¡Bienvenidos!

Ciudad: Hora  Día

 

 

 

Tres siglas, dos en posición vertical (V y A) y una en posición horizontal (B). El trazado recto de la B sirve para demarcar dos ideogramas. [seguir enlace]

Vicente Beltrán Anglada


A todos cuantos suspiráis ardientemente
por la liberación y sufrís intensamente por ella,
dejando a cada paso y en cada ignorado recodo del camino,
jirones de vuestro yo vencido...
¡Benditos seáis en nombre del Maestro!

Vicente Beltrán Anglada
 


 

Devas

Conferencias

Triple
Proyecto

Agni Yoga

 


 

CAPÍTULO II
RAZAS Y YOGAS
 

Tal como ha sido anunciado en el Prefacio de este libro, todos los Yogas, desde el físico al espiritual más elevado y trascendente, arrancan de un tronco común, apoyado en raíces cósmicas y utilizando como marcos de su proyección y realización el espacio, el tiempo, las grandes posiciones astrológicas de los astros, las situaciones planetarias y las distintas Razas que van apareciendo en la Tierra a medida que el espíritu humano, impelido incesantemente hacia adelante en su constante búsqueda de lo eterno, va realizando su evolución y revelando aquel indescriptible Arquetipo de perfección para el cual fue programado desde las excelsas alturas por la Divinidad.

Lógico es admitir, pues, que existen un Yoga o Sendero y una Meta o Arquetipo ideal para cada uno de los cuerpos o vehículos por medio de los cuales se expresa el ser humano en el incesante devenir de su desarrollo evolutivo. Por ejemplo, el cuerpo físico, a través del Hatha Yoga, tiene como Meta arquetípica la Belleza y el equilibrio de las funciones orgánicas; el cuerpo emocional, por medio del Bakti Yoga debe revelar Bondad desarrollando las cualidades de la devoción, sensibilidad y armonía psíquica y el cuerpo mental, bajo la acción del Raja Yoga, tiene como misión específica revelar la Verdad, la esencia del quinto gran principio cósmico, educiendo las facultades de la razón, del intelecto y del poder de actuar sobre la sustancia material, incorporándola al noble ejercicio del espíritu creador.

El objetivo esencial de Agni Yoga, de acuerdo con las leyes evolutivas que rigen la expresión del ser humano, es la integración de las cualidades básicas de Verdad, Bondad y Belleza, en un solo Cuerpo místico de expresión universal, introduciendo en cada uno de los cuerpos o vehículos del alma humana, la cualidad de Síntesis.

Nos ha parecido asimismo conveniente, en nuestro sincero empeño de presentar el Yoga en sus más dilatadas perspectivas, revelar, por primera vez quizás en algún tratado esotérico, la existencia de un nuevo tipo de Yoga surgido de la presión de los tiempos y del rápido cambio de situaciones planetarias provocado por las potentes corrientes de energía que la Gran Constelación de Acuario derrama sobre la Tierra. Denominamos Devi Yoga a este nuevo tipo de Yoga, aunque debemos confesar honestamente que tal denominación quizá no sea la más adecuada y deba ser reemplazada más adelante por otra más conveniente. De momento nos ha parecido correcta debido a que Devi Yoga tiene que ver con el inteligente contacto que deberán realizar los seres humanos con el soberbio mundo de los devas, o los ángeles, en algunas de sus inmediatas jerarquías. No obstante y como vía aclaratoria, deberemos decir que se trata de la fusión de la mente los hombres con el sentimiento de integridad de cierto tipo de devas que habitan en el cuarto subplano del plano búdico de nuestro Sistema. Aparentemente esta Meta se halla todavía muy lejana de las posibilidades de los seres humanos en el momento actual, pero, en realidad, el Reino de los Cielos con todas sus magnificentes oportunidades está más cerca de lo que comúnmente se cree por la magnitud del Misterio de Gracia por la cual toda alma tiene en el refugio del Corazón y con toda su potencia la indescriptible posibilidad de aquel Reino.

Ahora bien, ateniéndonos al curso de nuestras ideas más inmediatas y de acuerdo con el fin propuesto, podemos decir que cada tipo de Yoga corresponde a un período determinado dentro de la expresión planetaria y es incorporado y expresado inicialmente por una bien definida subraza dentro de cada una de las Razas que van apareciendo cíclicamente en la Tierra en el noble empeño por revelar un Arquetipo diseñado por su correspondiente Manú. [Potencia planetaria que diseña el cuerpo físico de cada una de las siete subrazas dentro de la correspondiente gran raza raíz, de acuerdo con arquetipos universales]

Podemos decir, así, que Hatha Yoga apareció en cierta lejanísima época de la evolución humana, muchos millones de años antes de que la mente, como principio de coordinación inteligente, actuara en el cerebro. Le siguió en el orden evolutivo el Bakti Yoga, el Yoga de la devoción y de las emociones, cuando empezó a construirse el cuerpo astral y la mónada individual empezó a manifestar anhelos de aproximación a los demás seres que le rodeaban y a rendir un cierto culto de la belleza. Siguió en este orden ascensional la aparición del Raja Yoga, el Yoga de la mente, el de la razón y la autoconciencia, en aquella mística etapa, que más adelante analizaremos, en que el ser semi-animal, que sólo tenía de hombre la apariencia física fue elevado al misterio de la individualización por intercesión de aquellas indescriptibles Entidades cósmicas denominadas esotéricamente los Dyanes del Fuego [Doctrina Secreta] o los Ángeles Solares.

Hay que decir, al llegar a este punto, que el estudio correspondiente al principio de cada Yoga y la búsqueda de sus remotas raíces históricas, han sido realizados leyendo en la luz astral en donde se proyectan los registros akásicos o memoria cósmica de la Naturaleza. Tales registros nada tienen que ver con los relatos de la historia corriente en sus libros y en sus tratados, sino que son la expresión de "hechos vivientes”, tal como aparecen en la mente de un observador que está reviviendo un recuerdo muy querido y lleno, por tanto, de los más ricos y variados matices. El principio de analogía coopera en esta percepción especial, muy corriente sin embargo en el investigador esotérico, de ver “los hechos” tal como se produjeron realmente y no como los presenta la historia, falseados o distorsionados. El tiempo, en su aspecto cronológico, nunca ha limitado la visión de los grandes profetas e iluminados, ni la de aquellos argonautas o aventureros del tiempo, que supieron adentrarse en la luz de los sucesos reales de la historia y que pudiendo ver muy claros los sucesos del pasado, supieron ver también muy claramente las oportunidades del futuro. Existe un antakarana luminoso que surgiendo de las profundas oquedades de la mente, en donde queda archivada toda historia real de la humanidad dentro de un sagrado arcano de los hechos, y elevándose hacia regiones sutiles de la intuición, permite al observador, como en una elevada atalaya, percibir con igual claridad los hechos del pasado como los que tendrán lugar en el futuro. La creación de esta atalaya, de esta línea de proyección ascensional que llamamos técnicamente "antakarana", exige un perfecto entrenamiento mental y una utilización constante del principio hermético de la analogía, que en ciertos casos, permite adueñarse del secreto de la historia. Se trata, por así decirlo, de engarzar los acontecimientos del pasado con los del futuro por medio de la atalaya del presente, la cual brindará un radio de visión o de percepción tanto más extenso cuanto más elevada sea la perpendicular del luminoso antakarana desde donde efectuemos nuestras observaciones.

Desde "un determinado, aunque bien definido nivel" del antakarana individual, han podido ser observados ciertos hechos del pasado en relación con nuestro estudio acerca del Yoga y su identificación concreta, salvo aquellas pequeñas lagunas o vacíos en el tiempo, que todo investigador encuentra en su camino, ha corroborado una vez más la similitud o analogía de los procesos históricos de la humanidad que dieron lugar a la aparición de determinados Yogas, con unas bien definidas corrientes astrológicas y unos muy bien definidos Avatares. Algunos de tales Avatares no han logrado ser identificados debido a la lejanía de su origen histórico, que se pierde en la oscuridad misteriosa del tiempo [La cadena lunar], pero las Figuras de Hermes, Cristo, Buda y Patanjali, más cercanas a nosotros, surgen del fondo del Misterio con una luz esplendorosa que ilumina la historia del Yoga, adjudicándole un valor inmortal y una razón de ser que trascienden todos los aspectos especulativos de la mente y aún del propio tiempo.

a) Las Grandes Vinculaciones Raciales

El Yoga, en todas sus expresiones, es la Voluntad de Dios expresándose en el ser humano a medida que Su programa cósmico va realizándose en el tiempo. Cada tipo de Yoga halla así su adecuada expresión y su período de realización en determinado estadio del proceso evolutivo. Según nuestras observaciones —corroboradas siempre por el principio de analogía— los tres primeros Yogas: Hatha Yoga, Bakti Yoga y Raja Yoga, tuvieron raíces históricas en una bien definida subraza de cada una de las tres primeras grandes Razas Raíces. No obstante, a fin de facilitar nuestras ideas acerca de los principios del Yoga como ciencia de expresión de la Divinidad planetaria, iniciaremos nuestro estudio siguiendo este orden:



Les rogamos tengan presente que este orden no ha sido elegido al azar, sino basándonos en hechos rigurosamente esotéricos afirmados en la sabiduría de la Kabala, según la cual existe una misteriosa relación entre el número característico de una subraza de cualquier Raza Raíz con el mismo número correspondiente a la subraza de las demás Razas raíces. Hemos podido observar al respecto, que en la tercera subraza de la tercera Raza se producía una integración perfecta de funciones en el cuerpo físico de los seres humanos; que en la cuarta subraza de esta misma Raza se notaba una particular y potente expansión del aspecto emocional y que en la quinta subraza aparecía, por primera vez en el destino cíclico del planeta Tierra y concretamente de la humanidad, el fenómeno de la mente. Si siguen ustedes esta analogía podrán deducir lógicamente que cuando el número de una subraza coincide con el de la Raza Raíz a la cual pertenece, la integración que se produce ha de tener caracteres realmente impresionantes y de tipo trascendente. Por ejemplo, los altos secretos de la Magia y los grandes poderes psíquicos se introdujeron en la humanidad durante el período de evolución asignada a la cuarta subraza de la Cuarta Raza Raíz, la Atlante, y los tremendos avances técnicos y las grandes conquistas en el orden científico de nuestra humanidad actual, tienen lugar precisamente en los momentos cíclicos en que se está desarrollando e integrando la quinta subraza dentro de la Quinta Raza, la Aria.

Al estudiar estas analogías que sometemos a la consideración de ustedes deben tener presente que en función de actividad de Reinos se le asigna esotéricamente al cuerpo físico el número 3 (reinos mineral, vegetal y animal), al cuerpo emocional, el número 4 (reino humano) y al vehículo mental, el número 5, (en razón de que es a través del mismo que se ha de alcanzar el quinto Reino de la Naturaleza, el de las Almas y que la mente responde a la ley del quinto gran Principio cósmico, el del Fuego creador).

Las dos primeras grandes Razas Raíces aparecidas en la Tierra y que crearon las matrices físicas y emocionales de la humanidad, se pierden en la lejanía del tiempo por cuanto estaban vinculadas todavía con la evolución del esquema lunar, o sea, con la actividad de ciertos poderosos Pitris [Adeptos Potencias planetarias] que en aquel planeta —hoy un cadáver flotante en el espacio y condicionado al movimiento de rotación de la Tierra— realizaron su evolución.

Estas dos Razas traían el mensaje lunar en forma de dos definidos átomos permanentes, el físico y el astral. El átomo permanente mental aparecería mucho más adelante como una aportación netamente solar y entró en actividad por la directa aportación de los Señores de la Llama.[ Cuatro Grandes Seres, procedentes del planeta Venus, llamados también los Cuatro Kumaras]

Siguiendo el hilo de una correcta analogía podríamos decir que las primeras Jerarquías espirituales que estuvieron en contacto con la incipiente humanidad terrestre eran de procedencia lunar y que, a través de los primeros átomos permanentes, el físico y el astral, que pusieron en vibración activando el poder de su fuego o llama interna (un proceso de memorización cósmica), crearon las primeras formas o vehículos para que la Mónada o Espíritu del ser humano, iniciara su evolución.

b) Los Orígenes Raciales del Hombre

Los primeros cuerpos construidos (de proyección netamente lunar) no tenían físicamente nada en común con los cuerpos actuales de los hombres. Aparecen ante la percepción clarividente como una especie de sacos disformes, constituidos de una materia gelatinosa y con unos orificios situados en donde el cuerpo humano tiene actualmente la boca, la nariz y el expulsor de los elementos gastados del organismo. Aparece sin carácter de sexo, lo cual hace suponer que la reproducción de la especie es netamente andrógina o que se realiza quizá por escisión, como en el caso de las amebas.[Véase artículo complementario: “La gran escisión”] Existen dos únicas y bien definidas funciones, la alimentación y la respiración. Toda la conciencia se halla centralizada en estas actividades básicas y es conmovedor contemplar el trabajo de cierto tipo de devas contribuyendo al proceso de estructuración de las formas y enseñando a aquellos primitivos seres, semillas de la humanidad terrestre, a comer y a respirar. Esta fase, correspondiente a la evolución de la primera subraza de la primera Raza Raíz, es la primera actividad cíclica del Yoga en nuestro planeta. En este punto todavía inconcreto e indefinido en el marco de la historia, pero constituyendo un "hecho objetivo" para cierta modalidad de visión, o percepción, aparece Hatha Yoga, el Yoga del cuerpo físico que, a través de las edades tiene como misión crear el tabernáculo objetivo para la Mónada espiritual. En las próximas subrazas que irán apareciendo se diseñarán nuevos aspectos estructurales y se desarrollarán nuevas funciones, pero siempre dentro de un orden puramente físico. Aparecerán así la vista, el oído, el olfato y, más adelante, el gusto y el tacto y estos sentidos, cuyo desenvolvimiento exige edades, son apertura de la vida interna hacia el exterior.

Al final de la séptima subraza de la Primera Raza Raíz, el ser humano posee un cuerpo bien definido y estructurado, pero tosco y desproporcionado. Los miembros son fuertes, extraordinariamente fuertes en relación con los cuerpos actuales; los brazos, por ejemplo, son extremadamente largos y cuando el ser que posee este cuerpo anda, más que andar causa la sensación de que se arrastra por el suelo. El cuerpo está cubierto de pelos, largos, espesos y cerdosos, los ojos son muy pequeños, aunque vivos y penetrantes. Las orejas largas y la nariz muy achatada y con grandes fosas nasales. Raras veces se levanta del suelo y su columna vertebral no adopta casi nunca una posición vertical con respecto a aquél. Forma parte todavía de la tierra, como un elemento más de la misma y hacia ella dirige constantemente su atención inmediata y sus mudos interrogantes van orientados hacia abajo, sintiendo el infinito peso de la gravedad terrestre que contiene el secreto dormido de su karma como hombre futuro.

En las primeras subrazas de la segunda Raza Raíz, el panorama ha sufrido ya alguna modificación; en primer lugar porque el segundo átomo permanente, el astral, ha iniciado ya su actividad y la Mónada espiritual que utiliza las energías que aquel átomo astral genera, empieza a desarrollar el germen de la sensibilidad y a experimentar ciertas modificaciones astrales en la conciencia embrionaria que se va estructurando. Ello implica que en determinada zona de la misma empieza a crearse un núcleo de materia astral, que convenientemente aglutinada alrededor del átomo permanente, constituye el primer síntoma de conciencia sensitiva que se eleva por encima de la rudimentaria conciencia física.

El proceso de desarrollo de la conciencia astral es largo, larguísimo, y altamente doloroso para la Mónada encarnada. El cuerpo físico aparece ahora, en la cuarta subraza de la segunda Raza, mucho más estilizado aunque gigantesco. Alcanza alturas de tres y cuatro metros. El ambiente circundante es realmente hostil y el cuerpo humano ha de ser extraordinariamente fuerte para poder sobrevivir a la espantosa lucha cotidiana contra los elementos y los gigantescos y agresivos animales, reptiles en su mayor parte, que le disputan la posesión de la tierra.

La sensación constante del peligro inmediato y la tremenda necesidad de una inminente y adecuada réplica, constituyen el primer síntoma de acercamiento entre sí de los hombres-animales. Se les ve constituyendo núcleos y pequeñas comunidades en donde impera la ley del más fuerte, y se alimentan de los despojos de los animales muertos y aún de los de su propia especie. No vamos a entrar en detalles acerca del desarrollo evolutivo de esta primitiva segunda Raza Raíz. Pero, al finalizar la misma, ya en sus últimas etapas o subrazas, como un tremendo ensayo de la Vida de Dios en la Naturaleza, vemos que el hombre-animal posee un cuerpo parecido al nuestro actual, aunque con unas muy específicas variantes; la cabeza es muy pequeña, los ojos algo mayores que en el proceso estructural de finales de la primera Raza, las orejas más pequeñas, así como los orificios de la nariz. Los brazos algo más cortos y las piernas más largas. La columna vertebral se ha elevado constituyendo una vertical sobre la horizontalidad del suelo [En este sagrado punto de la experiencia humana se construye definidamente el Chacra Muladhara, el depósito del fuego de Kundalini] y ya no se arrastra sino que camina. El cerebro, que en las primeras subrazas de la segunda Raza aparecía alojado en la región del plexo solar, se halla situado ahora en la parte posterior de la cabeza. Pero, prescindiendo de la forma física, hay que notar preferentemente un notable desarrollo de la sensibilidad, la aparición de las sensaciones de simpatía y antipatía y una cierta atracción hacia las cualidades de belleza implícitas en las grandes y esplendentes formas vegetales, en la luz del Sol y en un estrellado firmamento. Mudas interrogantes se van elevando hacia el cielo. Se contemplan las silenciosas oquedades del mismo y se rinde culto al Sol en donde se presiente y adivina la Vida de Dios. Otro tipo de devas, aunque todavía de procedencia lunar y muy relacionados con la evolución del átomo permanente astral, aunque insuflados de ciertas corrientes espirituales de vida jerárquica, ayudan y cooperan en el proceso de expansión de la vida sensitiva y la actividad conjunta de las mudas invocaciones de los hombres-animales hacia las inmortales Alturas, la cooperación de los devas y el progresivo aliento de la Divinidad expresándose como vida infinita a través de la Mónada espiritual, abren el ciclo de Bakti Yoga, el Yoga de la devoción a la Divinidad, del desarrollo del mundo emocional, de la sensibilidad o bondad oculta que subyace en los profundos y misteriosos repliegues de la vida monádica en creciente expansión.

c) El Principio de la Autoconciencia

Como ustedes se darán cuenta, estamos tratando de explicar ciertos "hechos" históricos eternamente Vívidos y palpitantes dentro de la Memoria de Dios con respecto a la Naturaleza y a la vida de la humanidad, en relación con el Yoga y sus Misterios, de una manera muy rápida y tratando de ser lo más concretos que sea posible, quemando etapas por —así decirlo— y dando saltos de miles de años en un intento de presentar el Yoga, en todas posibles variantes y modificaciones, como parte principal del desarrollo de la conciencia cósmica en nuestro planeta, como un indescriptible intento de la Divinidad de proyectar Su vida, Su amor, poder e inteligencia creadora por medio de las Mónadas humanas, a través de los interminables ciclos del tiempo y concretándose definidamente en aquél Arquetipo divino que ha de ser y que ha de realizar el ser humano, como enlace vital de la vida de la Naturaleza con la Vida del propio Dios.

Raja Yoga, el Yoga de la mente, aparece en la quinta subraza de la tercera Raza Raíz. El quinto principio cósmico, la Mente de Dios, se introduce en el cerebro de la humanidad que va surgiendo de las sombras del tiempo, por intercesión de los Ángeles Solares. Este acontecimiento, el más trascendente desde el ángulo de vista de la evolución planetaria, es una consecuencia de la encarnación en el planeta Tierra de los Señores de la Llama, Entidades muy evolucionadas procedentes del planeta Venus.

La importancia de tal acontecimiento marca la conciencia del hombre primitivo con fulgores de eternidad. Empieza a actuar el átomo permanente mental, creado por la experiencia mental del Logos planetario de nuestro Esquema Terrestre y vivificado por su encarnación física, Sanat Kumara [Sanat Kumara ocupa, en relación con el Logos planetario, idéntica posición que el Maestro Jesús en relación con Cristo], el primero de los grandes Señores de la Llama, Quien, utilizando su radiante vehículo etérico de la más elevada vibración y pureza, abarca en su luminosa esfera de proyección la totalidad del planeta y crea las fronteras misteriosas del mismo, el llamado esotéricamente "Círculo-no-se-Pasa".

Durante incontables períodos de tiempo la presión de la energía mental, el quinto gran principio cósmico, que en la primera subraza de la tercera Raza Raíz, la Lemur, inició su ciclo de manifestación en nuestro planeta, ha ido creando las requeridas condiciones de autoconciencia dentro del ser humano. El hombre, el rey de la creación, el gran intermediario planetario entre los Reinos que evolucionan, empieza a auto reconocerse. Ya no forma parte como un elemento ciego más del proceso histórico de la vida que va desarrollándose, sin capacidad alguna de reacción inteligente; ahora empieza a ver los acontecimientos que se van produciendo a su alrededor como “algo parte de sí mismo". El empieza ahora a escribir su propia historia, empieza así a crear el karma individual, su gran aportación al insondable secreto de la Naturaleza. No es todavía plenamente consciente de su verdadera función como engarce de unión entre las dos grandes orillas o fronteras de la historia, la material y la espiritual. Raja Yoga, la ciencia de unión por medio de la mente, va realizando calladamente su misión en el cerebro de los seres humanos. Algunos de ellos, los más audaces y los mejor preparados de acuerdo con la acción de los ciclos universales operando sobre el planeta, van adquiriendo sin embargo acusados tintes de autoconciencia y si bien no conocen exactamente el lugar que ocupan en el plan evolutivo, o conciencia jerárquica, adoptan espontáneamente una posición de fuerza o poder y se erigen en dirigentes o conductores de grandes comunidades. Ahí, en este punto y en lo que respecta a la evolución de la humanidad, se inicia la casta de los caudillos y de los sacerdotes que durante milenios gobernarán la Tierra e imprimirán nuevas derivaciones en los cauces de la historia.

d) El Principio de Discernimiento

Pero, la evolución característica y fundamental del Raja Yoga, su alto valor cualitativo y la línea segura de su meta y objetivos, aparecerán más adelante, aproximadamente en la mitad de la Cuarta Raza Raíz, la Atlante. Ciertas modificaciones internas en el Plan de la Jerarquía espiritual con respecto a la humanidad en su conjunto, expresadas esotéricamente como necesidades de la Vida del Logos planetario a través de Su cuerpo de expresión, el Planeta, obligan a ciertos definidos reajustes: 1. Una gran parte de los Adeptos que procedentes de otros lugares del Sistema Solar cooperaron con los Señores de la Llama en el desarrollo espiritual de la Raza de los hombres, vuelve a reanudar Sus excelsas y anteriores funciones dentro del Universo. Consecuentemente, y ahí se demuestra ostensiblemente el éxito espiritual del Raja Yoga, el puesto jerárquico que Aquellos exaltados Seres ocupaban en el orden evolutivo del planeta ha de ser cubierto por los Hijos de los Hombres que, desde luengas edades, se estuvieron preparando para ello.

2. Para facilitar una atención especial del Logos planetario sobre las Mónadas espirituales individualizadas durante la época lemuriana, son cerradas, simbólicamente hablando, las puertas iniciáticas por las que las Mónadas espirituales que evolucionaban en el Reino animal se introducían en el Reino humano. Como consecuencia de ello una nueva corriente de energía se introduce en la mente de los hombres en desarrollo espiritual con los siguientes resultados:

a) La proyección de Vida espiritual que descendía de los Altos Lugares hasta coincidir en los mundos materiales se deriva en dos amplias vertientes; una se vuelca sobre el principio mental de los seres humanos y la otra se introduce en su corazón [Examinada la glándula pituitaria (directamente enlazada con el centro Ajna, del entrecejo), se la ve dividida en dos partes. La posterior, que segrega "pituitrina", está conectada con el proceso de desarrollo intelectual. La anterior, cuya secreción es desconocida, está relacionada con la evolución del chacra cardíaco]. Hasta aquí, la mente y el corazón, la incipiente conciencia y los primitivos destellos de sensibilidad operaban conjuntamente como una sola unidad de expresión. La vida material con sus distintas e innumerables sensaciones se convertía en una automática respuesta sensible que llegaba a la mente; de idéntica manera, la vida espiritual que desde las Alturas operaba sobre la mente, se transformaba automáticamente también en motivos de sensibilidad. A partir de aquel momento, sin embargo, se produce la necesaria, positiva y al propio tiempo dolorosa escisión. Por vez primera en la historia de la Raza humana se establece la gran división del corazón y de la mente, del aspecto emocional y sensible de acercamiento a la vida y de la facultad razonadora.

b) Esta división origina el sentido mental de Discriminación o de Discernimiento. El ser humano empieza realmente a razonar, a crear consecuentemente el fruto, durante millones de años, amargo del karma individual.

c) En virtud de este hecho, son creadas las avenidas del Raja Yoga que desde aquel momento también comienza a actuar como verdadero motor de la evolución humana. Aparece la mente como un sexto sentido, como un instrumento de percepción del alma en los tres mundos, físico, emocional y mental y como un medio de contacto con la Divinidad a través del Ángel Solar (en el tercer subplano del plano mental). La división de las energías espirituales y materiales que antaño fueron la expresión de un fenómeno conexo, la aparente separación en el tiempo de ambos principios constituyentes del proceso de la evolución universal en el hombre, es causa de aquello que esotéricamente denominamos "la gran herejía de la separatividad” origen del dolor y del conflicto que durante edades harán presa del corazón humano. Pero, el fruto amargo de la prueba, de este doloroso karma que debe arrastrar el hombre, de esta punzante agonía de sentirse desvinculado de todo cuanto le rodea y aún del propio Dios, traería como consecuencia el poder de amar y la capacidad de valorar conscientemente el proceso histórico de la vida y un acercamiento progresivo a las fuentes espirituales o monádicas de procedencia.

3. La escisión del Espíritu y Materia, de Vida y Forma, de mente y sensibilidad se manifiesta también ostensiblemente en los niveles esotéricos, en donde la evolución dévica o angélica se desvincula de la vida humana. Desde aquel momento el ser humano debe soportar solo, completamente solo, el peso de la vida, el fluir de los acontecimientos y la rudeza del ambiente social lleno de fricciones que se está creando. Él es entonces el promotor directo, causa y efecto de todas sus reacciones psicológicas. Así, el hombre, como un fenómeno realmente social, aparece en el marco de la historia escribiendo las más nobles y al propio tiempo más dolorosas páginas de la misma.

Raja Yoga opera desde entonces dentro de la conciencia humana desarrollando el poder de distinguir y la capacidad de discriminar cuanto es percibido y los motivos subyacentes en todas las percepciones y contactos son divididos dentro de la mente para descubrirlos en su esencia y reconocerlos así en su propósito de base. De este poder discriminativo de la mente, de esta facultad de separar para mejor descubrir las cosas en su origen, surgirá en determinada vuelta de esa inmensa espiral de vida que es la evolución planetaria como un todo, un poderoso clamor invocativo, una desesperada pregunta hacia lo Alto, una reorientación de todas las fuerzas de la personalidad en desarrollo, centralizadas en la mente, el corazón y la voluntad, hacia un aspecto superior espiritual y trascendente que se intuye aunque no se conoce, y esa etapa, que se inicia a finales de la Raza Atlante como característica de un proceso de elevada sensibilidad hacia los valores internos, continúa en las primeras subrazas de la Raza Aria, dotando a los seres humanos de la capacidad de establecer contacto con su verdadero Ser, o Yo superior, en un nivel más elevado del plano mental y prosigue incesantemente en su ascensión espiritual invocativa durante todo el proceso histórico conocido de la Raza Aria. Un punto álgido de este proceso surge con destellos de eternidad en los albores de la quinta subraza de la Quinta Raza [Que debe testimoniar el quinto gran principio cósmico de la mente], nuestra Raza actual, marcando el principio de lo que será una Era típicamente invocativa, de reorientación mental consciente y definida y de ascensión constante hacia las regiones del Ser superior. La relación del hombre con su Ángel Solar, el Conocedor de todos los Misterios, aparece aquí como una Meta claramente señalada. Los "dones del Espíritu Santo" que antaño sólo se dispensaba a los elegidos, pueden ser conquistados ahora por todos los seres humanos conscientes y de buena voluntad que así lo deseen. La Puerta de los Misterios Sagrados y la Iniciación que permite abrirla, se halla al alcance de todo verdadero investigador del mundo espiritual y, términos como aspirante y discípulo, constituyen las tónicas del momento, pudiendo ser aplicados indistintamente a todos los hombres y mujeres de buena voluntad en el mundo, capaces de realizar el requerido esfuerzo de aproximación espiritual y de afrontar la prueba del Fuego exigida en estos drásticos momentos de transición de Eras que estamos viviendo.

e) Hacia el Principio de Síntesis por el Yoga

Surge así del insondable marco de la historia planetaria el cuarto de los grandes Yogas de la evolución humana: Agni Yoga, el Yoga de Fuego o Yoga de Síntesis, que aparece como una rutilante promesa de redención para todos los hijos de los hombres cansados del tormento de la vida, de aquellos que ardientemente buscan colmar el misterio de la propia redención.

Agni Yoga, tal como veremos más adelante, expresa la capacidad libre del pensador de proyectarse fuera de sí mismo en busca del Fuego creador, de conquistar las cumbres de la más elevada unidad, de vencer "la gran herejía de la separatividad” gestadas en eras históricas del pasado y de quemar con el Fuego conquistado todas las limitaciones de los cuerpos y vehículos que utiliza como medio de expresión. Expresa el contacto con ciertos elevados niveles del plano mental y establece relación con los primeros subplanos del plano búdico conquistando la idea arquetípica que ha de desarrollar la Quinta Raza y preparando la labor inmediata de la sexta subraza de la misma que ya, a mediados de la Era de Acuario, mostrará algunos de sus más excelsos y acabados tipos.

La práctica de Agni Yoga, "para aquellos que se sientan llamados” les iniciará en el arte del silencio que, convertido en música, la voz de los ángeles, les permitirá adquirir poder en los mundos invisibles y en las nuevas dimensiones dentro de la conciencia, pero, mayormente, el poder de controlar concientemente todos sus vehículos, de integrarlos perfectamente y de ofrecerlos humildemente a la disposición del Ángel Solar, el verdadero promotor de la evolución y celoso guardador de los Misterios sagrados de la Divinidad en el corazón del hombre.

Siendo el Ángel Solar un ciudadano del Quinto Reino de la Naturaleza, un alto Iniciado, un Maestro de Compasión y de Sabiduría dentro de la Jerarquía planetaria, su misión es revelar el Verbo divino por medio del alma humana, la cual, a su vez, tiene la misión o cometido de preparar el Cáliz, o Tabernáculo [Los tres vehículos periódicos: mente concreta, vehículo emocional y cuerpo físico] que debe acoger el Verbo. De este Verbo de Revelación hallamos sutiles referencias en todos los tratados religiosos, filosóficos y místicos de todos los tiempos.

Con el Ángel Solar, el Arquetipo perfecto de la Raza Aria, llegamos al final de una etapa en la historia de los Yogas planetarios. Lo que va a producirse de ahora en adelante, los nuevos Yogas y los nuevos Misterios a ser revelados y actualizados, ya no serán de la incumbencia del ser humano ni un producto de sus esfuerzos por adaptarse a un determinado aspecto creador, o ruta evolutiva definida, sino que será cosa del Ángel Solar, de ese Enviado de Dios que "conociendo el fin desde el principio", sabe perfectamente cuál es la Meta inmediata.

f) El Yoga del Futuro

Avizorando las rutas del futuro que el Ángel Solar permite ver iluminadas, se perfila un nuevo tipo de Yoga, una nueva Ciencia mística de unión con la Divinidad, que pese a la lejanía con que parece proyectarse en "la historia todavía no-escrita", ya está siendo actualizada por muchos hijos de los hombres que se esforzaron en el pasado y que, en el presente, pueden experimentar la Gloria del Aliento de Dios a través del Ángel Solar.

Esta nueva Ciencia mística de unión con la Divinidad la denominaremos Devi Yoga, la del inteligente contacto de los seres humanos con el mundo de los devas, los agentes creativos de la Voluntad de Dios en el éter, los verdaderos constructores de los Reinos de la Naturaleza y hermanos en Espíritu de la Raza de los hombres.

Devi Yoga, el Yoga del futuro, es un luminoso interrogante formulado con caracteres de fuego dentro del corazón humano y sólo el desarrollo creciente del centro cardíaco en el desenvolvimiento evolutivo de la humanidad en este planeta Tierra, puede dar la clave de su expresión en el tiempo y de su vinculación cósmica. Es el Yoga del contacto con las huestes angélicas que desde el principio mismo de los tiempos colaboraron con el testimonio de "su gracia" en la relación y vinculación del hombre con el Ángel Solar, su verdadera y única inmanente realidad, construyéndoles formas cada vez más sutiles y adecuadas a la expresión del Arquetipo diseñado por el Logos planetario allá en lo oculto de Sus designios inviolables. Es posible que a finales de la sexta subraza de nuestra quinta Raza Aria, un número considerable de egos humanos haya evolucionado lo suficientemente como para permitirles esta relación indescriptiblemente brillante y maravillosa con el mundo de los devas, la conquista del Devachán y aun el Misterio de los Rayos. Esto exigirá naturalmente por parte de aquéllos una coordinación e integración completa de los tres vehículos inferiores, una relación conciente con el Ángel Solar de sus vidas y cierto contacto definido a través del centro cardíaco con los primeros subplanos del plano búdico.

No podemos naturalmente extendemos mucho acerca de este Yoga que, tal como hemos dicho, pertenece todavía a una etapa posterior del proceso evolutivo de la humanidad. Puede ser dicho, sin embargo, que ciertas jerarquías de devas han establecido ya contacto definido con algunos seres humanos [Muchos de los llamados contactos con seres extraterrestres; no son sino contactos dévicos efectuados durante el sueño o por materialización física de ciertas Entidades angélicas] a quienes han confiado ciertos conocimientos acerca de sus vidas, misiones y expresiones que pueden ser transmitidos inmediatamente a la humanidad conciente de nuestros días y que constituyen el andamiaje o estructura de lo que será Devi Yoga. Esperamos de todo corazón que "el testimonio de Gracia" de tales enviados celestes, de estas Entidades angélicas, sea cada vez más evidente y ostensible y pueda ser registrado en el corazón de los hombres y mujeres de buena voluntad. Este es al menos nuestro deseo más profundo y el inspirador de todas nuestras buenas razones.

g) La Gran Escisión

Este es un punto muy importante y les rogamos acojan nuestras conclusiones con una mente muy amplia y profunda. Nuestro intento es aclarar tanto como nos sea posible este aspecto, tan oscuro todavía para el naturalismo y la antropología. Según nuestras observaciones y la ayuda prestada por ciertas Entidades superiores del mundo dévico que permiten el acceso a los "registros akásicos", o memoria cósmica de la Naturaleza, hemos podido comprobar que esta escisión primaria no se repite, sino que al dividirse en dos la entidad andrógina, esta gigantesca ameba a la que nos hemos referido, cada parte separada empieza a desarrollar caracteres de sexo. Continúa presente la naturaleza esencial, pero la división ha creado ya para la naturaleza futura de las razas que irán apareciendo en el devenir del tiempo, dos tipos bien definidos, el hombre y la mujer, el sexo masculino y el femenino, empezando a actuar ya definidamente el principio de generación. Observaciones posteriores a las que nos indujo la sensación de que algo quedaba incompleto en nuestro estudio, nos permitieron comprobar el hecho de que a partir de la segunda subraza de la primera gran Raza Raíz, de la que no quedan rastros en la Tierra, aparecían ya netamente destacados los caracteres del sexo. Según nos ha parecido observar, los órganos reproductores de la especie empezaron a cumplir su misión creadora a mediados de la tercera subraza de aquella primera Raza, aunque de manera muy limitada y de acuerdo con un proceso de alta selectividad (que no todas las unidades semiindividualizadas poseían) y a la presión de los elementos externos... Apelamos, como siempre, sin embargo, al testimonio de la propia intuición de ustedes, ya que se trata de unos puntos muy difíciles de aclarar y que no pueden ser comprobados objetivamente.

Siguiendo el hilo de esta misma idea y tratando de ampliarla en lo posible de acuerdo a cuanto fue dicho en anteriores ocasiones y, como siempre, a lo que pudimos percibir en la luz de los registros akásicos, nos extenderemos ahora por otras zonas esotéricas relacionadas con lo que fue el principio de nuestra Raza Humana. Veamos:

1. Al iniciar el Logos planetario su ensayo sobre lo que debería ser la humanidad terrestre, había ya en la Tierra un Reino animal muy especializado, producto de un remanente lunar, es decir, proveniente de una emanación, o corriente de vida de los Señores Pitris, las Entidades creadoras de aquel viejo planeta, cuyos gérmenes, de acuerdo con el principio de Fraternidad Cósmica, fueron transportados a nuestra Tierra para su ulterior evolución. El hombre-animal, al cual nos hemos referido ya en otras ocasiones y que era oriundo de nuestro planeta, presentaba unas características realmente impresionantes. Era tosco, gigantesco y escasamente desarrollado. La consideración de esta idea nos lleva a una importante conclusión, avalada por la investigación esotérica: el remanente lunar, o sea, el Reino animal terrestre proveniente de aquel viejo planeta, hoy un satélite de la Tierra, estaba más evolucionado que el propio hombre-animal al que se refieren los antiguos tratados ocultos y que eran de procedencia terrestre...

2. La Individualización del Reino animal, es decir, la Iniciación al Reino Humano, afectó simultáneamente a la mayor parte de las unidades del Reino animal procedente de la Cadena lunar y de la raza de hombresanimales oriundos del planeta. En todo caso, y "por obra y gracia del Espíritu Santo" —y nunca podrá ser formulada esta mística sentencia con más propiedad— el germen de la mente empezó a actuar en ambas corrientes evolutivas en orden a cualidades despiertas y a ser estructurado el Principio de Autoconciencia.

3. Las diferenciaciones raciales que se irán produciendo en el transcurso del tiempo están directamente vinculadas con esta diferenciación de base. La humanidad terrestre será siempre solamente Una, pero existirá una bien definida especialización [Determinada por la más elevada evolución de aquel remanente lunar], una amplitud de vida mayor a la que ya nos hemos referido anteriormente al definir “la casta de los caudillos y de los sacerdotes”. No queremos significar con ello que la Vida sea distinta, ya que sólo Una Vida existe en nuestro Universo, regida por el Amor y expresada como “acercamiento vital", sino que nos referimos a Jerarquía, a la Ley que se expresa por medio de Aquellos que "habiendo vívido más, poseen más experiencia", la experiencia de la Vida del Espíritu.

4. La escisión que se produce en las primeras formas andróginas, semilla de la humanidad terrestre, y el establecimiento de la dualidad de los sexos como resultado de aquélla es, al parecer, el principio del karma humano. Puede ser supuesto, sin embargo, que algo parecido o muy similar quizá sucedió en la evolución lunar.[Véase, por favor, el capítulo “Las leyes del karma", del libro “La Jerarquía, los Ángeles Solares y la Humanidad”]

Sea lo que fuere, la evolución humana a partir del fenómeno iniciático de la Individualización, sigue una trayectoria idéntica para todas las unidades de vida animal lunar y planetaria, que lograron acceder a la gloria de la mente. El proceso iniciático que determinó la Individualización tuvo lugar, tal como hemos visto en afirmaciones anteriores, durante el período evolutivo de la quinta subraza de la Tercera Gran Raza Raíz.


 

[ Libros ]


 

 

 

Meditaciones Diarias
( La meditación de hoy corresponde al )

Lunes | Martes | Miércoles | Jueves
Viernes | Sábado | Domingo

|
Solilunios |
 

 

 


 Búsqueda  de Conferencias y Charlas VBA en línea

 
Google
   En toda la red internet       En www.vicenteba.org
     Si usa la copia "en caché" aparecerán resaltadas las palabras que busque
   
 
[Cáncer 1999]
VBA 1.0: 1999-07-05


[Leo 2003]
VBA 2.0: 2008-03-09