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Vicente Beltrán Anglada


A todos cuantos suspiráis ardientemente
por la liberación y sufrís intensamente por ella,
dejando a cada paso y en cada ignorado recodo del camino,
jirones de vuestro yo vencido...
¡Benditos seáis en nombre del Maestro!

Vicente Beltrán Anglada
 


 

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CAPÍTULO III
HATHA YOGA
 


Según se habrá podido observar por las razones aducidas en el capítulo correspondiente, Hatha Yoga se halla esotérica y místicamente vinculado con el gran Misterio cristiano del "Nacimiento del Niño Jesús", constituyendo la base de todo posible Yoga y la raíz de todos los esfuerzos humanos tendientes a su propia redención psicológica y liberación espiritual. Justificando estas razones, podemos emitir las siguientes ideas:

1. Nuestro Sistema Solar con todo su contenido, el Sol, los planetas, los satélites, sus siete planos de evolución, sus esquemas planetarios, sus rondas, cadenas, reinos de la Naturaleza, las razas y subrazas que constituyen las distintas humanidades y las leyes y principios que concurren al desarrollo de esta gigantesca estructura en incesante proyección y movimiento, es sólo el Cuerpo Físico de una Entidad Cósmica. Podemos suponer pues que el entero proceso de evolución de este Universo "en donde vivimos, nos movemos y tenemos el Ser", se realiza según las reglas, principios y disciplinas de un indescriptible Yoga Físico, de un Hatha Yoga Cósmico.

2. Este Universo físico en el que vivimos inmersos ha sido creado y está siendo vivificado por una gloriosa Entidad Psicológica de Segundo Rayo, el Rayo Cósmico del Amor, del cual Cristo ha sido el máximo exponente en nuestro planeta. De ahí la importancia que se le asigna esotéricamente al Drama del Nacimiento de este gran Avatar del Amor, por ser una expresión directa del verdadero Sendero de Unión y Redención.

3. Por ciertas razones cósmicas que escapan por completo a nuestro entendimiento pero cuyas causas se hallan en los Misterios profundamente esotéricos del segundo Rayo, nuestro Universo viene regido por el Principio de Analogía o Correspondencia, aquél que el gran Hermes Trismegistus, padre de la Sabiduría, definió con este sencillo enunciado: “Igual es Arriba que Abajo, Igual es Abajo que Arriba”.

En estas tres ideas, esotéricamente consideradas, se halla condensado el Misterio del Hatha Yoga planetario en su esplendente analogía universal y con sus infinitas y variadas derivaciones en el orden expresivo, así como en la consideración de su absoluta trascendencia como soporte vivo del inmenso edificio del Yoga en todos sus aspectos. Tenemos, en efecto, que por ser nuestro Universo de carácter eminentemente físico, todo el esfuerzo evolutivo que se realiza en cada uno de sus planos de evolución sigue las directrices del Hatha Yoga impuesto por la Voluntad Central de un Logos Cósmico, en unas dimensiones y en unos aspectos imposibles de ser comprendidos y analizados por nuestra pequeña mente humana. La consideración de esta realidad nos lleva necesariamente —por cuanto aplicamos la analogía— a otra muy importante conclusión: Hatha Yoga constituye el Yoga de base, siendo todos los demás Yogas que irán apareciendo según avance el proceso de evolución, unos aspectos cada vez más sutiles y sensibilizados de este Yoga inicial o básico, es decir, sutilizaciones infinitas de aquel gigantesco e indescriptible esfuerzo que surge de las profundidades místicas de la Materia, en donde la Mónada, o Espíritu, trabaja incesantemente desde el principio de los tiempos.

Esta idea aparecerá todavía más clara si le aplicamos al Yoga idéntica analogía a la que nos sirve de referencia cuando hablamos de Planos y subplanos, de Rayos y subrayos, de Razas y subrazas, etc., por la cual puede ser aplicada la teoría de que todos los Yogas que irán apareciendo durante el curso de la evolución planetaria, no son sino aspectos cada vez más sublimizados y redimidos del Hatha Yoga. Con esta idea no hacemos sino clarificar todavía más, si cabe, la afirmación esotérica de Mme. Blavatsky en "La Doctrina Secreta": " Espíritu es materia en su estado más sutil y puro, materia es espíritu en su estado más objetivo y denso". Nuestro propósito, pues, en este tratado esotérico sobre el Yoga, es tratar de iluminar progresivamente las zonas intermedias, es decir, aquellos niveles a nuestro alcance situados entre la Materia y el Espíritu y ser conscientes, en cada uno de los sucesivos estadios que serán analizados, de aquel poder divino y espiritual que introducido en la materia "está tratando constantemente de redimirse y liberarse".

a) Todo Yoga es la representación objetiva de un Misterio Espiritual Yendo al fondo de la cuestión que nos plantea el Hatha Yoga como base estructural de todo el maravilloso edificio del Yoga y buscando su correcta analogía que, como podrán observar, corresponde enteramente al Misterio cristiano y universal del Nacimiento de Jesús, el Niño divino (símbolo perpetuo del Alma humana), notamos la curiosa y al propio tiempo determinante analogía:

 [* Y no la mula, tal como corrientemente se representa]


Esta descripción, avalada por los hechos históricos del Cristianismo, pero fundamentalmente por la consideración de Cristo como un Mito Solar, o "Enviado del Padre", nos inclina a asignarle a Hatha Yoga un carácter eminentemente total y positivo. En efecto, en ningún otro Misterio del Cristianismo, desde el del Bautismo en el Jordán, al de la Ascensión de Cristo a los Cielos, hallamos reunidos todos los Reinos de la Naturaleza y todos los posibles estados evolutivos del ser humano conducentes a la revelación del Arquetipo monádico, como el Misterio del Nacimiento. Eso no nos inducirá naturalmente a detener nuestras consideraciones esotéricas sobre el Yoga en el aspecto meramente físico y objetivo, sino que trataremos en todo momento de sutilizar los aspectos materiales y de asignarles caracteres cada vez más sutiles y trascendentes.

Resumiendo esta idea podríamos decir que la historia del Yoga, prescindiendo de la diversidad de técnicas empleadas, podría ser representada como un gigantesco Árbol en evolutiva y creciente expansión cuyas raíces, Hatha Yoga, se hallan vigorosamente afirmadas en el suelo de la naturaleza material humana, pero cuya Savia vivificante es la Vida del propio Espíritu o Esencia monádica, que asciende desde estas profundas raíces buscando la gloria de Dios, "La Morada del Padre" y creando al propio tiempo todo aquello que es consustancial con el Árbol de la Vida que simboliza el proceso, es decir, el tronco, las ramas, las hojas, las flores y los frutos; lo que equivale a decir la creación y desarrollo de un sistema de evolución espiritual, siendo cada fase o estado la representación de un plano o nivel evolutivo conquistado, físico, emocional, mental, búdico, átmico, etc., hasta que la corriente ascendente de la vida humana, siempre de la mano de un determinado y bien definido Yoga, llega a la superación y sublimación de la conciencia personal para convertirse en un Iniciado, en Uno que Conoce y Sabe, en un Miembro consciente de la Sagrada Jerarquía Espiritual o Gran Fraternidad Blanca, que dirige los destinos cíclicos de nuestro pequeño mundo. Teniendo en cuenta estos razonamientos, vamos a analizar el Hatha Yoga desde sus más alejadas y profundas raíces históricas y considerar su actividad en el seno de nuestra humanidad terrestre a partir del ciclo evolutivo correspondiente a las primeras subrazas de la primera Raza Raíz. Nos hemos referido ya a las características raciales y étnicas de estas primitivas subrazas y no vamos a insistir nuevamente sobre ellas, pero será altamente instructivo considerar el gigantesco e indescriptible esfuerzo que tuvo que realizar la Mónada espiritual, descendida y vinculada con estas tupidas capas de materia densa o prisiones de Materia, antes de no haber cerrado un particular ciclo de encarnación y haber creado un cuerpo, un cáliz o tabernáculo capaz de albergar la fuerza expansiva e incluyente del Verbo de Revelación.

b) La Estructuración del Hatha Yoga

El modo como fue realizado el proceso selectivo de los materiales afines, cómo pudieron ser activadas las funciones orgánicas de los cuerpos que siguiendo diseños arquetípicos iban siendo modelados, es un dramatismo realmente inenarrable. Bastará señalar el hecho de que el ser humano, en sus remotos orígenes, tuvo que aprender a respirar con penosos esfuerzos de su parte, a fin de desarrollar los pulmones; de que se le instruyó en la necesidad de comer porque precisaba de un estómago y de unos intestinos y de que fue aleccionado también en el ejercicio del acto creador a fin de que la especie pudiera perpetuarse a través del tiempo y ofrecer a las Mónadas espirituales una renovada posibilidad de revelarse. Es decir, que las funciones orgánicas que cualquier ser humano realiza hoy día no sólo sin esfuerzo, sino incluso con placer, fueron en aquellos primeros tiempos de la humanidad "una tremenda y dramática lucha" contra un medio excesivamente hostil y duro, de lo cual nuestra mente no puede tener noción. Sólo elevando verticalmente la visión sobre el plano horizontal de la percepción corriente y dirigiendo la vista hacia el remotísimo pasado, puede apreciarse la trágica espectacularidad de aquel sublime esfuerzo. No todos los seres que eran instruidos en aquel noble proceso de ejercicio de la vida humana en embrión lograban el éxito en sus intentos; muchos morían por no poder asimilar la excesiva dureza de la lucha y dejaban sus tabernáculos sin terminar para volver a recuperarlos en conciencia en un período posterior, a través de la ley kármica de reencarnación, la del principio de redención.

Estas ideas que vamos exponiendo, relacionadas todas ellas con el Misterio del Hatha Yoga, pueden aparecer como insólitas y de carácter misterioso, cuando no de exageradas, habida cuenta de que el proceso de vida antes descrito tiene en la actualidad un desarrollo automático y sin ningún elemento que incite a la lucha, salvo aquella salvaguarda del principio de autoconservación. Pero, si analizan ustedes aunque sea sólo como un débil ejemplo, la dramática lucha que ha de sostener la pequeña semilla para romper la corteza de un suelo hostil, árido y seco para surgir a la superficie buscando la luz del Sol, tendrán una ligera idea de la lucha del ser primitivo, semilla de la humanidad terrestre, para surgir triunfante de la batalla impuesta por el cruento y rigurosísimo medio en que tuvo que desenvolverse y adaptarse siguiendo la imperiosa llamada del Sol del Espíritu. Aquel sublime y espectacular intento debía culminar no obstante en la estructuración de cada vez más nobles arquetipos, en la modelación de organismos cada vez más complejos y estilizados, más sensibles, por lo tanto, a la vida interior.

Hace sólo unos cuantos millones de años, dentro del dilatado proceso de la vida planetaria, que posee la humanidad un cuerpo físico capaz de responder como lo hace hoy, aunque sea sólo en una débil medida, al impulso conciente y creativo de la Mónada espiritual y reflejar en su maravillosa y complicada estructura y sincronismo de funciones, el diseño o Arquetipo físico que allá en la misteriosa alquimia de los planos internos tiene preparado Dios para el ser humano.

Para aquellos, de entre Uds. que hayan estudiado esoterismo y dedicado un preferente interés a la evolución de las grandes Razas humanas, a través de cada una de sus respectivas subrazas, que vienen a ser como fragmentos o diseños parciales que conducen a un acabado y perfecto tipo racial, les será relativamente fácil comprender el alcance del Misterio que, bajo la denominación de Hatha Yoga, tiene a su cargo el proceso combinado de armonizar las líneas estructurales físicas, es decir, su apariencia objetiva que ha de responder a un ideal de Belleza y de equilibrar las funciones orgánicas dentro de un perfecto sincronismo con el Ritmo de la Naturaleza entera, lo cual se va consiguiendo a medida que va siendo más conocida y concientemente utilizada aquella parte sutil del cuerpo físico denso, es decir, el cuerpo etérico, doble etérico o cuerpo bioplasmático [Según ha podido ser comprobado a través del descubrimiento de los científicos de la Unión Soviética, los esposos Kirlian, la llamada Cámara Kirlian, que permite fotografíar las emanaciones etéricas de este cuerpo sutil], hacia el cual va especialmente dirigida la atención de los científicos de nuestros días. El objetivo esencial del "doble etérico" es complementar el desarrollo de esta soberbia creación que es el cuerpo físico del ser humano, esta maravillosa estructura que Pablo de Tarso definió como "Morada del Espíritu Santo", enlazándolo a la vida sensible de otros cuerpos, más sutiles todavía, que el ser humano va construyendo paralelamente al esfuerzo creador de otros Yogas o Misterios que surgen a medida que las distintas subrazas van ofreciéndole a la Mónada espiritual estuches cada vez más útiles y preciosos para albergar a la " Yoga en el Loto", el principio interno que revela el perfecto Arquetipo.

c) El Objetivo Arquetípico del Hatha Yoga

Vemos, así, que todo el Misterio del Hatha Yoga está relacionado con la creación de una estructura etérico-física que responda a los Arquetipos de Belleza y al equilibrio de las funciones orgánicas, así como a la sensibilización constante de cada uno de los elementos celulares constitutivos de esta estructura de acuerdo con el ritmo solar o universal, lo cual presupone el establecimiento de un sistema de contactos cada vez más estrechos y definidos entre el cerebro y la mente, entre la mente discernitiva y la vida afectiva a través del cuerpo etérico, que se convierte así en el vínculo de relación natural entre la existencia en el plano físico y los demás planos del Sistema Solar en donde el ser humano posee ya cuerpos definidos, como el astral y el mental y otros que están todavía en proceso de construcción, como son el búdico, el átmico, el monádico, etcétera.

Hatha Yoga, tal como se expresa y utiliza en nuestros días a través del deporte, la higiene natural, la sana dietética o vida naturista y los diferentes sistemas de respiración y control de los asanas, o posturas del cuerpo, tienen por objeto pulir y refinar el Cáliz objetivo y sensibilizar constantemente el cuerpo etérico para que pueda acoger sin fricciones (que son causa de enfermedades) la creciente sensibilidad espiritual del Pensador, del Artífice, que con el testimonio de Su Gracia santifícante debe recorrer el mundo ofreciendo perpetuamente "su cuerpo y su sangre", en el sentido más esotérico y místico, para que cada uno de los peregrinos de la tierra puedan colmar su hambre y sed de justicia social y humana. La conocida frase mística «por sus frutos serán reconocidos", se refiere a esa etapa del Yoga en que la vida de Dios es perfectamente reconocible a través del cuerpo físico, como en el caso de los grandes Avatares, Hermes, Budha, Cristo, etc.,que demostraron objetiva y palpablemente la pureza de Sus esplendentes Vidas a través de unos Vehículos o Cálices indescriptiblemente inmaculados y radiantes.

El logro de tales estados, como revelación de ciertos Arquetipos cuya identidad hay que buscarla más allá de las fronteras de nuestro Universo ya que pertenecen a un diseño de origen cósmico, es el objetivo del Yoga y su conquista, aún en lo más inmediato, en lo meramente físico, exigirá una actividad mayor que, proyectándose más allá del cuerpo conocido a través de sus centros o chacras superiores, los del cerebro y del corazón, permitirá establecer contacto con la Realidad más elevada, ese Dios en nosotros que constantemente nos está solicitando. El surgimiento de los demás Yogas que el ritmo constante e invariable de la evolución promueve, es el resultado de la presión interna de la Mónada espiritual que desde arriba (chacra coronario) y desde dentro (chacra cardíaco), trata de establecer una directa y positiva unión con la Vida divina en todos Sus planos de Expresión Psicológica. De ahí que todos los Yogas son solidarios con el principio físico de supervivencia y autoreconocimiento. La Gloria de Dios debe revelarse ostensiblemente tal como lo demostró Cristo por medio del Maestro Jesús. En estas últimas palabras se halla implícito el Misterio cristiano que ha de ser revelado a través del Hatha Yoga.

Lo que se pretende realmente con esta Ciencia positiva de unión, a medida que la corriente evolutiva converge en zonas de alta sensibilidad emocional y de profunda penetración mental, es sutilizar el organismo introduciendo en el mismo elementos vitales de muy elevada vibración, los cuales constituyen una especie particular de prana más sutil aunque coexistente con el prana conocido, pero que sólo podrá ser utilizado cuando la mente y el corazón (Raja Yoga y Bakti Yoga), hayan alcanzado un cierto grado de desarrollo y equilibrio. Cuando los tratados esotéricos sobre el Yoga venidos de Oriente, empezaron a suministrar conocimientos de carácter superior y a afirmar hechos concretos con respecto al misterio permanente que se agita en los éteres del espacio y a presentar el elemento primordial, o Prana como origen del fenómeno planetario de la Vida, se creyó haber llegado definitivamente al descubrimiento de la clave del Misterio inicial de la existencia humana aquí en la Tierra, es decir, del Hatha Yoga.

d) Hacia la Resolución del Misterio

No obstante, ello constituyó sólo el principio de una persistente e incesante búsqueda. Tal Misterio tiene todavía muchos secretos a revelar para el consciente investigador, muchos elementos de conocimiento y de sabiduría que aportar antes de que hayan sido cerrados completamente los círculos de perfección física programados por la Divinidad para el ser humano arrancando del gran Arquetipo causal o Ángel Solar, que es la matriz o modelo por el cual se rige el entero proceso de evolución de la humanidad. A este respecto debemos recordar lo que dijimos anteriormente en relación con el Misterio que encubre el secreto de sabiduría de nuestro Universo, en el sentido de que nuestro Logos Solar, nuestro "Padre en los Cielos", es el Agente físico de una Entidad Psicológica de evolución Cósmica, cuya excelsitud escapa por completo a nuestra más elevada inteligencia y para cuya expresión no existen ni palabras sutiles ni el más profundo y penetrante pensamiento. Este reconocimiento nos lleva una vez más a la consideración del Hatha Yoga como constituyendo la raíz fundamental de todo posible Yoga en nuestro Universo, siendo cada uno de ellos expresiones cada vez más sutiles y elevadas, en el orden físico, del drama psicológico que se va realizando en cada uno de los Planos del Sistema Solar, a través de las infinitas Jerarquías creadoras que en ellos tienen su morada. El incomprensible e indescriptible Karma de nuestro Logos Solar es preparar un Cáliz cada vez más perfecto para aquella Gloriosa Entidad cuya Vida Monádica actúa en niveles cósmicos de incalculable trascendencia. Como pequeño indicio de tamaña grandeza señalaremos un pequeño ejemplo: “nuestro plano búdico, en el que nuestra conciencia halla su identidad mística o espiritual más elevada con la Divinidad, es solamente una zona particularizada a nuestro alcance del Plano etérico físico cósmico”.

Así, pues, y empleando como siempre la clave de la analogía, de la misma manera que nuestro Logos Solar, representación física de un Logos Cósmico, se manifiesta a través de siete estados cada vez más sublimados de conciencia y que cada uno de tales estados constituyen los Planos característicos de la Evolución Universal, desde el plano físico más denso hasta el plano ádico en donde los éteres se han convertido en el Fuego Creador del Espíritu, así la Entidad humana, a través de su cuerpo físico, ha de expresar o revelar siete estados de conciencia, desde el nivel más denso en donde el Cáliz es tangible y objetivo hasta el plano monádico en donde todo es luz y fuego y en donde la naturaleza humana se halla plenamente deificada y redimida.

Dejamos pues al inteligente observador y profundo investigador esotérico la tarea de resolver, según la clave de la analogía, el Misterio latente en el Hatha Yoga y comprender que lo que trata de hacer la Vida que nos anima internamente es purificar constantemente el Cáliz o Cuerpo, para que el Espíritu pueda manifestar un día a través del mismo, el excelso Tesoro de Sabiduría que constituye el aliento permanente y místico de nuestro Sistema Solar.

 

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