¡Bienvenidos!

Ciudad: Hora  Día

 

 

 

Tres siglas, dos en posición vertical (V y A) y una en posición horizontal (B). El trazado recto de la B sirve para demarcar dos ideogramas. [seguir enlace]

Vicente Beltrán Anglada


A todos cuantos suspiráis ardientemente
por la liberación y sufrís intensamente por ella,
dejando a cada paso y en cada ignorado recodo del camino,
jirones de vuestro yo vencido...
¡Benditos seáis en nombre del Maestro!

Vicente Beltrán Anglada
 


 

Devas

Conferencias

Triple
Proyecto

Agni Yoga

 


 

CAPÍTULO I
EL YOGA Y SUS GRANDES ANALOGÍAS UNIVERSALES
 


Como ocultamente se nos dice, nuestro planeta Tierra (y probablemente todos los astros dentro de nuestro Sistema Solar) está sujeto a grandes crisis físicas, astrales, mentales y espirituales y que estas crisis son siempre el preludio de un mejoramiento de las condiciones planetarias de las que participan y a la vez se benefician todos los Reinos de la Naturaleza y, muy particularmente, la humanidad, en razón de sus cualidades de autoconciencia que le permiten contribuir inteligentemente al desarrollo de estas crisis y a su período de emergencia espiritual. Estas crisis son de orden periódico o cíclico; algunas tienen un carácter transitorio o efímero, por ejemplo, las que tienen lugar a finales de año y su período de emergencia cuando el Sol, astronómicamente hablando, se dirige de nuevo hacia el norte. Más breve y efímero todavía, es el ciclo planetario que da lugar a los días y las noches. Siempre en sentido esotérico, podemos decir que existen pequeñas crisis cada vez que el planeta Tierra penetra en la luz del Sol o se sumerge en las tinieblas de la noche.

En realidad, siempre será ostensible esta actividad oculta que se realiza en los éteres para el esoterista entrenado, el cual, desde su punto de comprensión y estabilidad alcanzado procura adueñarse progresivamente de los ciclos positivos del tiempo. Una particularidad muy notable al respecto es que los verdaderos esoteristas y discípulos espirituales trabajan con la sustancia dévica que produce la luz y que los magos negros lo hacen con la sustancia elementaria que vivifica las sombras. Lógico es suponer, pues, que cuando el Sol se remonta hacia el norte, es decir, cuando empieza a ascender por la línea de meridianos terrestres, abarcando cada vez más extensas zonas de la Tierra en su luz, la Jerarquía adquiere renovada fuerza, una fuerza que tiene también a su disposición en los momentos cíclicos de plenilunio durante los cuales el Sol baña completamente aquella parte de la Luna invariablemente orientada hacia nuestro planeta. La parte oscura de aquélla tiene también su importancia capital y está siendo "especialmente vigilada” por las huestes de la Jerarquía tratando de neutralizar en lo posible su nefasta influencia sobre la Tierra y la de sus normales comunicadores, los magos negros. Muchas de las enfermedades ancestrales y corrientes psíquicas de orden depresor, tales como la que produce el temor, el pesimismo, el odio, la desconfianza, etc., proceden de allí y son hábilmente canalizadas por los siniestros "hermanos de las sombras".

Otros ciclos mayores, tales como los que siguen las grandes constelaciones siderales más kármicamente unidas a la evolución del planeta Tierra, es decir, las doce del ciclo zodiacal, las de las Pléyades, de la Osa mayor y la del Can, en donde tiene su centro de irradiación la gran Estrella Sirio, ofrecen también esas particularidades, aunque en una extensión, medida y circunstancias que escapan por completo a la más sagaz y profunda de las investigaciones.

Lo importante, por ello, es reconocer el hecho fundamental, señalado por la analogía, de que todo astro en el firmamento es en realidad un Centro más o menos desarrollado, dentro del organismo vital de alguna Entidad Psicológica solar, planetaria o cósmica que utiliza el espacio y una especie particular de éter como campo de experimentación y de progresiva expansión de Su conciencia.

Yendo al tema central de nuestra idea, en orden a la Ley de los Ciclos y tratando de hacerla más comprensiva de acuerdo con nuestro presente estudio sobre el Yoga, deberemos analizar primero aquellos cuatro grandes ciclos o períodos mundiales, llamados Yugas, dentro de los cuales la humanidad terrestre efectúa su normal evolución en un constante e interminable despliegue de crisis, tensiones y ulteriores ciclos de emergencia. He aquí su descripción:

Kali Yuga..............Edad de hierro
Dwapara Yuga...........Edad de bronce
Treta Yuga.............Edad de plata
Satya o Krita Yuga.....Edad de oro


Estos Yugas son Edades o Ciclos de evolución del Logos Planetario que condicionan el período de expansión cíclica de una Raza y de un determinado tipo de Yoga y, tal como aparece en sus correspondientes esquemas de expresión, afectan corrientes psíquicas de distinta vibración y naturaleza que condicionan la vida de la humanidad durante inmensos períodos de tiempo. Tales cómputos temporales se deducen esotéricamente teniendo en cuenta la edad de los devas [Ángeles], llamada también edad espiritual o divina. La edad o límite de tiempo fijado para la evolución dévica es proporcionalmente de 1 - 360 de acuerdo con los años terrestres, es decir, que un día de los devas equivale a 365 días de los seres humanos, prácticamente un año solar. Un año divino o dévico equivale pues a 365 años terrestres. Según las anotaciones de los sabios el Satya Yuga, la edad de oro de una Raza, o sea, su período de emergencia espiritual en el cual se realiza el Arquetipo racial diseñado por el Manú [Exaltado ser espiritual que dirige la evolución física de una gran raza raíz] de aquélla, consta de 4.000 años divinos, es decir, 1.440.000 años terrestres. Si tenemos en cuenta que un día completo o Yuga tiene también una aurora y un crepúsculo, cuya duración se calcula en 400 años divinos, tendremos que la duración total del Satya Yuga es de: 1.440.000 + 40 x 360 = 1.728.000 años terrestres. Las otras tres edades, o Yugas, precedidas y seguidas igualmente por albas y crepúsculos, corresponden también a la duración del Satya Yuga, teniendo en cuenta que se efectúa una reducción de tres años divinos sobre cada uno en razón de la aminoración del movimiento de rotación de la Tierra [Esta aminoración del movimiento de rotación de la Tierra, y consecuentemente del de traslación alrededor del Sol, se explica por el hecho esotérico de que durante el período de exaltación de un Satya Yuga, o Krita Yuga, la Tierra gira más rápidamente sobre sí misma, mientras que en un período de un Kali Yuga el efecto de las condiciones planetarias es retardatorio (nueve años dévicos en relación con Satya Yuga) debido a la vibración menos acentuada de la presión interna del Logos planetario, que reacciona sobre el fuego central del planeta que origina la vida terrestre y el propio movimiento de rotación. Treta Yuga y Dwapara Yuga constituyen así los ejes de equilibrio del proceso de rotación, con fases retardatarias de tres y seis años dévicos en relación a la duración de un período de Satya Yuga. Vienen a constituir el proceso compensatorio de la Naturaleza, tal como se realiza por medio de las auroras y los crepúsculos en los días planetarios y de las primaveras y los otoños en las estaciones del año. Puede ser supuesta también idéntica analogía en el proceso de respiración de los seres humanos, cuyas pausas o intervalos entre una fase de inhalación y otra de exhalación tienen también su cualidad compensatoria o equilibradora. (Véase capítulo "Pranayama - La ciencia de la respiración")], pudiendo calcular que los cuatro Yugas en su totalidad tienen una duración aproximada de 4.320.000 años terrestres, cantidad que naturalmente no podremos jamás comprobar, a menos que en ciertas elevadas iniciaciones no hayamos adquirido la visión de síntesis de los verdaderos Argonautas del Espíritu...

Se trata, en realidad, de cuatro edades planetarias durante las cuales tienen lugar ciertas crisis de orientación y reajuste en la Vida psicológica de aquella Potestad divina que rige la evolución de nuestro Planeta. Podríamos decir que son expresión de unas energías liberadas desde fuentes cósmicas que los Señores del Karma, denominados también "Los Cuatro Ángeles de la Espada Flamígera", canalizan con destino a la Tierra afectando todo su contenido, físico, etérico, emocional y mental y provocando todas las situaciones planetarias que condicionan el ritmo variable de la evolución. Estos cuatro Yugas se reproducen incesantemente en la evolución del planeta Tierra abarcando períodos de tiempo que van de la más oscura materialidad a la más esplendente luz espiritual y durante su recorrido o ciclo de proyección sobre el planeta, la Vida de Dios, subyacente en todo átomo vivo y en cada unidad de conciencia de no importa qué plano, reino o dimensión, va expandiéndose en espirales cíclicas de cada vez más elevada trascendencia. De las sempiternas alturas en donde se manifiesta un Satya Yuga, o Edad de Oro, se proyecta una franja de luz que ilumina la conciencia de la humanidad en las horas sombrías de un Kali Yuga y permite la afluencia de una corriente arquetípica o intuitiva, que los seres más avanzados pueden contactar y canalizar constituyéndose en puntos de luz, amor y poder e inspiración para el resto de la humanidad. En realidad, cada ser humano que ha logrado un cierto grado de integración siente en su mente y corazón las impresiones profundamente espirituales que le transmite su propio Arquetipo o Yo Superior, el Cual vive constante y persistentemente inmerso en un Satya Yuga, el que le es propio y forma parte consustancial de Su vida de inmortal Adepto. Como fragmento integrante de una historia perdida en la inmensidad del tiempo, la conciencia de los seres humanos trata de reconstruir constantemente los memorables hechos que caracterizan un Satya Yuga y formar parte conciente de aquel indescriptible Drama histórico, psicológico y espiritual vivido en edades precedentes. Es así como avanza el proceso de la evolución humana, teniendo siempre, allá en el fondo de las insondables perspectivas de su destino, la imagen luminosa de un Arquetipo o Satya Yuga,…………, a la exacta medida de sus deseos y posibilidades.

La Acción de los Yugas

La acción de los Yugas, condicionando las edades, origina también las grandes analogías que pueden ser descubiertas por todo atento observador. Por ejemplo, en lo que a la evolución planetaria respecta, tenemos las cuatro estaciones del año, los cuatro ciclos del movimiento de rotación de la Tierra, es decir, día, noche, aurora o crepúsculo; las cuatro fases de la luna, los cuatro puntos cardinales, los cuatro elementos naturales conocidos: tierra, agua, fuego y aire; los cuatro Kumaras, o Señores de la Llama, etc., y en la vida del ser humano, que es un reflejo de lo cósmico, tenemos las cuatro edades que condicionan su vida física y psicológica: niñez, juventud, edad madura y vejez; las cuatro fases de la respiración correcta: inhalación, exhalación y sus correspondientes pausas o intervalos; los cuatro Yogas (Raja Yoga y Agni Yoga constituyen fases del mismo Yoga (del Fuego de la Mente)) que rigen y condicionan la evolución de la vida espiritual en este cuarto Reino, humano, del cuarto Planeta, de la cuarta Ronda, etc. Para una mayor claridad en nuestro estudio sobre el Yoga, considerándole como la Ciencia de la Realización, podemos establecer concretamente las siguientes analogías:

De estas analogías se desprenden una serie de hechos que merecen nuestra más profunda atención; en primer lugar porque viendo el desarrollo de la conciencia humana, orientada preferentemente todavía hacia los valores físicos y conquistas materiales, podemos deducir que nuestra Era actual, pese a sus tremendos avances científicos y técnicos, constituye aún una fase, aunque avanzada, del período mundial regido por un Kali Yuga.

El inmenso período de tiempo marcado por esta edad de hierro que estamos viviendo es de las más duras pruebas y de las más ingentes dificultades, pues se trata de vencer y dominar la materia y sublimizarla hasta extremos inconcebibles, de elevarla a la altura de la más exquisita sutilidad, belleza y equilibrio. Esta Meta, finalidad o propósito está asignada preferentemente a Hatha Yoga, el que corresponde al control, dominio y superación del cuerpo físico en todas sus posibles densidades. Este Yoga es esencial, por cuanto constituye la base, fundamento o raíz de todos los demás Yogas que irán apareciendo durante el transcurso de la evolución humana, constituyendo con su lenta, aunque constante y progresiva expansión, el tronco, las ramas, las hojas, las flores y los frutos del indescriptible Árbol de la vida de la Humanidad.

Al tratar de reconstruir la vida evolutiva del Cuarto Reino sabemos de antemano que deberemos proceder con gran circunspección y prudencia para no ser designados como místicos visionarios, sujetos a espejismos mentales. Nos guía, sin embargo, otro deseo en este libro, que es exponer una serie de hechos y acontecimientos que cada uno de Uds. podrá aseverar con tal que se decida a aplicar la clave de la analogía, tal como lo hacemos nosotros, y seguir adelante en sus pesquisas sin pretender ni perseguir otro objetivo que la Verdad esencial que en todas las cosas y en el corazón de todos los seres tiene su morada de luz.

Asignamos a Hatha Yoga una importancia fundamental por las razones que expondremos en el capítulo correspondiente. No obstante, si pueden imaginar este símil de la vida histórica, psicológica y espiritual de la humanidad como el de un Árbol inmenso cuyas raíces se hallan hundidas en la materia de los reinos inferiores [Tal es en esencia el significado oculto del loto, cuyas raíces se hallan hundidas en la viscosidad del lodo pero cuya flor inmaculada emerge por encima de las aguas buscando la luz del Sol], pero cuya copa, frondosa y exuberante, bordea el infinito espacio espiritual y si consideran que la totalidad de este Árbol descansa sobre las raíces del Hatha Yoga y que Hatha Yoga es la Ciencia de la Unión espiritual por medio del cuerpo físico, serán concientes de su importancia en esta Era específica que estamos viviendo y la relación que existe entre el período mundial de Kali Yuga, la Ciencia del Hatha Yoga y los grandes intentos de los hombres de ciencia del mundo actual de dominar la materia y adueñarse del espacio, es decir, del éter en donde la materia, desde la más sutil a la más densa tiene su fuente inmortal de procedencia.

Esta conclusión a la que hemos ido llegando por un matemático proceso de analogía no debe constituir, sin embargo, un freno paralizador para el creciente estímulo de la búsqueda de los Yogas superiores. Debido a este potente estímulo espiritual o monádico, que procede de la alta copa del inmenso Árbol de la Vida, han ido surgiendo de las profundas simas de Kali Yuga hombres eminentes en todos los campos expresivos de la conciencia humana que, con el testimonio de su luz y la potente irradiación de su aura espiritual, han dado fe y brindado seguridad de otros Yogas superiores, con la demostración evidente de que la Vida del Espíritu triunfa siempre de las condiciones temporales y de las influencias ejercidas por determinados períodos mundiales o de ciertas constelaciones siderales afectando nuestro planeta. Es evidente que en esta presente edad de hierro y en plena expansión de la Era de Piscis [Durante el período mundial condicionado por un Kali Yuga, la constelación de Piscis se manifiesta casi 70 veces afectando el ritmo de la evolución planetaria], han sido muchos los hijos de los hombres, que son los hijos de Dios, que se han liberado de todas las limitaciones impuestas por el lento fluir del proceso evolutivo regido por la materia y sus naturales imposiciones y han logrado practicar en conciencia y en toda su plenitud el Raja Yoga, el Agni Yoga y aún el Devi Yoga (el Yoga del Futuro), viviendo y demostrando por anticipado la gloria de los Arquetipos que se agitan gozosos en los más elevados niveles del Sistema Solar y han de revelarse en la última subraza de la presente Raza Aria.

Por todo ello se darán Uds. cuenta de que si bien existe un período cíclico mundial que trata de revelarse a través de un determinado tipo de Yoga y del imperio condicionante de una definida Constelación alterando la calidad de los fuegos eléctricos del éter planetario en donde vive inmersa nuestra Tierra, hay también una Potestad superior en el ser humano cuya expresión no viene condicionada por la cualidad específica que se libera a través de los éteres, sino que estando sujeta a un Ritmo superior y trascendente que opera por medio de unas Constelaciones siderales superiores a las conocidas y más evolucionadas dentro de un proceso de expansión cósmica, puede sacudirse del "yugo de las estrellas”, vencer la actividad de un período mundial, adueñarse de los ciclos del tiempo y de las circunstancias y aplicar concientemente aquel Ritmo sobre la materia, es decir, sobre sus vehículos expresivos, tal como lo hicieron y lo hacen los Adeptos e Iniciados y tratan de hacerlo los discípulos en entrenamiento espiritual.

Como ustedes irán observando y tal como es nuestro propósito, nos vamos acercando progresivamente a la Ciencia del Yoga desde un ángulo puramente esotérico y siguiendo siempre las sagradas analogías que, según hemos dicho en otras ocasiones, son las únicas avenidas que conducen a la Verdad.

En el momento actual y cuando todavía las agujas del Gran Reloj de la Vida están marcando la acción temporal del Kali Yuga, tenemos en expansión y progresivo desarrollo cuatro Yogas principales: Hatha Yoga, Bakti Yoga, Raja Yoga y Agni Yoga. Este último, denominado también el Yoga del Fuego o Yoga de Síntesis, sólo puede ser íntegramente practicado por los verdaderos investigadores del mundo espiritual, es decir, los grandes pensadores y profundos místicos, los inspirados artistas y los verdaderos filósofos, discípulos todos ellos en entrenamiento espiritual, pertenecientes quizá a algunos de los Ashramas de la Jerarquía y formando parte, según su propio nivel, de la Gran Fraternidad Blanca del Planeta.

Pero, como una cálida promesa de redención para el futuro y como una resplandeciente aurora que presagia la Luz inmortal de un Nuevo Día que toda la humanidad espera, aparece en lontananza el Devi Yoga y con él una nueva efusión de Vida o de Fuego sagrado penetra en los éteres planetarios afectando la vida de todos aquellos que lograron dominar gran parte de la sustancia inferior que compone sus vehículos de expresión, la mente, el cuerpo emocional y el cuerpo físico y presentan su Tabernáculo, el cuerpo triple de la personalidad integrada, como una sagrada ofrenda al Cristo interior, al Verbo inmaculado que ha de llenar el mundo con el tesoro de Su gracia. De este nuevo Yoga nos ocuparemos en el capítulo correspondiente para que pueda observarse cómo la analogía universal que guía nuestros razonamientos se expresa en forma perfecta y con matemática precisión relacionando Yugas, Reinos, Razas, Subrazas, Yogas, Cuerpos, Mentes y Espíritus dentro de una maravillosa estructura en la cual nada sobra ni nada falta dentro del santo equilibrio de la Ley y en la que el ser humano, contenedor de todos los Misterios Celestes, tiene el sagrado deber de revelarlos edad tras edad, ciclo tras ciclo, venciendo Eras, creando nuevas civilizaciones y despertando estados de conciencia cada vez más sublimizados y enaltecidos y consumando a través del Yoga, Ciencia de Redención por excelencia, el más glorioso y elevado cumplimiento.

El Origen Septenario del Universo

Otra de las grandes analogías que forzosamente deberemos estudiar corresponde a la constitución septenaria del Universo y a la relación del Sonido, Luz y Forma. Remontándonos al principio de los tiempos y tratando de hacer actuales los textos bíblicos y aquellos que constituyen la raíz de todos los libros sagrados del mundo, asistimos a un proceso realmente esotérico, filosófico y místico que podría ser resuelto analizando el fundamento esencial del gran Mántram A.U.M., el cual tiene su analogía en el dinámico Verbo bíblico "Hágase la Luz" y en la respuesta de cumplimiento de los éteres del insondable espacio cósmico: "La Luz se Hizo", constituyéndose así las siete palabras sacramentales que traducidas al idioma sagrado del Cosmos constituyen el Nombre Entero o Sonido Original al cual responde la entidad Psicológica Creadora del Universo. El Sonido y la Luz y la resultante de su cósmico contacto, la figura geométrica (Dios geometriza - Platón), constituyen la base del Universo "en donde vivimos, nos movemos y tenemos el ser” y cada una de las Siete Palabras o Sonidos fundamentales vibrando en el sutilísimo éter cósmico constituye asimismo la base de cada uno de los Planos del Sistema Solar y la expresión septenaria de todo su contenido, con sus Siete Rayos [7 Cada uno de los Siete Rayos constituye una letra o sonido del nombre oculto de la divinidad (los Siete Espíritus ante el Trono de Dios)] o corrientes de Vida Logóica, los siete esquemas planetarios, los siete planetas sagrados, las siete cadenas, las siete rondas, los siete Reinos de la Naturaleza, las siete Razas humanas con sus correspondientes subrazas, los siete tipos psicológicos humanos, los Siete Senderos de Evolución, las siete claves correspondientes a la sabiduría hermética, las siete notas musicales, los siete colores, las siete dimensiones del espacio..., etc. La analogía se nos haría así realmente interminable pero, ateniéndonos al objetivo básico de este libro, nuestro interés fundamental, aún respetando integralmente todas las relaciones posibles, se centraliza en el término Sendero o camino espiritual, en el que se refunden las tres corrientes básicas que son la motivación consciente de todo ser humano en la vida: Yoga, Misterio e Iniciación, es decir, el Alfa y el Omega de toda posible realización individual, social y universal.

Existen, evidentemente, siete Yogas o Senderos de Cumplimiento, siete Misterios a descubrir y siete secretos a revelar y una consumación final para cada uno de ellos. De estas siete corrientes de vida, de Yoga o de Misterios iniciáticos de cumplimiento sólo conocemos Cinco, los correspondientes a la Quinta gran Raza Raíz, la Aria y a nuestra quinta subraza, la actual, habida cuenta de que la expansión intuitiva de la mente, aún la de los grandes pensadores, sólo puede abarcar lo que se halla contenido dentro de los límites o fronteras del "Círculo-no-se-pasa”, o expansión máxima de las posibilidades mentales de acuerdo con el proceso de evolución alcanzado dentro de la gran Raza Raíz a la cual pertenecemos. Esto equivale a decir, en orden al principio de analogía que estamos tratando de desarrollar, que nuestra visión más elevada y la más sutil de nuestras intuiciones sólo podrá abarcar los confines de la Séptima Subraza de la Quinta Raza. Dentro del magnífico campo de posibilidades latentes que en tales dilatados confines puede desarrollar nuestra mente, trataremos de ser lo más concretos que nos sea posible.

Tenemos que aclarar también que en orden a "Misterios conocidos y revelables", hemos utilizado en la totalidad de nuestro estudio los del Cristianismo Esotérico, así como algunos de sus más conocidos símbolos concretos o figuras geométricas, representativas en lo externo de lo que implican aquellos Misterios, buscando siempre que sus correspondientes analogías con los sucesivos estados de conciencia de los hombres, cada vez más exaltados conforme el plan evolutivo o programación arquetípica de la Naturaleza, vaya realizándose a partir del centro de su constitución física y continuando en los aspectos psicológicos y espirituales. Hemos elegido intencionalmente los Misterios del Cristianismo por dos razones fundamentales, primera, porque son los únicos misterios conocidos y revelables que expresan "un Drama Psicológico" individual y universal y pueden ser revividos constantemente en todos y cada uno de los momentos de la vida del ser humano cualquiera sea su grado de evolución. El hecho de que Cristo "dramatizara objetivamente en Su Vida" aquellos grandes Misterios Universales, convirtiéndolos en "aspectos psicológicos definidos” y en particulares Yogas o Senderos de Cumplimiento universal, nos ha inducido a tomarlos como modelos o "ejemplos vivos” del Drama que cada ser humano ha de representar en cualquier estadio definido de su evolución individual. El segundo motivo de la elección intencionada de tales Misterios como una incesante aclaración del particular secreto que de cada uno de los Yogas tiene la misión de revelar, es debido a la plena y profunda analogía que hallamos entre los Misterios del Cristianismo esotérico y los que pueden ser entresacados del más refinado esoterismo oriental, singularmente los que se refieren a las Iniciaciones espirituales que se realizan incesantemente en el Alma de todo verdadero aspirante espiritual a los Misterios de Luz, Verdad y Vida los cuales matizan, cualifican y condicionan la vida de todo ardiente investigador con un género particular de visión que define la elevación de su propósito espiritual, la grandiosidad del secreto que trata de revelar y su grado de iniciación dentro de los Misterios sagrados. De acuerdo con nuestro propósito de base y el proceso escalonado de relación que tratamos de seguir, sometemos a la consideración de Uds. las siguientes analogías:

Estas analogías serán ampliadas en posteriores capítulos conforme avancemos en nuestro estudio esotérico sobre el Yoga. No obstante, llamamos la atención de ustedes sobre un dato analógico que puede ser de gran interés en nuestras futuras indagaciones por descubrir el gran secreto que trata de revelar nuestra presente Raza Aria y que puede constituir un punto de partida para una más extensa y profunda proyección hacia el futuro. Nos referimos concreta y particularmente a la analogía que surge al considerar los cuatro Yugas en relación con los cinco Yogas, los cinco Misterios y los cinco cuerpos que se hallan involucrados en el devenir evolutivo de nuestra presente Ronda Planetaria, la Cuarta, según nuestros estudios esotéricos. Esta analogía está relacionada con las conocidas sentencias esotéricas: "El Nueve es el Número del Hombre" y "El Nueve es el Número de la Iniciación", asignándole al término Iniciación el significado de "apertura hacia la Luz" o, volviendo al principio de nuestros comentarios, el cumplimiento sagrado del Mántram "Hágase la Luz".

La primera afirmación tiene que ver aparentemente con los nueve meses o nueve períodos lunares que preceden al nacimiento de un ser humano a la vida física y a los nueve estadios evolutivos [Véase el capítulo “Los tres grandes Mántrams Universales”] que convierten la individualidad humana en un Ser divino. La segunda afirmación de "apertura hacia la Luz" o también de "alumbramiento", tiene su analogía en el drama obligado de nacimiento, ya sea el que se refiere a la criatura que nace a la vida física o el que se realiza en el Alma del Iniciado que nace, místicamente hablando, en la Luz de un Misterio espiritual.

Para el investigador esotérico aparecerá claro que estos dos axiomas esotéricos a los que hemos aludido y sus correspondientes analogías, tienen valor esencial únicamente para los seres humanos que "psicológicamente" y no sólo físicamente, pertenecen a la quinta Raza Aria tal como la conocemos actualmente. Es lógico suponer que en las próximas dos grandes Razas Raíces serán otras las afirmaciones esotéricas que definirán el devenir espiritual de su proceso evolutivo, pudiendo ser intuido también que en un lejanísimo futuro aparecerán unos soberbios tipos raciales cuya constitución física y psicológica diferirá tan sensiblemente de la nuestra actual como diferirnos nosotros de la de los hombres de las cavernas, y cuya evolución espiritual les permitirá trascender el obligado trance de permanencia o de gestación natural de nueve meses en el interior del claustro materno y que reduciendo cronológicamente las obligadas etapas llevará el proceso de "gestación", que es un obligado proceso de "memorización cósmica", a una reducción progresiva de los límites del tiempo el cual irá disminuyendo de 9 meses a 7, de 7 a 3, de 3 a 1 y finalmente de 1 a 0, correspondiendo este Cero a la nada absoluta de tiempo, característica de la Vida íntima de la Deidad creadora y a la ausencia total de karma que se habrá extinguido con el tiempo. Caracterizará también la ausencia total de "dualidad" o de "separatividad" creadas por la ley del sexo y, desde el supremo ángulo de la analogía, puede ser avizorada ya una Raza de Hombres de identidad netamente andrógina, cuya misión será revelar en tiempo y espacio el glorioso Arquetipo racial para el cual fue programada la humanidad y que ha de ser testigo del indescriptible Satya Yuga, la Edad de Oro con la cual ha de culminar el larguísimo proceso de la evolución de la Raza de los Hombres aquí en este Planeta Tierra. Entonces podrá ser debidamente interpretada la conocida frase esotérica: "un planeta sagrado", considerándolo un centro místico plenamente desarrollado, puro y radiante dentro del Universo, el Cuerpo de Dios.

Aún cuando hayamos tratado de exponer estas ideas lo más concreta y comprensiblemente que nos ha sido posible, estamos seguros de que en la mente del lector habrán quedado todavía ciertas lagunas o vacíos que le impedirán la plena identificación del conjunto de verdades que, de acuerdo con un proceso incesante de analogía, intentamos descubrir. Estamos convencidos, sin embargo, de que en sucesivos capítulos hallarán ustedes la correspondiente respuesta a estos sutilísimos interrogantes y que, finalmente, el cuadro de situaciones y las conclusiones lógicas a que habremos llegado serán satisfactorias y constituirán el punto de partida desde el cual nos lanzaremos conjuntamente a la búsqueda de más elevadas y arquetípicas verdades. Tal es, en definitiva, el objetivo de este libro.


 

[ Libros ]


 

 

 

Meditaciones Diarias
( La meditación de hoy corresponde al )

Lunes | Martes | Miércoles | Jueves
Viernes | Sábado | Domingo

|
Solilunios |
 

 

 


 Búsqueda  de Conferencias y Charlas VBA en línea

 
Google
   En toda la red internet       En www.vicenteba.org
     Si usa la copia "en caché" aparecerán resaltadas las palabras que busque
   
 
[Cáncer 1999]
VBA 1.0: 1999-07-05


[Leo 2003]
VBA 2.0: 2008-03-10