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Vicente Beltrán Anglada


"Que el contenido les sea útil y pueda servirles de inspiración en el intento supremo de sus respectivas búsquedas, es nuestra más humilde y sincera plegaria..."
-V.B.A
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Los Angeles en la Vida Social Humana

Capítulo XIII

EGREGORES


[p. 167] Con el nombre genérico de EGREGORES vamos a conceptuar esotéricamente todas las formas psíquicas que viven y se mueven dentro de los distintos éteres que constituyen el espacio planetario. Tal como vimos en otra parte de este Tratado, hay EGREGORES provenientes de un remoto pasado que todavía pululan por los bajos niveles del plano astral y son proyectores de energía negativa sobre el aura etérica de nuestro mundo. Otros, de carácter más reciente y producidos por la raza Aria, contienen grandes reservas de energía mental y su poder es notorio en la vida planetaria determinando lo que corrientemente llamamos ambiente social, político, cultural, religioso, etc., de las naciones. Los EGREGORES se hallan por doquier, en las pequeñas comunidades y en las grandes concentraciones sociales, pues allí en donde participe activamente el espíritu humano, allí se fomentan y se construyen EGREGORES. Así, el término EGREGOR tiene para el investigador esotérico un sentido total y absoluto, ya que de una u otra manera es la representación genuina del alma de los pueblos, es decir, la expresión de su grado de civilización y cultura. Si investigamos el proceso histórico del planeta y sus repercusiones psicológicas sobre la humanidad del presente desde el ángulo oculto, comprobaremos la existencia de tres principales tipos de EGREGORES en el aura etérica de la Tierra:

1º EGREGORES creados en las primeras subrazas de la Raza Lemur y transportados, vía el éter, a nuestros días por la incorrecta forma de pensar, sentir y actuar de las razas del presente, constituyendo los vastos semilleros de virus y bacterias [p. 168] que originan las más importantes y dolorosas enfermedades físicas de la humanidad.

2º EGREGORES, dotados de un portentoso poder, procedentes de las antiguas humanidades atlantes. Constituyen potentísimas concentraciones de energía psíquica y se expresan en los subplanos inferiores del plano astral condicionando poderosamente a la conciencia humana. Según el punto de vista de la Jerarquía espiritual del planeta, estos EGREGORES son el principal enemigo de los aspirantes y discípulos del mundo en su intento de integrarse espiritualmente y establecer contacto con su Yo superior.

3º EGREGORES construidos en materia mental y gravitando sobre los éteres planetarios. Fueron creados inicialmente por las humanidades de las cinco subrazas de la Raza Aria. Algunas de sus formas son realmente destructivas por el espíritu de separatividad que encarnan. Otras, por el contrario, son buenas y aparecen actualmente como positivas, aunque al adentrarse la humanidad dentro del área de luz del cumplimiento causal de la Raza, deberán ser finalmente destruidas pese a las cualidades que encarnan y ser reemplazadas por otras más adecuadas para la evolución de las sucesivas subrazas que irán apareciendo. Algunas de estas formas mentales son expresiones del saber científico, pero aparecen frías y sin contenido espiritual. Es precisamente esta circunstancia la que aleja a los científicos del mundo de las causas originales de la energía. Como bien decía un gran Maestro de la Jerarquía a principios de este siglo: “La Ciencia carece todavía de corazón, de ahí la peligrosidad de sus conquistas iniciales.” La visión de este Maestro señalaba una vez más en la historia de la Logia el peligro que supone el conocimiento sin haber madurado suficientemente el sentimiento de fraternidad dentro del corazón.

Con este triple legado kármico de substanciados EGREGORES enfrenta la humanidad del presente el proceso de su espiritual evolución, debiendo ser debidamente señalado que la Nueva Era, a la cual nos referimos tan frecuentemente, será de una tremenda lucha contra los EGREGORES que en distintos niveles y bajo una prodigiosa diversidad de matices constituyen las bases de nuestra civilización actual. Habida cuenta de que este Tratado Esotérico [p. 169] sobre los Angeles ha de constituir una obra genuinamente práctica que trascienda el propio conocimiento de las ideas tratadas, hemos creído oportuno profundizar lo más posible en este tema de los EGREGORES, a fin de que el aspirante espiritual de nuestros días y aún el propio discípulo en entrenamiento esotérico, puedan utilizar los conocimientos impartidos en forma práctica y eficiente, contribuyendo de alguna manera a la obra de la Jerarquía planetaria en Su intento de limpiar los ambientes planetarios para que el Avatar de la Nueva Era pueda crear sin dificultades el Camino de Luz que lo acercará a la Tierra y al corazón de los seres humanos de buena voluntad.


¿Qué es un EGREGOR?

Un EGREGOR, técnicamente hablando, es un núcleo de substancia mental, psíquica o etérica creada por el modo de pensar, sentir y actuar de los seres humanos en no importa qué plano ni en qué tiempo de la historia del mundo, cuya forma psíquica, encarnando aquellas cualidades expresivas de conciencia, ha sido construida por los devas substanciadores de la energía en cualquier nivel de la vida de la Naturaleza. Es decir, que todo impulso vital o substancial surgiendo de los individuos o de las comunidades sociales del mundo y siguiendo la línea creadora de la conciencia, produce inevitablemente una reacción dévica del espacio y producto de ella es la forma psíquica de un EGREGOR. Pero, hay que señalar al respecto que hay EGREGORES efímeros y EGREGORES permanentes. Los primeros obedecen a impulsos psíquicos o estados de conciencia esporádicos y sin fuerza aglutinante; los segundos son el resultado de la acumulación de materia psíquica realizada de manera constante y permanente por efecto de los estados de conciencia habituales, ya sea de los individuos o de los grupos. En todo caso, la respuesta dévica a los impulsos psíquicos creados por la humanidad a distintos niveles y con carácter asiduo o permanente, constituye lo que corrientemente llamamos ambientes sociales y comunales, siendo éstos la base de la civilización y cultura de los pueblos.

En el segundo libro de este Tratado hicimos extensa referencia a los EGREGORES CONSTRUIDOS POR LOS DEVAS DEL AIRE utilizando el poder de los ritos, de las ceremonias litúrgicas y meditaciones llevados a cabo regularmente por las distintas religiones, sociedades secretas y escuelas esotéricas de entrenamiento espiritual [p. 170] del mundo, determinando formas psíquicas de gran poder magnético que afectan el ambiente particular de tales comunidades y asociaciones, pero que también, y en forma más subjetiva y oculta, operan sobre las conciencias de los demás individuos y grupos determinando el fenómeno psicológico místicamente reconocido como del despertar espiritual del alma. Esta es la manera mediante la cual el fermento social de elevación y dignificación de la conciencia se produce. Los EGREGORES, en tal caso y en tanto sean necesarios, resultan positivos y es lícito mantenerlos en iluminada tensión, tal como se dice esotéricamente.

Existen, por el contrario, otras formas de EGREGORES manifiestamente negativos, producidos por la conciencia separativa de la humanidad, por su actos de egoísmo y por su manifiesta incapacidad de acogerse al bien y de rechazar el mal. Estos EGREGORES son, desdichadamente, los más numerosos y los que más frecuentemente encuentra el discípulo en su incesante caminar hacia las alturas espirituales en donde se hallan asentadas la paz, la serenidad y la comprensión humana. El poder de los EGREGORES actuales de carácter inferior, vienen notablemente estimulados por la presencia en los ambientes psíquicos planetarios de aquellos otros potentísimos EGREGORES del pasado, creados por las humanidades que realizaron su evolución en las razas Atlante y Lemur y que -según decía un viejo Maestro de la Jerarquía-”... impiden el desarrollo de las nobles cualidades espirituales de la Raza y constituyen el verdadero KURUKSETRA, o campo de batalla del discípulo” en su empeño de establecer contacto con el Angel Solar de su vida y recibir de Este la gloria de la inspiración causal. Sea como sea, el proceso de exteriorización de la Jerarquía y el Retorno del Avatar, dependen única y exclusivamente -en estas primeras fases del Gran Intento- de la capacidad de visión y del determinismo espiritual de los discípulos mundiales que han de destruir dentro de sí mismos y a su inmediato alrededor a todos los EGREGORES de carácter negativo que los devas inferiores mantienen substanciados y objetivamente corporizados en los bajos niveles del plano astral. Los EGREGORES DE ESTE PLANO son los más vigorosos debido a que sobre sus siete subplanos se proyecta muy potentemente la fuerza mística del Segundo Rayo, el del propio LOGOS de nuestro Sistema Solar. De ahí que el plano astral constituya para la humanidad la línea de mínima resistencia para la elaboración de sus estados de conciencia y, consiguientemente, para poder invocar -utilizando aquí un término justo y adecuado- a los devas astrales cuya misión es substanciar los [p. 171] estados de conciencia de los hombres y crear los ambientes psíquicos de la
humanidad.

Los lectores que hayan analizado el segundo volumen de este Tratado Esotérico sobre los Angeles, recordarán sin duda cuanto allí fue dicho acerca de los EGREGORES existentes en todos los planos o niveles de manifestación humana y tendrán quizás una certera noción de las dificultades que ha de entrañar su destrucción, aún reconociendo que son de carácter negativo, debido a que la conciencia de los seres humanos -salvo contadas excepciones- se halla plenamente identificada con tales EGREGORES y le resulta tremendamente difícil y hasta penoso luchar contra ellos ya que parecen formar parte del propio equipo individual y su destrucción motiva a veces verdadera aflicción y dolor. La contraparte superior y sublime de ese estado de tensión, dolor y lucha por destruir los EGREGORES se halla en el ARHAT, el Gran Iniciado, que ha de destruir su Cuerpo causal o Cuerpo de Luz con el cual estuvo íntimamente vinculado durante millones de años, antes de poder penetrar en el Misterio infinito de la Quinta Iniciación y convertirse en un Adepto, Maestro de Compasión y Sabiduría.

Los distintos tipos de EGREGORES cualifican la vida de los individuos y de los grupos, quienes han producido una gigantesca acumulación de energía por efecto de sus ordinarios y habituales estados de conciencia y la forma de tales EGREGORES, construida por una impresionante cantidad de devas afines, se convierte en el condicionamiento kármico que sofoca las nobles cualidades espirituales de la humanidad. Hemos visto durante el curso de este Tratado cómo la acumulación incesante de energía psíquica creaba una ingente cantidad de EGREGORES los cuales, agrupados por orden de densidad o de cualidad vibratoria, se reunían en dos grandes e incluyentes grupos constituyendo aquellas dos potentísimas y misteriosas Entidades que esotéricamente definimos como el GUARDIAN DEL UMBRAL y el ANGEL DE LA PRESENCIA, nefasta y altamente negativa la primera por ser el receptáculo de todas las expresiones inferiores de la humanidad y apetecible y correcta la segunda, por cuanto encarna los mejores anhelos y aspiraciones espirituales de los seres humanos. La lucha de los aspirantes inteligentes y de buena voluntad y de los discípulos en entrenamiento espiritual se realiza en el centro de estos dos potentísimos EGREGORES raciales, de ahí el principio místico de todas las religiones que afanosamente predican la paz, el orden, la serenidad y el equilibrio, ya que es en el centro mismo de toda dualidad o separatividad humana donde la lucha adquiere caracteres de verdadera [p. 172] epopeya y el relato de esta lucha constituye, de una u otra manera, el Cuerpo de Misterios de aquellas religiones o comunidades espirituales.


¿Como identificar a un EGREGOR?


Tal como hemos dicho en otras varias ocasiones, un EGREGOR es una masa de energía psíquica dotada de una forma objetiva en el plano donde habitualmente se manifiesta. Esta forma ofrece la particularidad de adaptarse a las expresiones de la personalidad psicológica humana, cuando ésta experimenta ciertos estados de conciencia, tales como el odio, la envidia, el miedo o la desesperación o, por el contrario, la benevolencia, el afecto, la compasión, la decisión o el valor.

La acumulación de las energías psíquicas exigiendo una forma -he ahí una locución que merece un cuidadoso estudio- halla en los distintos éteres del espacio cualificado que rodea y compenetra a nuestro planeta, la respuesta justa y adecuada. La actividad de ciertos devas constructores en los distintos niveles de expresión psíquica, produce y determina aquellas formas y una vez creadas se introducen en las mismas constituyendo lo que podríamos denominar esotéricamente un centro de conciencia. Vemos, por tanto, que cualquier tipo de EGREGOR es una acumulación de energía psíquica en algún definido nivel, dotada de una forma distintiva y cualificada y mantenida coherentemente en el éter por la voluntad instintiva de un centro de conciencia dévico.

La utilización correcta del principio de analogía, la verdadera piedra filosofal en el estudio esotérico, permitirá profundizar todavía más el significado íntimo de esta relación, resaltando principalmente el hecho de que la construcción de formas psíquicas -que más tarde se convertirán en EGREGORES- constituye el sendero evolutivo para ese tipo de devas que en nuestro estudio llamamos los agentes substanciadores del éter. Su evolución particular se realiza en el centro mágico de aquella actividad alquímica que convierte el defecto en una cualidad o el vicio en una virtud. Esta voluntad dévica de evolución -si podemos llamarla así- se halla sometida al espíritu del hombre y a sus correctos o incorrectos propósitos de vida. De ahí que desde el ángulo esotérico la actividad de tales devas es absolutamente impersonal, siendo siempre los seres humanos los que en definitiva construyen sus buenos o malos ambientes. Hay en estas últimas palabras dos principales significados [p. 173] a tener en cuenta; primero, que el hombre es el único y verdadero promotor de su destino psicológico y kármico y segundo, que como ser inteligente, como aspirante espiritual o como discípulo en entrenamiento esotérico, tiene el deber de mejorar la condición evolutiva de aquellos devas que son sus servidores en la tarea de construir los EGREGORES que han de condicionar los ambientes individuales, familiares, comunales y sociales de la humanidad y canalizar las tendencias naturales, instintivas o inteligentes de la raza humana.

Hemos hecho referencia a las tendencias naturales de la raza humana, porque en esta frase se halla implícito el valor de los términos historia, civilización y cultura con su inmenso caudal de conocimiento y riqueza de experiencia. Los EGREGORES construidos por las distintas humanidades deberían lógicamente ser destruidos una vez cumplida su finalidad de abrir o cerrar ciclos evolutivos y liberar así a la ingente cantidad de devas substanciadores que los estructuraron. Sin embargo, y por desdicha de la humanidad, no sucede así y los viejos EGREGORES continúan activos y pletóricos de poder en los niveles psíquicos, impidiendo la marcha natural de la evolución. Una de las razones principales por la que fue escrito este Tratado fue el intento jerárquico de presentar un cuadro lo más completo posible de las condiciones positivas o negativas del espacio planetario, surcado por una inmensa e increíble hueste de EGREGORES, correctos unos porque constituyen proyecciones de energía espiritual, incorrectos otros por encarnar tendencias egoístas de la humanidad y constituyendo centros nefastos de energía material que atrae las voluntades humanas a los aspectos negativos de la existencia.

De ahí, por tanto, las disposiciones jerárquicas al analizar el estado actual de la humanidad, de entrenar a los discípulos mundiales en los distintos ASHRAMAS de los Maestros, en la tarea de identificar a los EGREGORES responsables del malestar mundial, con sus tensiones y conflictos, y de crear, mediante el estímulo espiritual de sus enaltecidos estados de conciencia, los nuevos EGREGORES que han de reorientar el curso de la historia, imprimir un nuevo aliento a la civilización actual y abrir los cauces espirituales de la nueva cultura de la
Raza. La lucha contra las tendencias ancestrales, la capacidad de discernimiento y la persistencia en la actitud firme al enfrentar las erróneas condiciones de vida, han de cualificar los nobles intereses jerárquicos en las individualidades avanzadas de la humanidad, constituyendo el más formidable reto del discípulo y de los aspirantes espirituales del mundo ante la avasalladora [p. 174] afluencia de energía cósmica proveniente de la Constelación de Acuario.


¿Cómo destruir los EGREGORES negativos?

La respuesta dada por un Maestro de la Jerarquía a la pregunta de un discípulo de Su Ashrama de cómo podría la humanidad librarse del mal fue clara y contundente “...  ¡practicando el bien!”. La misma respuesta puede ser aplicada a la pregunta de cómo destruir los EGREGORES negativos que gravitan sobre los ambientes sociales del mundo, es decir, creando EGREGORES nobles y correctos, insuflados de amor al bien y constituyendo verdaderos transmisores de luz causal. La lucha deberá circunscribirse entonces al terreno de las relaciones humanas, que es donde mayormente se aprecia la actividad psíquica de los EGREGORES y en la manera de vivir y de comportarse de los ciudadanos de todas las naciones ya que, tal como hemos dicho en otras partes de este Tratado, “... la civilización y la cultura de los pueblos, expresiones de su grado particular de evolución espiritual, dependen de la actividad de los EGREGORES creados por la humanidad y por los misteriosos agentes dévicos del éter a través de las edades”. Aun cuando esotéricamente se acepte como correcto que las formas psíquicas de tales EGREGORES son construidas por los devas substanciadores del éter, no es menos cierto -y ahí reside la dificultad y a responsabilidad de los hombres y mujeres inteligentes y de buena voluntad del mundo- de que la motivación íntima de los mismos se halla en los estados de conciencia elaborados consciente o inconscientemente por la humanidad en cualquier momento cíclico de su historia.

Existe, por tanto, una prodigiosa vastedad de EGREGORES negativos, los cuales ocupan zonas definidas en el aura magnética planetaria, constituyendo centros receptores y al propio tiempo proyectores de aquellas energías que en términos esotéricos llamamos lunares y están en sintonía con las cualidades negativas desarrolladas por los seres humanos en el devenir de sus vidas kármicas. Tal como tuvimos ocasión de estudiar en capítulos específicos de este Tratado, las virtudes y los defectos humanos estaban convenientemente ordenados y clasificados de acuerdo con dos grupos principales; aquellos que en mística cristiana son denominados los siete pecados y las siete virtudes capitales. Los pecados capitales son poderosas entidades psíquicas o EGREGORES dotados [p. 175] de una gran consistencia objetiva y substancial, capaces de impresionar la visión del clarividente astral y atormentar frecuentemente con sus nocivas influencias a las personas sensitivas o sujetas a trastornos nerviosos, al paso que galvanizan los éteres planetarios con sus densas radiaciones produciendo lo que corrientemente llamamos malos ambientes. Las siete virtudes espirituales, o las llaves del Espíritu Santo para abrir las puertas del Alma, tal como las denomina asimismo la tradición mística, constituyen las fuerzas del equilibrio al contrarrestar las energías de los EGREGORES negativos con las de los EGREGORES positivos creados por las buenas intenciones y recta conducta de los hombres y promotores por ello de los buenos ambientes sociales.

Al llegar a esta fase de nuestro estudio, hacemos hincapié en el hecho de que el EGREGOR, siendo básicamente una creación mental -ya sea en un sentido positivo o negativo, ya que es una creación del alma humana- ofrece la particularidad de estar dotado de conciencia, una conciencia embrionaria o instintiva, pero con capacidades de acción y de reacción, así como de un alto espíritu de supervivencia. Debido a estas circunstancias, el EGREGOR tiene capacidades de absorción de las energías y también de expansión de las mismas, oponiendo una feroz resistencia -si podemos decirlo así- a todas las fuerzas y voluntades que tratan de destruirle. Se alimenta - utilizando aquí el término correcto y adecuado- de las buenas o malas voluntades de los hombres, ofreciendo una dura y enconada resistencia a las primeras y absorbiendo las energías de las segundas, cuando se trata de EGREGORES que podemos clasificar de negativos. Por el contrario, los EGREGORES positivos, también altamente cohesivos e influyentes, utilizan para su supervivencia las energías que surgen de las cualidades positivas o superiores de los seres humanos y luchan denodadamente contra las que vienen impregnadas de cualidades inferiores. La resolución psicológica del problema del bien y del mal, así como del equilibrio estable en la vida del hombre aquí en la Tierra, depende únicamente de saber crear buenos EGREGORES. Tal es el problema que enfrentan hoy día los discípulos mundiales. Les ha sido permitido en ciertos momentos clave de sus vidas desarrollar la visión del mundo psíquico o astral para que reconozcan e identifiquen a los EGREGORES o formas psíquicas que originan los ambientes planetarios, a fin de que adopten en todos momentos la actitud correcta, sabiendo que tal actitud es la base creadora de los estados positivos de conciencia que darán lugar a los brillantes e inspirativos EGREGORES que han de destruir las nefastas [p. 176] formas psíquicas segregadas por la humanidad a través de las edades.


Cómo actúan los Angeles superiores sobre los EGREGORES

Pese a que desde el limitado ángulo de visión de los seres humanos aparecen los Angeles bajo un carácter típicamente religioso y místico, lo cierto es que su actividad en la vida de la Naturaleza es netamente científica, utilizando para ello un extraordinario dinamismo que está más allá de nuestra comprensión y unos incomprensibles métodos que podríamos calificar, sin embargo, de rigurosamente científicos y profundamente técnicos. Algunos cualificados investigadores del mundo oculto -dentro de los cuales nos incluimos humildemente nosotros- han llegado a la conclusión, después de unos previos contactos con ciertos excelsos moradores del reino dévico, que lo que en términos corrientes llamamos ciencia de los hombres con sus prodigiosas conquistas en el aspecto técnico, no es sino un pálido reflejo de la actividad de los Angeles en la vida de la Naturaleza. Ellos utilizan los verdaderos cauces científicos para producir todos los fenómenos llamados naturales, sean acuosos, geológicos, eléctricos, psíquicos, etc., en la extensión de la vida planetaria. La explicación correcta de tales fenómenos, pese a su aparente simplicidad, constituye un secreto iniciático, reservado inicialmente a los investigadores del mundo oculto, pero que irá siendo revelado gradualmente en forma de ciencia natural en las Escuelas superiores y en las Universidades de todos los países realmente cultos y civilizados. Se nos dice esotéricamente que al final de este siglo XX, serán muchos los seres humanos que habrán logrado participar conscientemente de este legado tradicional iniciático, estableciendo contacto consciente con diversas jerarquías dévicas de las cuales recibirán instrucción superior. Estos seres humanos serán las simientes de la Nueva Era, la sal de la tierra a la que se refirió Cristo y la levadura de la nueva humanidad. Serán auténticamente mentales, pero su corazón amoroso rebosará una perfecta comprensión de las necesidades humanas y de los métodos correctos de solucionarlas. No poseerán orgullo espiritual, muy propio de los discípulos de la Era de Piscis, sino que sus conocimientos esotéricos vendrán impregnados de verdadera sabiduría, constituyendo desde el ángulo espiritual el camino de Luz que recorrerá el Avatar para introducirse en el aura de la Tierra.

Estos esforzados paladines del bien universal crearán en el éter lo que podríamos calificar de EGREGORES de la Nueva Era.  Secundados por una gran cantidad de hombres y mujeres de buena voluntad del mundo, mantendrán en sus mentes y corazones las luminosas imágenes del ideal redentor y permitirán que Devas constructores de elevada jerarquía espiritual los substancien en el éter y den progresivamente forma a los luminosos y vibrantes EGREGORES que deberán presidir el nuevo ciclo de ordenación espiritual del mundo. Los grandes Angeles de los planos superiores del Sistema hallarán en estos EGREGORES los adecuados cauces de proyección de la energía cósmica procedente de las poderosas estrellas de la Constelación de Acuario, cuya actividad empieza a manifestarse ya en ciertas regiones psíquicas de la humanidad. La realidad de tales hechos es tan profunda y significativa que difícilmente podrá alcanzar la mente del hombre corriente hasta pasados lo menos tres siglos dentro de la ordenación cíclica de la Era de Acuario. Sin embargo, los aspirantes de cierta elevación espiritual y los cualificados discípulos mundiales SON YA CONSCIENTES de tales hechos y colaboran -más o menos eficientemente- con los grandes Angeles en la elaboración de los nuevos EGREGORES cíclicos. Una nueva ordenación o ciclo de vida está siendo planificada desde los niveles jerárquicos con destino a la humanidad para que sirva de apertura para los nuevos tiempos.

Si hemos seguido atentamente el proceso de expansión cíclica de los EGREGORES planetarios de acuerdo con el sentido normal y natural de la evolución, veremos que consta de tres etapas principales:

1. Destrucción de los viejos EGREGORES del pasado, nocivos, dañinos y negativos frente al devenir de los nuevos acontecimientos cíclicos, de los cuales los Angeles superiores del sistema retiraron Su atención.

2. Creación de los nuevos EGREGORES por parte de la humanidad evolucionada de la Era presente y su materialización en el éter, a través de la actividad de los devas constructores correspondientes al nuevo ciclo.

3. La tercera y última etapa corresponde a los Angeles superiores, los Cuales utilizarán dichos EGREGORES como canales de distribución de las nuevas y poderosísimas energías entrantes.

[p. 178] Estas etapas son actualizadas corrientemente cuando hay necesidad de cambios drásticos en las condiciones planetarias o cuando los ambientes sociales del mundo exijan un nuevo y más eficaz replanteamiento, pero actúan de manera mucho más potente y dinámica durante los cambios cíclicos de Eras, tal como ocurre actualmente, en que, en virtud del movimiento precesional de los equinoccios o de retrogradación cíclica, nuestro planeta va alejándose de las zonas siderales impregnadas de las radiaciones psíquicas de la Constelación de Piscis y penetra progresivamente en las zonas espaciales del Universo dinamizadas por la Constelación de Acuario. Viendo el fin desde el principio, démonos cuenta de que en el desarrollo de esta Voluntad cíclica de acercamiento sideral intervienen muy activa y mancomunadamente los hombres y los devas, creando los primeros y construyendo substancialmente los segundos las bases científicas de todos los EGREGORES que flotan o gravitan sobre los ambientes planetarios. Como siempre, el proceso de substanciación de EGREGORES y de todas las formas psíquicas capaces de afectar de una u otra manera los sentidos físicos o astrales de los seres humanos, es una expresión natural del conocido axioma esotérico "la energía sigue al pensamiento", habiéndole sido añadido únicamente la actividad prodigiosa de los excelsos Angeles que desde más allá y muy por encima de nuestro más elevado entendimiento, dirigen las poderosísimas corrientes de energía universal y cósmica sobre nuestro pequeño planeta...


Otras Consideraciones Ocultas Acerca de los Egregores

El tema de los EGREGORES es muy importante por cuanto trata muy directamente de las creaciones humanas en el mundo oculto, así como de la importancia de las mismas en lo que se refiere a la estructura de los ambientes psíquicos de la humanidad que determinan el grado de civilización y cultura de los pueblos de la Tierra y escriben las páginas de su historia. Sin embargo, coexistiendo con los EGREGORES existen también en los mundos invisibles o niveles ocultos de la Naturaleza otras formas psíquicas no creadas por la humanidad, pero que en su conjunto contribuyen a fomentar los buenos o malos ambientes y son, por tanto, elementos subjetivos que colorean con sus particulares influencias la evolución espiritual de los seres humanos. Algunas de tales formas fueron estudiadas anteriormente en otras páginas de este Tratado, pero conviene insistir sobre las mismas, por cuanto su identificación y la [p. 179] distinción que logremos establecer entre ellas y las formas psíquicas de los EGREGORES, nos ayudarán en gran manera cuando tratemos de contactar conscientemente a las Entidades angélicas que pueblan los distintos éteres planetarios y muy especialmente a nuestro Angel Solar o Yo espiritual. Veamos algunas de las formas psíquicas no creadas por la humanidad.

a. Los Cascarones Astrales, pertenecientes a cadáveres de hombres y animales y vivificados por devas inferiores. Tales cascarones aparecen bajo la forma de las personas o animales fallecidos y parecen dotados de vida. Una de las experiencias a la que debe sujetarse el discípulo en entrenamiento iniciático, es aprender a diferenciar entre el cascarón astral de una persona que dejó el cuerpo sin vida y la forma astral de una persona que todavía vive en el plano físico. La distinción es muy difícil de establecer debido a la extrema sagacidad de los devas vivificadores de las formas astrales de los seres fallecidos, ya que aprovechan la impronta o el sello característico y particular dejado por ellos en cada una de las partículas atómicas que constituyen aquella forma psíquica.

b. Las formas astrales creadas por arte de Magia por personas viviendo en el plano físico, utilizando el poder de la voluntad y la capacidad imaginativa sobre las entidades dévicas de escasa evolución que pueblan el aura etérica del planeta. Estas formas psíquicas suelen desvanecerse pronto, aunque pueden persistir durante largos períodos de tiempo, lógicamente en tanto perdure el lazo magnético establecido entre el poder mental de la persona creadora de aquellas formas y la vida de los devas que ayudaron a construirlas.

c. Las formas psíquicas de ciertos elementales inferiores que se alimentan de los residuos etéricos de densa vibración que se desprende de los reinos animal y humano. Hay que distinguir muy especialmente las formas psíquicas que adoptan en el éter estos desperdicios astrales, groseros y bestiales una vez han sido manipulados por estos devas inferiores de la Naturaleza. Se confunden muy fácilmente con los EGREGORES psíquicos creados por las pasiones humanas. Sin embargo, no son lo que técnicamente definimos como EGREGORES en nuestro Tratado, sino una acumulación de residuos kármicos -si podemos decirlo así- segregados por la actividad inconsciente de los [p. 180] animales y por la de los seres humanos incapaces todavía de razonar debidamente.

d. Todas las formas psíquicas construidas por ciertas devas de mayor evolución con capacidades de adoptar en el éter la figura humana o la de cualquier animal. Estas formas varían en orden al mayor o menor desarrollo de la voluntad ejecutora de tales formas, a menudo de carácter instintivo, cuya evolución dévica de tipo bastante primario se realiza a través de esta facultad natural de imitación o de asimilación de cualquier tipo de forma en la vida de la Naturaleza.

e. Las formas psíquicas de otras entidades dévicas de expresión semietérica,
cuya evolución se realiza en ciertas capas geológicas del planeta. Tienen figura muy parecida a la humana. Algunas de sus especies son las entidades dévicas que hemos denominado ASURAS en algunas partes de este Tratado. Su color es terroso, propio del suelo que habitan y su expresión si bien muy parecida a la humana es muy tosca. Suelen aparecer en lugares solitarios, pero el hecho de que posean una cierta naturaleza astral hace que puedan hacerse visibles a los humanos muy sensibles o durante el sueño. Son extremadamente huraños y sólo establecen contacto con los devas de su misma especie o familia y rehuyen sistemáticamente el contacto con los seres humanos.

La distinción entre este grupo de formas psíquicas que acabamos de clasificar en orden a nuestro trabajo de investigación esotérica y las formas psíquicas de los EGREGORES, no es en ninguna manera fácil; por el contrario, es singularmente difícil y, tal como hemos dicho anteriormente, constituye un campo de prueba para la habilidad de los discípulos sujetos a entrenamiento iniciático. Las formas de los elementales constructores o devas de las formas, tales como los gnomos o espíritus de la tierra, los silfos, las ondinas, las hadas, etc., en su multiplicidad de especies, grupos y familias constituyen un campo apasionante de estudio para el investigador esotérico, el cual debe aprender a distinguir sus formas etéricas de entre la gran profusión de EGREGORES psíquicos que moran en los varios niveles del espacio etérico del planeta, debiendo ser advertido que algunos de tales EGREGORES, nacidos del contacto de los seres humanos de refinada evolución con Angeles superiores, aparecen a la vista del observador bajo la forma de resplandecientes [p. 181] Devas, siendo verdaderamente difícil distinguir unas formas de otras, constituyendo precisamente esta dificultad una prueba definitiva para el aspirante a la Iniciación.

Otra habilidad o destreza de observación que ha de desarrollar el investigador de los niveles ocultos de la Naturaleza, es la de poder diferenciar correctamente una forma real, es decir, la que corresponde a algún vehículo definido de manifestación humana, astral o física, de la forma psíquica del EGREGOR que una persona o un grupo más o menos numeroso de personas han construido con la participación de los devas constructores, utilizando el poder psíquico que emana de sus conciencias. Un ejemplo muy concreto ayudará a clarificar esta idea. En ciertos niveles muy elevados de nuestro planeta hay una imagen real y verdadera de CRISTO, el Avatar del Amor y Guía espiritual de la humanidad, es decir, una imagen que responde perfectamente a Su propia y radiante Vida. Sin embargo, en los niveles psíquicos y creada por la actividad emocional de los seres humanos, hay otra imagen de CRISTO la cual sintetiza la aspiración espiritual y sentimientos de amor y devoción de todos los fieles y creyentes del mundo, siendo esta forma psíquica el EGREGOR de CRISTO, pero no el resplandeciente vehículo de forma que utiliza el CRISTO. La primera imagen obedece a una REALIDAD, la otra indica el grado de ilusión o de espejismo psíquico a que ha llegado un sector numerosísimo de la humanidad en su incesante empeño de captar aquella trascendente Realidad. He ahí la distinción perfecta entre una forma adaptada a las necesidades evolutivas de un Ser espiritual y el EGREGOR construido con materia Kamamanásica en los niveles psíquicos. Igual distinción puede ser establecida en todos los niveles en donde actúe el poder psíquico, potentemente emocional, de los seres humanos, como por ejemplo en el caso de los EGREGORES construidos en torno a una imagen física considerada como milagrosa o de la que se esperan favores de orden sobrenatural. Tal es el caso de las Vírgenes de Lourdes o de Fátima -sólo por citar dos ejemplos alrededor de las cuales la mente, la ilusión, la acendrada devoción, el ferviente deseo o simplemente la ciega superstición, han construido unos potentísimos EGREGORES o Formas psíquicas tan tremendamente importantes y poderosas que han atraído la atención de ciertos exaltados Angeles superiores, Quienes las utilizan como vehículo transmisor de energías curativas y de exaltación espiritual. Veamos, por tanto, que en definitiva siempre nos hallamos en el devenir de nuestras investigaciones esotéricas sobre el mundo oculto con esta íntima y estrecha vinculación humano dévica que origina [p. 182] todos los ambientes etéricos y psíquicos planetarios. Apliquemos ahora estos ejemplos al campo de la política, de la religión, del arte, de la educación, etc., y tendremos en nuestro haber una idea muy elaborada del significado íntimo del término carisma, un efecto angélico que puede ser fácilmente incorporado al campo de la investigación psicológica, pues el magnetismo carismático que ejercen ciertas personas en los ambientes sociales donde desarrollan sus actividades humanas, es un resultado de la presión dévica en sus vidas, determinada la mayoría de las veces por las reacciones psíquicas de un considerable número de personas sobre una sola, la cual, sin esforzarse y sin tener cualidades humanas verdaderamente relevantes, se ve elevada al pináculo de la fama, del éxito o de la admiración multitudinaria. El caso de la exaltación producida por el fervor populachero sobre músicos, cantantes o artistas, la mayoría de las veces realmente mediocres, es un claro ejemplo de ello. Y, no obstante, en el fondo de tales impresionantes éxitos, merecidos o inmerecidos, se halla subjetivamente la fuerza de un EGREGOR creado por el vibrante entusiasmo, la ciega admiración o el interés colectivo hacia ciertas personas exageradamente idealizadas, que han culminado en una forma psíquica de carácter irreal, pero que actúa definidamente en los ambientes sociales del mundo.

Esperamos haya sido convenientemente comprendida la idea de los EGREGORES, la cual, incorporada al conjunto de estas investigaciones esotéricas, permita introducir más luz en el devenir de los estudios efectuados sobre el mundo oculto y hacer más comprensibles las razones por las cuales en los tratados filosóficos más profundos se le asigna al ser humano el carácter de un creador, de un experto en el arte mágico de la construcción de formas.
 

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