive serenamente expectante y siempre me tendrás a tu lado”. Era la primera vez que oía estas dos palabras, “serena expectación”, que, más adelante, durante el curso de mis investigaciones esotéricas, me demostraron ser claves para la vida del discípulo que se apresta a la Iniciación. Se despidió de mí con una graciosa aunque imponente inclinación de cabeza y lo hizo luego de mi Maestro, con el cual estuvo conversando amigablemente durante un rato, desapareciendo finalmente del campo de mis percepciones, dejándome sumido en un estado indescriptible de paz, pero al propio tiempo de dinamismo creador... Cuando llegué a mi cuerpo físico, después de recibir algunas directas instrucciones de mi Maestro, fui plenamente consciente de la radiante Presencia de Jesazel y la influencia de Su aura magnética me acompañó físicamente durante varios días.

Mi encuentro con el Ángel Jesazel vino precedido por una conversación sostenida con mi Maestro durante la cual, Este, después de finalizada una de nuestras reuniones ashrámicas de estudio y de haber quedado a solas con El, me había preguntado: “¿Te sientes dispuesto a escribir algunos libros de carácter esotérico, para utilización de los aspirantes espirituales del mundo? Algunos de ellos tendrán un carácter muy particular -continuó diciendo el Maestro- pues deberán servir para ayudar a los discípulos a introducirse conscientemente dentro del Reino de los Ángeles, a fin de establecer unos lazos de unión de muchos seres humanos con nuestros hermanos de los mundos invisibles. Así pues - preguntó de nuevo el Maestro-. ¿te sientes dispuesto sinceramente para realizar este trabajo?” Le respondí humildemente que mi buena voluntad era mucha, pero que mis conocimientos acerca del reino dévico se extendían únicamente al área de los relatos místicos y a alguna que otra pequeña experiencia de contacto con algunos seres elementales de la Naturaleza y que, por tanto, no podía afirmar que fuese capaz de hacerlo. Mi Maestro sonrió bondadosamente -tal como lo hace un padre con su hijo- y me aseguró que yo estaba ampliamente capacitado para esta clase de labor encomendada, debido a la experiencia acumulada por efecto de mi pasado kármico y que sólo debía hacer uso de mi buena voluntad y de mis sinceros deseos de servir. “No se te exige ningún voto extraordinario como los que realizaste antes de entrar en el Ashrama y que suelen preceder a las sucesivas Iniciaciones, sino que lo que cuenta en este caso es tu buena disposición de ánimo ya que la misma equivale a un verdadero voto ashrámico”. Siendo así, le respondí, acepto con mi mejor voluntad poner lo mejor de mí mismo para cooperar en el éxito de este trabajo ashrámico. Es así como inicié mi labor jerárquica en un sentido muy concreto y definido, al fin -sin aparentemente pretenderlo ni buscarlohabía encontrado mi verdadero campo de servicio. Mi Maestro me bendijo con estas palabras: “Que tu labor sea fecunda y que muchos hombres y mujeres de buena voluntad del mundo puedan beneficiarse de la misma!”.

De esta manera tan sencilla y sin aparato técnico ni ceremonia alguna - salvo la Presencia del Maestro- fui introducido en ciertas áreas del mundo oculto que corrientemente se mantienen desconocidas y secretas. El mundo de los Ángeles, con sus impresionantes zonas de misterio iba a serme mostrado a partir de aquel momento tan concreta y objetivamente como lo eran los habituales razonamientos mentales, las emociones y las propias percepciones físicas.

Los contactos con Jesazel y las enseñanzas acerca del mundo dévico recibidas por su mediación se realizaron desde el plano causal, utilizando mi antakarana mental y el desarrollo de mi sensibilidad emocional, así como mi facilidad por transmitir mis experiencias ocultas al cerebro físico. Debo decir, en todo caso, que la influencia de este glorioso Ángel en mi vida fue decisiva, tanto por la fecundidad creadora infundida en mi trabajo ashrámico, como por la rapidez impresionante con que fueron ultimados ciertos aspectos kármicos de mi vida personal. Mi ingreso en la Escuela Arcana y mi trabajo posterior en la misma como miembro de la Sede Central Europea de Ginebra, fueron unas experiencias de las cuales guardo un muy intenso y profundo recuerdo. Sin embargo, mi verdadero trabajo ashrámico se inició posteriormente, cuando razones de orden kármico y la seguridad espiritual por mi parte de que aquella experiencia estaba ya trascendida, me hicieron regresar a Barcelona.

Mi primer libro “La Jerarquía, los Ángeles Solares y la Humanidad” fue un compendio de artículos esotéricos enviados a la revista “Conocimiento”, de Buenos Aires, más algunos otros inéditos que reflejaban de alguna manera ciertas experiencias de carácter jerárquico. En este libro se refleja ya la índole particular de mi obra futura y aquél que lo haya leído podrá darse cuenta de que en el mismo relato ya algunas experiencias de orden angélico, aunque sin entrar en detalles técnicos, los cuales serian facilitados más adelante conforme fue desarrollándose mi obra literaria.

En todo caso, Jesazel fue la culminación de una serie de contactos dévicos realizados en unión de mis compañeros de grupo en el Ashrama, bajo la experta guía del Maestro. La presencia de este Ángel en mi vida coincidió con mi entrada consciente en determinadas zonas espirituales de muy cualificada y sutil vibración. Su radiación angélica no me afectó por ello tan extraordinariamente como para dañar la integridad de mis vehículos sutiles. Debo repetir, sin embargo, que Jesazel había reducido casi siempre la intensidad de Sus radiaciones magnéticas en sus contactos conmigo a fin de evitarme congestiones de orden cerebral, ya que era la mente el principal vehículo utilizado en las investigaciones ocultas del mundo dévico. Mi Maestro, ya anteriormente y previendo las características de mi trabajo especifico, me había preparado también en forma conveniente, así como a mis compañeros de Ashrama que recibían un entrenamiento parecido, a fin de que nuestro vehículo astral no resultara afectado por los efectos poderosamente radioactivos del reino dévico. Mí equipo de percepciones ocultas se hallaba de esta manera debidamente compensado y con ayuda de Jesazel podía penetrar sin peligro por aquellas misteriosas zonas de tensión espiritual ultradinámica regidas por los Devas.

Mi compenetración espiritual con Jesazel se realizó en muy poco tiempo, haciéndose claras entonces en mi mente las palabras de mi Maestro cuando me decía que yo poseía amplia experiencia oculta acerca de los Devas. Pude recordar, entonces, contactos angélicos realizados por mi en un remotísimo pasado y renovados muy especialmente en mis dos últimas encarnaciones, por lo cual mi tarea particular de escribir acerca de los Ángeles fue al propio tiempo que un gozo de servicio, la rememoración de un amoroso e inolvidable recuerdo...

Mi “Tratado Esotérico sobre los Ángeles”, un tríptico constituido por los volúmenes “Las Fuerzas Ocultas de la Naturaleza”, “La Estructuración Dévica de las Formas” y “Los Ángeles en la Vida Social Humana” (Editorial Eyras, de Madrid), fue la culminación de mis contactos espirituales con Jesazel, con Quien me unen ahora unos lazos sagrados de amistad que -creo yo- resistirán incólumes la tensión infinita de las edades.

Muchas de las experiencias angélicas relatadas en este Tratado hablan muy especialmente de El y de Su decisiva intervención en cada uno de los estadios de mi investigación esotérica. Por tal motivo, el segundo volumen del tríptico sobre los Ángeles lo dediqué a Jesazel, ya que fue El quien me introdujo en los secretos misteriosos del espacio y quien me hizo ver claro cómo el éter substanciado por los Devas, constituía la base mística y al propio tiempo dinámica del proceso de la Creación universal. En este sentido testimonio de amistad y gratitud renuevo con Jesazel unos lazos espirituales que trascienden el karma y su infinita secuela de muertes y nacimientos...


2.07  Experiencias Dévicas Compartidas

El estudio de la vida de los Devas es singularmente apasionante, ya se estudie la obra de los minúsculos elementales que estructuran la forma geométrica de un átomo químico o la de los poderosos Arcángeles que realizan los planos y diseños de los Universos en construcción dentro de los espacios infinitos.

Jesazel me fue ilustrando muy concreta y particularmente acerca de los misterios de su mundo de armonía, descubriéndome zonas del espacio en donde el éter es tan puro y diáfano que es totalmente insusceptible de ser condicionado por el karma planetario... Fue a través de Jesazel que pude establecer contacto - siquiera fugazmente- con ciertas regiones del plano búdico en donde la conciencia personal quedaba completamente diluida, aunque plenamente consciente del Sentimiento de paz e integridad que respira cada una de sus moléculas integrantes -utilizando muy intencionadamente esta locución científica-. Este sentimiento de paz e integridad lo acusaba en lo profundo del corazón en cuyo centro místico -según decía el Maestro- se halla el recuerdo imborrable de todas las vidas del ser humano. Esta verdad me ha sido posible comprobarla y cuando esotéricamente he querido o me ha sido necesario “recordar” algunas experiencias correspondientes a mi pasado ancestral más lejano, siempre he sentido los recuerdos antes de que la mente los acusara. Así la memoria de los hechos no se halla registrado en la mente de los hombres sino en la cámara secreta del corazón, siendo allí donde finalmente debemos hallar el manantial silente de lo eterno, cuando el tiempo y el espacio hayan dejado de efectuar sus combinaciones temporales en las oquedades de la mente. Cuando el proceso akásico que surge del corazón afecta a la mente se produce automáticamente el RECUERDO consciente de las experiencias del pasado y es posible establecer entonces unas relaciones históricas con el ambiente que nos rodea... Por efecto de esta memoria viva y silenciosa del corazón me ha sido posible RECORDAR experiencias del pasado y escribir mis libros. Debo confesar honestamente que he leído muy poco en mi vida y que sólo utilizo para mis escritos, charlas y conferencias esta memoria perpetua del pasado y la ayuda inapreciable de la intuición, tal como me es posible actualizarla utilizando los resortes de una mente muy sencilla, aunque totalmente abierta a la inspiración superior.

Recuerdo pues con gran claridad de percepción la forma de todas las entidades dévicas, de estirpe superior o inferior, que por mediación de Jesazel me fue posible establecer contacto. Algunas de tales formas angélicas fueron perfectamente reproducidas por mi buen amigo
Josep Gumi i Cardona, un excelente artista cuya ascendencia kármica en el aspecto artístico se remonta -tal como me fue posible averiguarlo leyendo en la luz astral de los acontecimientos del pasado- a la época del Renacimiento, muy concretamente en Florencia (Italia). habiendo encarnado allí en un pintor cuyo nombre, muy conocido, no me es posible revelar por razones ashrámicas. El hecho de que el señor Gumí posea clarividencia en los mundos ocultos facilitó la tarea de reproducir las formas dévicas que percibía habitualmente y que guardan una gran semejanza con los recuerdos dévicos que yo entresacaba de mis archivos akásicos” del corazón. Todos los grabados que aparecen en mi tríptico “Un Tratado Esotérico sobre los Ángeles” son debidos a su particular enfoque dévico y a su habilidad en reproducir las formas de ciertas entidades angélicas utilizando sus capacidades técnicas y su particular inspiración espiritual. Mi “habilidad técnica” no se halla precisamente en el dibujo ni en la pintura, sino en la exposición literaria, hablada o escrita, así que al establecer contacto con el señor Gumí me encontré con un colaborador técnico y capacitado para poder “mostrar objetivamente” la forma de los Devas y de los espíritus de la Naturaleza que yo describía en mis libros.

Con ayuda de Jesazel y utilizando a veces mis propios recuerdos y percepciones del pasado, pude concretar perfectamente en mi cuerpo mental las imágenes claras y nítidas de todos aquellos Devas que me eran imprescindibles para la marcha de mi cometido ashrámico. Algunos de tales Devas, de gran evolución espiritual, con los cuales Jesazel me puso en contacto, me introdujeron en el conocimiento del lenguaje dévico, estableciendo entre sí una serie de conversaciones en los éteres más sutiles del espacio y que más adelante, convenientemente substanciadas u objetivizadas, pudieron ser fielmente reproducidas por el señor Gumí. Que yo sepa, esta es la primera vez que el lenguaje de los Devas es comunicado y revelado el misterio de su íntima comunicación a través de los éteres del espacio. Tal como me dijo Jesazel en cierta ocasión, “el lenguaje de los Ángeles al expresarse en las dimensiones sutiles de la Naturaleza, adopta formas muy parecidas a las de las notas de la música, aunque más bellas, complejas y armoniosas y a las de los signos gráficos de las lenguas sagradas de la humanidad, reveladas a los grandes iniciados del planeta en alejadas eras de la historia de nuestro mundo, tales como el sánscrito, el pali, el senzar, etc.” Muchas de las conversaciones sostenidas entre sí por Ángeles superiores forman parte del archivo particular del señor Gumi, pero algunas de ellas convenientemente seleccionadas en orden a belleza geométrica y pureza de líneas fueron reproducidas en el segundo volumen de “Un Tratado Esotérico sobre los Ángeles”, titulado “Estructuración Dévica de las Formas”.


2.08  Las Conversaciones Dévicas

Una de las particularidades de una conversación dévica es el orden en que aparecen las imágenes -tal como puede percibirlas un ser humano dotado de clarividencia etérica superior-. Cada una de ellas está dotada de un sentimiento íntimo y cualificativo, el cual se representa mediante un color muy definido que el observador debe tratar de interpretar. Hay que aclarar que el Deva no posee un pensamiento organizado como el ser humano, aunque si una riqueza de sentimientos mucho más allá y por encima de las más elevadas emociones humanas. Hablando muy esotéricamente debo decir que el Ángel no posee lo que nosotros llamamos “mente”, pero si que todo El es una inmensa llama de inspiración espiritual. Con este fuego de inspiración impresiona cálidamente los pensamientos y sentimientos de los seres humanos capaces de sintonizarse con Sus Vidas radiantes.

Debo aclarar también que el lenguaje angélico, cuando un Ángel quiere “conversar” con un ser humano, es muy distinto a como suele hacerlo cuando conversa con otro Ángel. Pero, la base de una conversación humano-dévica ha de establecerse principalmente en la mente serena y el corazón recogido -tal como rezan los antiguos tratados místicos- por parte del ser humano, es decir, lo que me aconsejaba Jesazel en nuestra primera conversación en el Ashrama, “la serena expectación”.

Recuerdo perfectamente mi primera conversación con un Deva -o quizás sería mejor decir la impresión sensible que registré de lo que intentaba decirme un Deva- ya que en aquellos momentos me limité únicamente “a escuchar atentamente lo que El quería decirme”. En aquella primera comunicación dévica intervinieron solamente los factores existentes en el orden expresivo de la Naturaleza... Cualquier ruido, imperceptible casi, del aire al mover el follaje de los árboles, el canto de un pájaro en las cercanías, el tañido de una campana allá a lo lejos, una nube atravesando el cielo, el gorgoteo de un cándido arroyuelo descendiendo de la montaña, etc. -incidentes sin importancia para el observador profano- se convierten para el entrenado discípulo en unas formas sutiles de materializar la intención de un Deva que quiere establecer contacto con nosotros. El caso es “que sin saber cómo”, entendí perfectamente cuanto aquel Deva intentaba decirme. Se trataba, en verdad, del más simple de los lenguajes, el de la propia Madre Naturaleza, más simple todavía que el de la mímica utilizado por los sordomudos, los cuales deben entrenar sus vehículos útiles de percepción a base de unas necesarias y costosas disciplinas. Sin embargo, y debido mayormente a su extrema simplificación, le resulta muy difícil al ser humano, cuya mente suele ser muy complicada, “poder conversar con un Deva”, ya que Este posee lo que esotéricamente definimos “una mente natural”, eternamente vacía y sin las ordinarias complejidades del ser humano y toda su expresión angélica es sentimiento creador, por cuyo motivo y debido a las características de su naturaleza indescriptiblemente sutil y a su radiante campo magnético reaccionando siempre a favor del espacio etérico, registra completamente y sin esfuerzo alguno cuanto el hombre pueda decir, pueda sentir o pueda pensar, reflejando dentro de sí las verdaderas intenciones que le promueven al utilizar el pensamiento, el sentimiento o las actitudes expresivas. Tal como me ha sido posible averiguar, un Ángel puede engañar a un hombre o inducirle a error, pero un hombre jamás podrá engañar aun Ángel. La razón de ello es muy sencilla: el hombre -aún disponiendo de vehículos sutiles- se ve obligado a utilizar ciertos sentidos de percepción oculta, los cuales están debidamente organizados de acuerdo con aquéllos que ha desarrollado en el plano físico, o sea, el oído, el tacto, la vista, el gusto y el olfato. El Ángel, por el contrario, percibe amplia y misteriosamente por todo su ser y registra plenamente en su aura etérica o campo de radiación magnética cualquier oscilación de los éteres, ya provenga de la palabra, del pensamiento o de las emociones de los seres humanos, de ahí que sabe perfectamente lo que el hombre intenta decir o lo que quisiera ocultar a través de sus múltiples expresiones en el devenir de la vida kármica. Resumiendo, el hombre está capacitado únicamente para percibir el movimiento de los éteres, el ángel, mucho más sensible, ve las intenciones que mueven los éteres. Está, por tanto, en franca ventaja sobre el ser humano. Lo único que hay que decir es que el ser humano, al llegar a cierto grado de integración espiritual, aprende a distinguir también las motivaciones ocultas tras las expresiones realizadas en tiempo y espacio. Tal es el caso de los altos Iniciados del planeta, ya que en estos elevados exponentes de la perfección humana se realiza la indescriptible alquimia de refundir en sus vidas la sensibilidad exquisita de los Ángeles y la sabiduría correspondiente a la experiencia trascendida de la vida humana.

Siguiendo con el hilo de estos comentarios, podríamos decir que el Deva de categoría espiritual a la del ser humano corriente posee por encima de éste el don de la captación real del significado de una cosa, pues debido a su gran sensibilidad le es posible situarse en el centro místico de aquella cosa, lo mismo que hace por ejemplo al introducirse en el sentimiento íntimo de una persona para poder captar la intención subyacente o motivos reales y no dentro del complicado mecanismo de sus argumentos mentales con los que aquélla trata frecuentemente de disfrazar sus ocultos deseos y verdaderas intenciones. El estudio del campo de percepción de un Ángel comparándolo con el de cualquier ser humano resulta realmente fascinante. A través de tal estudio me fue posible comprender la profunda compenetración de los Ángeles Guardianes de la humanidad con sus particulares protegidos. Me fue posible también adentrarme en la íntima naturaleza de mi propio Ángel guardián, que es idéntica en expresión a la de todos los Ángeles protectores y guías de la humanidad, los Cuales, con sus benéficas influencias y utilizando las intenciones ocultas de los hombres y no sus deformadas estructuras mentales, favorecen el desarrollo de las ciencias, de las artes y de los nuevos cánones de ordenación social y humanística.


2.09  Consideraciones Esotéricas sobre los Ángeles

Conversando un día con Jesazel acerca de los contactos de los Ángeles Guardianes con sus particulares protegidos y habiéndole yo preguntado hasta cuándo se extiende esta protección en el tiempo, me respondió: “La duración de ese contacto está condicionada por la evolución del alma humana. Pero, como un dato muy concreto para tu comprensión mental debo señalarte que tal protección angélica termina en el momento en que el alma del hombre logra realizar una fusión consciente e ininterrumpida con el Ángel Solar de su vida” [hablaremos del Ángel Solar en la parte de este libro dedicada a “Experiencias Espirituales de carácter trascendente”]. Una vez establecida una línea segura y efectiva con este Ser espiritual, conciencia oculta del hombre, el Ángel guardián “afloja los lazos kármicos” que le unen al alma humana y penetra en unas zonas del espacio -impenetrables para el hombre- en donde se siente sumergido en un estado místico de contemplación que viene a ser como la contraparte dévica de lo que realiza el alma humana después de dejar su cuerpo físico en el momento de la muerte, en aquellas imponderables regiones del espacio que esotéricamente definimos como “el Devachán”... Hay también una gran similitud entre la liberación del Ángel guardián con respecto al ser humano y la del Ángel Solar en el momento en que el ARHAT, convertido virtualmente en Adepto o Maestro de Compasión y Sabiduría, le permite liberarse definitivamente “del voto inquebrantable” formulado ante los Jueces del Destino o Señores del Karma, de proteger el alma humana hasta su plena redención, y retornar al Nirvana de donde procede. Hay por tanto una gran analogía -y esto debe ser analizado muy esotéricamente- entre:

a. El Ángel Guardián
b. El Ángel Solar
c. El Vigilante Silencioso (El Logos Planetario)

Los tres se hallan kármicamente vinculados a la humanidad, en virtud de un voto inquebrantable de servicio formulado ante las siguientes Entidades Cósmicas de las que místicamente dependen:

a. El Ángel Guardián ante el glorioso Ángel Solar, o Yo superior del hombre

b. El Ángel Solar ante los Cuatro Señores del Karma, o Jueces del Destino de la humanidad

c. El Vigilante Silencioso, o Logos Planetario, ante el omnipotente Señor del Universo, o Logos Solar

Tales votos, registrados ígneamente en los éteres sutiles que constituyen la matriz misteriosa del inmortal AKASA dentro de cada Universo, forman parte de la obra de servicio de los grandes Seres espirituales con respecto a las humanidades de todos los sistemas solares, dentro de la gran evolución cósmica.

Estas conclusiones fueron afirmándose poderosamente dentro de mi ser a medida que, guiado siempre por Jesazel, me iba introduciendo “en los insondables misterios del espacio”. “Una mente serena y un corazón abierto -me había advertido siempre el Maestro- son la clave de la Sabiduría Cósmica”. Una clave, cuya interpretación no me fue muy difícil de utilizar, debido al recuerdo subyacente de vidas pasadas en las que por las vicisitudes propias de mi destino kármico, tuve que renunciar muchas veces a los fugitivos e inestables placeres del mundo y vivir en extrema soledad espiritual. Así, cuando Jesazel formuló para mi la frase “una serena expectación mental” con referencia a mis trabajos de investigación del mundo de los Ángeles, comprendí de inmediato su significado más íntimo y profundo y pude incorporarme rápidamente al proceso de estudio que tal investigación exigía de mí.


2.10  La Edad de los Ángeles

Con respecto a la edad de los Devas, un Ángel amigo me dijo: “Los Ángeles no tenemos medida para el tiempo, tal como vosotros los seres humanos, ya que el tiempo es una creación mental y nosotros no poseemos mente. -Sonrió al decirme estas palabras-. Comprendemos, sin embargo, vuestra preocupación por el tiempo, ya que es a través del mismo que realizáis vuestra evolución. La diferencia existe únicamente en que nosotros percibimos las cosas por todo nuestro ser y vosotros lo hacéis a través de vuestros sentidos de percepción sensorial y reunís luego todas estas percepciones en la mente. Así, la mente del hombre es normativa y figurativa y siempre se halla sujeta al error de la interpretación el sentido íntimo de las cosas y de la propia experiencia, por cuanto percibe el todo con una pequeña fracción de si mismo, condición ésta que origina el fenómeno del tiempo y de todas las ilusiones implícitas en dicho fenómeno. El Ángel lo ve todo desde el centro místico de su ser y a través de todos y cada uno de los elementos magnéticos y radiantes que componen la estructura sutil de su particular forma dévica, etérica, astral, mental, búdica, etc. ¿Sabes lo que esto significa? Pues bien, si eres capaz de comprenderlo -y sonrió de nuevo- te darás cuenta de que el pasado, el presente y el futuro se hallan absolutamente implícitos en cualquier momento del tiempo y en cualquier lugar del espacio, dentro de este mágico sentido de dinámica abstracción que llamamos “el eterno ahora”... El Ángel posee ese mágico sentido y la magnitud de tal visión le libra del sentido limitador del tiempo y de todas las complicaciones que el sentido del tiempo trae consigo para la mente humana. Sin embargo, el hombre posee consubstancialmente con su propósito espiritual de perfección la clave mística del eterno ahora de la conciencia, una clave que se va desarrollando en el transcurso de las edades y se manifiesta como un inmenso e inefable equilibrio entre la razón y el amor, entre la mente y el corazón... En la suprema calma y absoluto silencio que surge de tal equilibrio se halla la raíz espiritual de la redención del hombre y el principio de unificación del Reino de los hombres con el Reino de los Devas.. Todos somos hijos de Dios y en todo hombre subyace un Ángel, así como en cada Ángel subyace un hombre. Comprenderás, pues, siguiendo el orden de estas líneas que los hombres y los Ángeles han de llegar un día a un punto de perfecta unidad espiritual. La hora llegará indudablemente cuando el tiempo simbolizado por los humanos y el espacio simbolizado por los Devas, lleguen a establecer un perfecto equilibrio. La tarea principal corresponde al hombre el cual ha de reducir a cero su tiempo kármico y aumentar la validez de la noción de espacio a términos de infinito. Al centro humano dévico de fusión, unidad y equilibrio puedes denominarlo si quieres ‘ley de fraternidad’, ‘conciencia de liberación’ o ‘relación cósmica’, pero date cuenta, buen hermano, que el concepto figurativo del tiempo fue absolutamente trascendido en la realidad infinita del sentimiento compartido de fusión. Tal es la Ley y tal es la Meta”.

Como verán Uds., la sencillez de tales argumentos lleva un inapreciable tesoro de verdad y de sabiduría. Las palabras de los Devas, una vez ha sido conquistado el don oculto de comprensión de su lenguaje, son una exposición clara y terminante del propósito de Dios con respecto a la magnitud de Su Universo, la expresión de Su incluyente y omniabarcante Vida en el desarrollo de Su actividad Creadora y la seguridad inquebrantable de que el Plan de perfección que El sabiamente dirige desde Sus elevadas zonas de integridad espiritual, tiene en los Devas a sus más diligentes y eficaces colaboradores...


2.11  Una Experiencia Dévica en Suiza

En mi libro “La Jerarquía, los Ángeles Solares y la Humanidad”, relaté algunas de mis experiencias suprafísicas, de orden psíquico unas, de carácter angélico otras y aún alguna más llena de contenido iniciático. No es mi intención copiar el texto escrito de las experiencias dévicas y espirituales, por cuanto soy muy consciente de mi responsabilidad frente a la obra editorial, sino que prefiero refundir el texto de acuerdo a mis nuevas impresiones. Puede que la experiencia sea la misma, pero quiero que el relato sea completamente diferente y, a ser posible, que contenga más detalles todavía que mis relatos anteriores. Pienso -tal como pensarán quizás muchos de mis lectores- que debo revivir la experiencia, dándome en el momento exacto y en el lugar definido donde ella se produjo, pero dejando enteramente renovado y libre el juicio que siempre ha de acompañar los hechos que pueden ser revividos por nuestra memoria, de acuerdo con los datos facilitados y al nivel actual de nuestros sistemas de análisis y de comprensión espiritual. De acuerdo con este sentido de creatividad, voy a relatarles la siguiente experiencia; advirtiéndoles que aun cuando les he relatado ya algunos de mis contactos angélicos, el que realmente confirmó la presencia de Ángeles superiores en mi vida de discípulo espiritual, fue éste que tuvo lugar en Suiza, concretamente en Ginebra, el año 1961.

Trabajaba entonces en la Sede Europea de la Escuela Arcana y para el día de la luna llena del mes de Noviembre, me había sido confiada la tarea de dirigir la meditación en grupo que mensualmente se celebraba allí coincidiendo con el ciclo lunar de plenilunio. El tema introductorio de la misma era “La Significación íntima del OM Sagrado”. Debo confesar honradamente que el tema constituía para mi un gran placer, pero al propio tiempo una gran responsabilidad. Sin embargo, pasaban los días y mi mente se resistía obstinadamente a introducirse en el fondo extraordinariamente oculto de la cuestión, como si una fuerza superior a mis sistemas de control mental me impidiese penetrar en el augusto santuario de aquel sujeto de tan trascendente y esotérico interés. Esta circunstancia me impedía estar tranquilo y sosegado, ya que faltaban sólo unos días para el plenilunio y yo nada en concreto había logrado hilvanar acerca del significado íntimo de la Voz sagrada... El día anterior al de mi disertación me hallaba prácticamente “vacío” -utilizando aquí un término real- y bajo la influencia de un estado de conciencia que yo me atrevería a llamar de infecundidad y marasmo intelectual. En tales circunstancias, y debido también al hecho de que en el día de la luna llena se congregaban en la Sede de la Escuela Arcana gran cantidad de selectos estudiantes procedentes de Suiza, de Alemania, de Bélgica, Francia y Holanda, mi preocupación mental había alcanzado unas cotas  extraordinariamente, altas. No obstante, mi vacuidad interna continuaba y me preguntaba alarmado si dentro del campo conceptual de mi conciencia no se había introducido quizás una legión de elementales inferiores que me impedían coordinar concretamente mis ideas. Lo más interesante de la cuestión, sin embargo, era que en el fondo místico de mi ser subsistía extrañamente una secreta aunque vívida seguridad y confianza. En el extremo de esta tensión extraordinaria de ánimo sucedió entonces lo que de acuerdo con el sentido común resultaba realmente imprevisible.

El mismo día del plenilunio, con la mente intranquila como es de suponer y con una cierta sensación de ahogo interior, después de comer rápida y apresuradamente en el restaurante Snak Bar del Palacio de las Naciones Unidas, muy cerca del Centro Internacional donde se hallaba instalada la Escuela Arcana y en donde yo solía efectuar mis comidas del mediodía, salí a los jardines y me senté a meditar apoyada mi espalda en el corpulento tronco de uno de los grandes castaños que circundan aquel admirable parque del Organismo Internacional de las Naciones Unidas, totalmente decidido a no levantarme de allí hasta haber resuelto en forma clara, absoluta y decidida mi problema de adaptación mental al tema de base de mi disertación. No sé cuanto tiempo estuve bajo el árbol abrumado bajo el peso de mis meditaciones... Sólo sé -y esa es la parte más importante del proceso- que de improviso sentí resonar extraordinariamente dentro de mi ser el sonido mantrámico OM, con una cadencia y unos ecos realmente maravillosos e impresionantes. Al conjuro de este inesperado mántram todo mi ser despertó de improviso a una realidad totalmente nueva y desconocida en el orden conceptual de mi conciencia. En aquel momento inexplicablemente fúlgido del tiempo y en un fulgurante despertar de mi conciencia, comprendí sin esfuerzo alguno y en profundidad el significado íntimo del OM sagrado y todas las implicaciones mentales relacionadas a cómo debía someter aquellas ideas a la consideración del distinguido y atento auditorio que asistiría por la noche a la meditación grupal de plenilunio. La rápida toma de conciencia de mi vehículo físico no me impidió percibir ante mí y en actitud de bendecir a un esplendente y luminoso Deva, el Cual, operando misteriosamente dentro de mi ser me había dispensado el honor de introducirme en la silenciosa Cámara oculta en el interior místico del espacio de donde surge el sonido mantrámico OM y de permitirme captar sus más íntimos y asequibles secretos... Según aprendí más adelante, cuando ya había establecido un más consciente y profundo contacto con el mundo dévico, los Ángeles, en sus múltiples jerarquías y funciones, son los celosos guardianes de los Sonidos Creadores de la Naturaleza, desde el imperceptible sonido de un átomo al oscilar sobre sí mismo hasta el que emite la propia esfera de la Tierra al surcar los éteres del espacio en su camino alrededor del Sol. Por todas estas razones y otras todavía más ocultas que me fue posible captar más adelante, puedo decir que desde el momento en que aquel bendito Deva me había permitido escuchar el OM sagrado -la Voz del Ángel Solar dentro del ser- el significado íntimo de la Voz y la pronunciación íntima de aquel mágico Sonido quedaron incorporados para siempre dentro de mi conciencia.

No es necesario decir que aquella noche mi charla sobre el OM, con cuya temática introducía al grupo por las silenciosas avenidas de la meditación, fue un éxito espiritual que no escapó a la consideración de los estudiantes de la Escuela Arcana y del ingente grupo de amigos pertenecientes a otras organizaciones esotéricas que habían asistido a aquella meditación de grupo, los cuales se sintieron realmente integrados espiritualmente y pudieron gozar del aura de inspiración que me había acompañado durante el curso de mi intervención comomiembro de la Sede Europea de la Escuela Arcana, en Ginebra, aquella noche de plenilunio del mes de Noviembre de 1961...


2.12  Algunas Ideas sobre el Ángel Guardián

La idea mística de los Ángeles Guardianes subyace misteriosamente en lo más profundo del corazón humano y constituye una afirmación intuitiva de la existencia de estos “Alados Mensajeros del Bien Cósmico” -tal como son definidos en ciertos tratados ocultos-. Sin embargo, mis experiencias ashrámicas y mis contactos con Jesazel, me depararon una visión muy clara, concreta y definida de la realidad de la existencia de los Ángeles Guardianes en relación con la vida de los seres humanos. El paso que va del mito a la Realidad o de la simple creencia a la absoluta Certeza ha de ser medido en términos de experiencia. Así, de la misma manera que en páginas posteriores analizaré muy concreta y definidamente la experiencia de contacto espiritual del discípulo con su Ángel Solar, puedo asegurar que la experiencia de contacto consciente del ser humano con su Ángel Guardián es un hecho incuestionable en el aspecto esotérico y el entrenado discípulo en el supremo arte de la investigación oculta, ha de enfrentar forzosamente la presencia de este Ángel Guardián antes de poder enfrentar la radiante presencia del Ángel Solar, señor del destino kármico del hombre.

El Ángel Guardián representa aquello que en lenguaje místico se denomina “voz de la conciencia” y tiene que ver con la experiencia del alma humana en los tres mundos, físico, emocional y mental. Es el depositario de los valores más íntimos del alma en todo cuanto haga referencia a su vida personal. Según pude comprobar a través de las observaciones efectuadas con ayuda de Jesazel, el Ángel Guardián de cada ser humano es el impulsor de sus móviles más nobles y elevados, siendo el representante o ejecutor de las directrices que emanan del Ángel Solar desde el plano causal. Así, la ayuda que recibe el hombre de su Ángel Guardián estará siempre de acuerdo con sus necesidades íntimas de evolución. Cuando la voz de la conciencia es escuchada con atención, se tiene en la vida el valioso apoyo de este Ser sobrenatural coexistente con el propio destino humano, que ofrece el testimonio vivo de una ayuda realmente objetiva y eficaz en ciertos momentos difíciles y cruciales de la existencia.

El A. G. se halla siempre presente cuando el ser humano enfrenta el dilema de una acción muy importante en su vida y le ayuda a discernir claramente y con justicia. Por esta razón en los dichos populares -que siempre suelen ser muy sabios- se aconseja “pensar dos veces una cuestión”, o “contar hasta cien”, antes de tomar alguna grave determinación, ya que en estos espacios intermedios se le ofrece al Ángel Guardián la oportunidad de hacer sentir su presencia.

Recuerdo la imagen del Ángel Guardián pintada en un cuadro que había en mi habitación cuando yo era una criatura. Se veían en este cuadro un niño y una niña muy pequeños atravesando un puente muy estrecho tendido sobre un precipicio. Iban jugando alegremente y absortos en sus juegos no se daban cuenta del peligro que corrían. Pero, por encima de ellos y cubriéndoles con su luminosa aura de paz y de confianza se hallaba la resplandeciente figura del Ángel Guardián que les amparaba y protegía. La representación objetiva del Ángel Guardián de aquel cuadro y el íntimo significado que yo le asignaba dentro de mi mente infantil, marcaron profundamente los años de mi niñez y aún recuerdo a mi madre enseñándome a invocar a mi Ángel Guardián por la noche antes de acostarme. Yo estaba firmemente seguro de que El me ayudaba y aún en mis momentos de crisis juveniles -que no fueron pocas- aprendí a pedirle consejo y ayuda. Después la imagen fue borrándose de mi mente al hacerme mayor y tener que enfrentar más graves y apremiantes problemas sociales e individuales.

Sin embargo, en cierto definido estadio de mis investigaciones dévicas, Jesazel me presentó un día a un resplandeciente Deva, cuya presencia me resultó tan familiar y querida que involuntariamente me precipité para abrazarle. Jesazel sonrió y me lo presentó de esta sencilla manera: “Este es tu Ángel Guardián”. Me di cuenta entonces de que aquel Ángel radiante y tan querido -el cual correspondió con agrado a mis expansiones de afecto- era parte de mí mismo. Sentía como si mi conciencia fuese la Suya y que no hubiese distancia entre El y yo. Al pensar y sentir notaba que se estremecía luminosamente Su aura radiante como si El reflejase exactamente todo cuanto yo era y cuanto yo sentía. Me contemplaba sonriente y de una manera muy íntima y secreta -que no me es dado revelar- me estaba mostrando algunas escenas de mi vida en las cuales El me había ayudado o me había librado de algún mortal peligro... Siempre sonriente me había señalado mi corazón como diciéndome que era allí en donde El residía y de donde podía recibir yo sus Consejos e insinuaciones. Me había indicado seguidamente Su corazón que aparecía ante mi como una resplandeciente esfera de fuego como diciéndome... ¡y tú vives Aquí! Durante el tiempo -siempre imprevisible debido a la distinta sintonía entre el plano físico y el nivel causal en donde tenía lugar este contacto- que pasé con mi Ángel Guardián, éste hizo desfilar ante mi asombrada observación una serie de impresionantes hechos y circunstancias de mi vida kármica, que me hicieron consciente del enorme trabajo que representa para un Ángel Guardián el poder ayudar eficazmente a sus particulares protegidos. Parecía hallarse -y esto lo registré muy vivamente en mi conciencia- muy satisfecho de mi y parecía indicarme elevando su mano hacia arriba con el dedo índice extendido , que ahora la ayuda que yo debería recibir venía desde el plano causal en donde se halla ubicado el Ángel Solar, el promotor espiritual de mi existencia. Aparentemente mi Ángel Guardián se hallaba libre en cierta manera del compromiso kármico que le había unido a mi alma desde el momento mismo de mi nacimiento en la vida física. Sin embargo, el sentimiento infinito de inenarrable simpatía y atracción espiritual que experimentaba por mi Ángel Guardián era tan intenso y profundo, que ahora, después de algunos años de haber realizado aquella experiencia de contacto angélico, cada vez que recuerdo el hecho siento desbordarse de ternura mi corazón. Estoy seguro, por tanto, que jamás podré olvidar ni en esta vida ni en todas las demás posibles vidas que el destino kármico me tiene señaladas, la sonriente, benevolente y luminosa Figura de mi Ángel Guardián..., como tampoco podré olvidar jamás a todos aquéllos a quienes tanto he amado en esta presente fase de mi existencia kármica.


2.13  Dos Íntimos Relatos de Guerra

Voy a relatarles seguidamente dos experiencias espirituales, de entre las muchas que podría contarles, en las que fui muy eficaz y oportunamente ayudado por mi Ángel Guardián. Forman parte de unos escritos inéditos, rememorando pasajes de la guerra civil española, que yo denomino “Íntimos Relatos de Guerra”. Veamos.

... Recuerdo exactamente la posición que ocupaba en una trinchera abierta durante la noche, a la izquierda de una pequeña ermita denominada de “La Santa Cruz”, enclavada en el Monte Calvario de la Sierra de los Monegros. Desde allí donde me encontraba se dominaba una considerable extensión del valle y de otras montañas menores extendidas allá a lo lejos. Esta posición tenía un gran valor estratégico, dado el dominio que desde allí se ejercía sobre las comunicaciones que llevaban a Zaragoza. Por tanto, el contraataque enemigo no se hizo esperar y ya desde las primeras horas de haber sido tomadas aquellas posiciones, estaban siendo furiosamente bombardeadas por la aviación y la artillería las unidades que habían intervenido en el asalto.

Como yo era muy joven todavía y a igual que todos los demás hacía muy poco que me hallaba en el frente de guerra, tenía bastante miedo y realmente lo pasaba muy mal, pues en el lugar en donde me encontraba no había defensa alguna, salvo unos pocos sacos terreros. Los bombardeos arreciaban y contemplando el valle a través de la densa humareda que provocaban, podía ver a una ingente cantidad de fuerzas militares procedentes de Zaragoza, que acudían rápidamente con ánimos de reconquistar las posiciones tomadas durante la noche por las tropas republicanas. De improviso oí una voz potentísima dentro de mi conciencia que me decía: “¡Sal inmediatamente de aquí!”.

Al impulso de esta voz me sentí potentemente lanzado fuera de la trinchera yendo a parar a unos doce o quince metros de allí y en aquel preciso momento una potentísima granada estalló encima del lugar donde hacía unos instantes me hallaba... La trinchera había sido completamente destruida y en su lugar sólo se veía un profundo y humeante cráter... Lleno de polvo y atontado completamente por la tremenda explosión, descendí por el otro lado de la montaña, no pudiendo comprender cómo había podido llegar hasta allí ni explicarme las extrañas circunstancias en que fue emitida aquella potente voz que me había salvado de una muerte cierta.

En aquella gigantesca vaguada del Sector de Valsequillo había no menos de tres divisiones con sus correspondientes cuerpos auxiliares. Yo era entonces capitán de una compañía de ingenieros zapadores y con esta unidad a mi mando ocupaba un lugar definido dentro del grueso de la División a la cual mi unidad pertenecía. Estaba escribiendo una carta para mis padres. De pronto volví a escuchar nuevamente dentro de mi conciencia aquella extraña y apremiante voz que ya anteriormente había escuchado en el frente de Aragón. Esta vez aquella voz conminatoria -que yo sentía resonar dentro de mi conciencia- me decía: “Reúne a tus hombres, abandona este lugar y refúgiate allí arriba”. Consciente del valor de la sugerencia y recordando la pasada experiencia, inventé un pretexto y aún a riesgo de molestar a mis oficiales y soldados que estaban descansando de una larga, dura y fatigosa caminata, ordené dejarlo todo y ascender a una loma situada a un kilómetro aproximadamente del lugar donde nos encontrábamos, con algunas frondosas encinas bajo cuya sombra nos cobijamos.

Al cabo de un tiempo de estar allí oímos el peculiar zumbido de la aviación, un ruido sordo que iba aproximándose, llenándonos de inquietud y sobresalto. Un centenar de bombarderos “JUNKERS” alemanes se hallaban casi encima de nosotros e iniciaban un furioso bombardeo sobre las tropas que se encontraban en aquella gigantesca hondonada. El clásico silbido de las bombas al caer, que hiela la sangre de los combatientes más valerosos, y las potentísimas explosiones que se enseñorearon del lugar durante largo tiempo... ensordecieron nuestros oídos y nos obligaron a hundir nuestros rostros contra el suelo.

Una vez realizado aquel impresionante bombardeo -el más grande e intenso al cual yo había asistido- sólo se veía una densa humareda y solamente se oían los lamentos de los heridos y los quejidos de los moribundos. Jamás había presenciado un espectáculo semejante, jamás había visto tantas vidas destrozadas, tanta sangre, tantos miembros amputados, tantos amigos muertos. Quien haya visto de cerca la espantosa carnicería que provoca el bombardeo de la aviación sobre grandes concentraciones humanas, odiará sin duda para siempre la guerra y maldecirá desde el fondo de su corazón a todos aquéllos que sean capaces de producirla, quererla o determinarla.

La voz imperiosa de mi Ángel Guardián que por dos veces me había salvado la vida durante la guerra, la he escuchado en varias ocasiones durante el curso de mi existencia, advirtiéndome a veces de algún peligro o brindándome otras algún valioso consejo que me fue muy útil en el desenvolvimiento de mi existencia kármica. Debo afirmar, sin embargo, que la audición de esta voz inconfundible de la conciencia es el resultado de haberme esforzado durante años en la práctica de la silenciación de mis actividades mentales, una técnica específica señalada por mi Maestro y que yo intuitivamente utilizaba. Sea como sea, el Ángel Guardián no es para mi el fruto de una leyenda arcaica, la consecuencia de un mito o el resultado de una tradición religiosa, sino que es Una Realidad vívida e incuestionable que he podido constatar científicamente utilizando la aguda sensibilidad de mi vehículo mental y la inapreciable ayuda de mi Maestro.

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