LA CLAVE DE LA TEOSOFÍA

http://www.sociedadteosofica.es/Libros/Blavatsky_ClaveTeosofia.pdf

por

H.P.B.

 


EXPOSICIÓN CLARA EN FORMA DE PREGUNTAS Y RESPUESTAS DE LA ÉTICA, CIENCIA Y FILOSOFÍA PARA CUYO ESTUDIO HA SIDO FUNDADA LA SOCIEDAD TEOSÓFICA

Dedicada por H. P. B. a todos sus discípulos para que aprendan y puedan enseñar a su vez


Capítulo XIII

 

CONCEPTOS ERRÓNEOS ACERCA DE LA SOCIEDAD TEOSÓFICA

 

TEOSOFÍA Y ASCETISMO

PREG. Oí decir a ciertas personas que vuestras reglas exigen a todos los miembros ser vegetarianos, solteros y ascetas rigurosos, pero hasta ahora nada de esto me habéis dicho. ¿Podéis decirme la verdad sobre ello?

TEÓS. La verdad es que nuestras reglas no exigen nada por el estilo. La Sociedad Teosófica ni siquiera espera, y mucho menos exige de ninguno de sus miembros, que sean ascetas en modo alguno, a no ser que llaméis ascetismo a que deben esforzarse en hacer bien a los demás, y no ser egoístas.

PREG. Sin embargo, muchos de los miembros son vegetarianos estrictos, y confiesan abiertamente su propósito de permanecer solteros. También sucede esto muy a menudo con los que desempeñan un papel importante relacionado con la obra de vuestra Sociedad.

TEÓS. Esto es muy natural, porque muchos de nuestros celosos trabajadores son miembros de la Sección Interna de la Sociedad, de que hablé antes.

PREG. ¿Exigís, entonces, prácticas ascéticas en esta Sección Interna?

TEÓS. No; ni siquiera en ésta las exigimos o imponemos; pero veo que será mejor os explique nuestro punto de vista respecto del ascetismo en general, y comprenderéis entonces lo del vegetarianismo y lo demás.

PREG. Proseguid.

TEÓS. Como ya os dije, muchos de los que se convierten realmente en verdaderos estudiantes de Teosofía, y en trabajadores activos dentro de nuestra Sociedad, desean hacer algo más que estudiar teóricamente las verdades que enseñamos. Desean conocer la verdad por experiencia personal y directa, y estudiar Ocultismo con el objeto de adquirir la sabiduría y el poder que sienten que necesitan para ayudar a los demás eficaz y juiciosamente, en vez de obrar a ciegas y a la ventura. Por esto, tarde o temprano entran en la Sección Interna.

PREG. Acabáis de decir que ni tampoco en esa Sección Internas necesarias las “prácticas ascéticas”.

TEÓS. No lo son; pero lo primero que en ella aprenden los miembros es un concepto exacto y verdadero de la relación del cuerpo o envoltura física con el hombre interno, o sea con el hombre verdadero. La relación y la acción intermedia mutua entre estos dos aspectos de la naturaleza humana les es explicada y demostrada; así es que pronto quedan penetrados de la importancia suprema del hombre interno, comparada con la cubierta exterior o cuerpo. Se les enseña que el ascetismo ciego e inteligente es una locura; que conducirse como San Labro, del que ya hemos hablado, o como los faquires hindúes y los ascetas de los bosques, que cortan, queman y mortifican su cuerpo del modo más cruel y horrible, no es más que un tormento propio para alcanzar fines egoístas; es decir, para desarrollar el poder de la voluntad, pero que es perfectamente inútil para el objeto de lograr el desarrollo espiritual, real y verdadero, o sea teosófico.

PREG. Comprendo; consideráis solamente como necesario el ascetismo moral. Es como un medio para un fin, siendo este fin el perfecto equilibrio de la naturaleza interna del hombre, y la consecución del dominio completo sobre el cuerpo, con todas sus pasiones y deseos.

TEÓS. Precisamente. Pero hay que usar de esos medios inteligente y juiciosamente, y no a ciegas y sin discernimiento; como un atleta que se ejercita y prepara para una gran lucha, no como el avaro que para poder seguir satisfaciendo su pasión del oro se mata de hambre hasta caer enfermo.

PREG. Comprendo ahora la idea general, pero veamos cómo la aplicáis en la práctica, respecto al vegetarianismo, por ejemplo.

TEÓS. Uno de los grandes sabios alemanes ha demostrado que toda clase de carne animal, sea cual fuese el modo de guisarla, conserva siempre ciertas propiedades características del cuerpo del que ha formado parte, y las cuales pueden reconocerse. Aparte de esto, todos sabemos, por el gusto, qué clase de carne estamos comiendo. Nosotros vamos más lejos, y probamos que cuando la carne de los animales es asimilada como alimento por el hombre, le transmite, fisiológicamente, algunas de las propiedades características del animal a que pertenecía. Además, la ciencia oculta lo enseña y prueba a sus estudiantes por la demostración ocular, haciendo ver igualmente que ese efecto de “animalización” en el hombre es mayor proviniendo de la carne de los animales más grandes, menor si se trata de la de las aves, aún menos siendo de pescado y otros animales de sangre fría, y mínimo cuando sólo come vegetales.

PREG. ¡Mejor sería entonces que no comiese nada!

TEÓS. Indudablemente, si pudiese vivir sin comer. Mas, hoy por hoy, ha de comer para vivir; así es que aconsejamos a los estudiantes realmente celosos que tomen el alimento que tenga influencia menos pesada sobre su cerebro y su cuerpo, y cuyo efecto de estorbar y retrasar el desarrollo de su intuición, facultades internas y poderes sea el menor posible.

PREG. ¿No adoptáis entonces todos los argumentos de que suelen valerse generalmente los vegetarianos?

TEÓS. Ciertamente que no. Algunos de sus argumentos son muy débiles y a menudo basados en suposiciones enteramente falsas. Pero, por otra parte, muchas de las cosas que dicen son por completo ciertas. Creemos, por ejemplo, que muchas enfermedades, y particularmente la gran predisposición para las mismas que tanto se viene observando en nuestra época, son debidas en gran parte al uso de la carne y especialmente de la carne en conserva. Mas sería muy largo el tratar a fondo la cuestión del vegetarianismo desde el punto de vista de sus méritos. Pasemos, si queréis, a otro asunto.

PREG. Una pregunta más. ¿Qué deben hacer cuando están enfermos los miembros de la Sección Interna con respecto a los alimentos?

TEÓS. Seguir, como es natural, el mejor consejo práctico posible. ¿No comprendéis aún que jamás imponemos obligaciones absolutas sobre este punto? Tened presente para siempre que en todas las cuestiones de este género consideramos las cosas racionalmente, y nunca en sentido fanático. Si por causa de enfermedad o larga costumbre no puede un hombre privarse de carne, que no se abstenga de ella en ningún modo. No es un crimen; sólo retrasará algo su progreso, porque, después de todo, los actos y funciones corporales tienen mucha menos importancia que lo que el hombre piensa y siente; que los deseos que anima su mente, permitiéndoles echar raíces y desarrollarse.

PREG. Supongo que no aconsejaréis el uso del vino y de los alcoholes.

TEÓS. Son peores para el desarrollo moral y espiritual que la carne, porque el alcohol, en todas sus formas, tiene una influencia directa, marcada y muy deletérea, en la condición psíquica del hombre. El uso del vino y los licores sólo es inferior, como destructor del desarrollo de los poderes internos, al uso habitual del haxix, del opio y otras drogas semejantes.

 

LA TEOSOFÍA Y EL MATRIMONIO

PREG. Otra pregunta deseo haceros. ¿El hombre debe casarse o permanecer soltero?

TEÓS. Esto depende de la clase de hombres a que os refiráis. Si se trata del que se propone vivir en el mundo; del que aun siendo un sincero teósofo, un trabajador celoso de nuestra causa, todavía está ligado al mundo por sus obligaciones y deseos; del que, en una palabra, siente que no ha concluido para siempre con lo que los hombres llaman vida, y sólo desea una cosa: conocer la verdad y ser capaz de ayudar a los demás, entonces digo que no hay motivo para que no se case si quiere correr los riesgos de esa lotería en la que salen tan pocos números premiados. Supongo que no nos creeréis absurdos y fanáticos hasta el punto de predicar también contra el matrimonio. Por el contrario, el matrimonio, salvo algunos casos excepcionales de ocultismo práctico, es el único remedio contra la inmoralidad.

PREG. Pero ¿por qué no han de poder adquirirse esos poderes y esa sabiduría en la vida matrimonial?

TEÓS. Comprenderéis que no podemos entrar en cuestiones fisiológicas; pero puedo contestaros de un modo satisfactorio, y que creo suficiente, el cual os explicará las razones morales que tenemos para ello. ¿Puede el hombre servir a dos amos? No. Por lo tanto, es imposible para él dividir su atención entre el Ocultismo y una mujer. Si lo intenta, no podrá seguramente hacer ambas cosas como es debido; y permitidme que os recuerde que el Ocultismo práctico es un estudio demasiado serio y peligroso para que lo emprenda un hombre si no obra con la mayor sinceridad y no está dispuesto a sacrificar todo, y a sí mismo ante todo, para alcanzar su objeto. Mas esto no se aplica a los miembros de nuestra Sección Interna. Sólo me refiero a aquellos que están resueltos a caminar por el sendero del discipulado, que conduce a la meta más elevada. Muchos de los que entran en nuestra Sección Interna, si no todos, sólo son principiantes que se preparan en esta vida para entrar realmente en aquel sendero, en vidas futuras.

 

LA TEOSOFÍA Y LA EDUCACIÓN

PREG. Uno de vuestros más poderosos argumentos sobre la imperfección de las formas de religión existentes en Occidente, como también hasta cierto punto sobre la filosofía materialista, tan popular ahora, pero que parece consideráis como una abominación de la desolación, es la mucha miseria que existe de modo innegable, en particular en nuestras grandes ciudades. Pero tendréis que reconocer, seguramente, cuanto se ha hecho y se está haciendo para remediar ese estado de cosas, por medio de la propagación de la educación y de la cultura.

TEÓS. Las generaciones del porvenir difícilmente os agradecerán una “propagación” semejante de la cultura, ni favorecerá mucho a las masas pobres y hambrientas vuestra presente educación.

PREG. Tenéis que darnos tiempo. Sólo hace pocos años que hemos empezado a educar al pueblo.

TEÓS. ¿Podríais hacer el favor de decirme qué ha hecho la Religión Cristiana desde el siglo XV, ya que reconocéis que no se había emprendido la educación de las masas, la obra por excelencia, si jamás la hubo, que el Cristianismo, es decir, la Iglesia y las gentes imitadoras de Jesús, debiera llevar a cabo?

PREG. Sí, puede que tengáis razón; pero ahora…

TEÓS. Consideremos esta cuestión de la educación desde un amplio punto de vista, y os probaré que con muchas de vuestras decantadas mejoras hacéis daño y no bien. Las escuelas para niños pobres, aunque mucho menos útiles de lo que debieran ser, son buenas, comparadas con la corrupción que los rodea, y a la que están condenados por la sociedad moderna. La infusión de un poco de Teosofía práctica aliviaría cien veces más que toda esa inútil cultura la vida de las masas pobres que sufren.

PREG. Pero realmente…

TEÓS. Dejadme concluir. Habéis tocado un asunto que a nosotros los teósofos interesa profundamente, y debo decir lo que pienso. Reconozco por completo la gran ventaja que hay para un niño criado en las calles, jugando en el arroyo y viviendo entre la habitual grosería de gustos y palabras, al encontrarse diariamente en una escuela clara, limpia, con cuadros, y muchas veces adornada con flores. Allí le enseñan a cantar y a jugar; tiene juguetes que despiertan su inteligencia; aprende a servirse hábilmente de las manos; le hablan con una sonrisa en vez de hacerlo con una amenaza; lo castigan o premian con benevolencia, en lugar de maldecirlo. Todo esto humaniza a los niños, activa sus cerebros y los hace susceptibles a las influencias intelectuales y morales. Las escuelas no son lo que podrían y debieran ser, pero, comparadas con sus casas, son paraísos, y poco a poco dejan sentir su acción en ellos. Mas si bien esto es cierto en muchas escuelas públicas, el sistema es peor que todo cuanto de él pueda decirse.

PREG. Continuad.

TEÓS. ¿Cuál es el verdadero objeto de la educación moderna? ¿Es acaso cultivar y desarrollar la mente en el buen sentido; enseñar a los pobres y desheredados a soportar con valor el peso de la vida que Karma les ha asignado; fortalecer su voluntad; inculcar en ellos el amor al prójimo y el sentimiento de mutua hermandad, educando y formando el carácter para la vida práctica? Nada de esto. Y, sin embargo, ésos son innegablemente los objetos de toda educación verdadera. Nadie lo niega; todos los que se dedican a la enseñanza lo admiten, y por cierto que derrochan palabras sonoras sobre el asunto. ¿Pero cuál es el resultado práctico de su acción? Cualquier joven, cualquier muchacho, más aún, cualquiera de los que pertenecen a la generación última de maestros de escuela, contestará: “El objeto de la educación moderna es pasar los exámenes”, sistema que no tiende a producir la emulación legítima, sino a crear y fomentar entre los jóvenes los celos, la envidia, casi el odio, y a prepararlos para una vida de egoísmo feroz y de lucha por los honores y las ganancias, en vez de crear sentimientos benévolos.

PREG. Debo confesar que tenéis razón en este punto.

TEÓS. ¿Y qué son esos exámenes, terror de la infancia y juventud modernas? Son sencillamente un método de clasificación por el que se registran los resultados de las enseñanzas escolares. En otras palabras, forman la aplicación práctica del método de la ciencia moderna al genus homo qua inteligencia. Ahora bien; la “ciencia” enseña que el intelecto es un resultado de la acción mecánica de la substancia del cerebro; así pues, es lógico que sea casi enteramente mecánica la educación moderna –especie de máquina automática para la fabricación de la inteligencia por toneladas–. Basta una poca experiencia de los exámenes para demostrar que la educación que producen es simplemente un ejercicio de la memoria física, y tarde o temprano todas vuestras escuelas caerán a este nivel. En cuanto a cultivar real y sólidamente el poder reflexivo y racional, es sencillamente imposible, puesto que todo ha de juzgarse por los resultados de los exámenes en competencia. Repito que la educación de la escuela es factor de la mayor importancia en la formación del carácter, especialmente en el sentido moral. Pues bien; todo vuestro sistema moderno está basado en las llamadas revelaciones científicas: “la lucha por la existencia” y la “supervivencia del más apto”. Durante la juventud se inculcan a todos estos principios, tanto por medio del ejemplo práctico y de la experiencia, como por la enseñanza directa, hasta que se hace imposible borrar de la mente la idea de que el “yo”, ese yo inferior, personal y animal, es el único fin y objeto de la vida, del que arranca la gran fuente que luego origina todos estos sufrimientos, crímenes y egoísmo despiadado que como yo reconocéis.

El egoísmo, como tantas y tantas veces he repetido, es plaga y maldición de la humanidad, y el padre prolífico de todos los males y crímenes en esta vida; y vuestras escuelas son los semilleros de semejante egoísmo.

PREG. Todo esto, hablando en general, está muy bien; pero desearía me citaseis algunos hechos, para saber de qué modo pueden remediarse.

TEÓS. Perfectamente; voy a tratar de satisfaceros. Existen tres grandes divisiones de establecimientos escolares: las escuelas particulares, mixtas y públicas, que recorren la escala de la enseñanza desde la comercial más ordinaria hasta la clásica idealista, presentando muchas permutaciones y combinaciones distintas. La parte moderna se funda en la enseñanza práctica comercial, y la antigua y ortodoxa refleja su grave respetabilidad en los centros superiores. Vemos claramente lo científico material y comercial sobreponerse a lo clásico y ortodoxo anticuado, y no se necesita ir muy lejos para encontrar la causa. Los objetos de aquella rama de la educación se reducen a libras, chelines y peniques; el summum bonum del siglo XIX. Así es que las energías generadas por las moléculas cerebrales de los discípulos se concentran todas sobre un mismo punto, y son, por lo tanto, en cierto grado, un ejército organizado en las inteligencias especulativas educadas de la minoría de los hombres; adiestrada para marchar contra las huestes de las sencillas masas, condenadas a ser vampirizadas y sacrificadas por sus hermanos intelectualmente más fuertes. No sólo semejante educación es antiteosófica, sino sencillamente anticristiana. Resultado: el producto directo de esa forma de educación es una inundación de máquinas para hacer dinero, de hombres cruelmente egoístas, animales a quienes han enseñado sistemáticamente a devorar a sus semejantes y a aprovecharse de la ignorancia de sus hermanos más débiles.

PREG. Conforme; pero, en todo caso, esto no podréis decirlo de nuestras grandes Escuelas Superiores.

TEÓS. No en absoluto, es cierto. Pero, aunque la forma es diferente, el espíritu que las anima es el mismo: es decir antiteosófico y anticristiano, sea que los estudiantes de Eton y de Harrow se conviertan en científicos o en eclesiásticos y teólogos.

PREG. ¿Sin duda no calificaréis a Eton y a Harrow, de mercantiles?

TEÓS. No. El sistema clásico es por cierto la más respetable de todas las cosas, y hoy día está produciendo algún beneficio. Sigue siendo el favorito en nuestras grandes escuelas públicas, donde puede obtenerse no sólo una educación intelectual, sino también social. Es de primera importancia, por lo tanto, que los hijos torpes de padres aristocráticos y ricos vayan a esas escuelas a mezclarse con el resto del elemento joven de las clases de la “sangre” y del dinero. Pero existe hasta para la entrada una gran competencia; aumentan las clases ricas, y los muchachos pobres pero inteligentes tratan de entrar en las escuelas públicas por la riqueza de conocimientos que adquieren en ellas, y los que adquieren al pasar a las Universidades.

PREG. Según esta opinión, ¿han de trabajar con más ahínco los “torpes” ricos que sus compañeros más pobres?

TEÓS. Así es. Mas lo curioso es que los fieles al culto de la supervivencia del más “apto” no practican su creencia. porque todos sus esfuerzos se dirigen a conseguir que los naturalmente incapaces suplanten a los aptos. De este modo, a fuerza de grandes sumas de dinero, los mejores maestros quedan separados de sus discípulos naturales, para dedicarse a convertir en máquinas a una inepta progenie en profesiones que se sobrecargan inútilmente de gente.

PREG. ¿Y a qué atribuís todo esto?

TEÓS. Todo es debido a lo pernicioso de un sistema que altera las cosas, sin cuidarse de las propensiones y talentos de la juventud. El pobre candidato a ese paraíso progresivo de instrucción, apenas abandonadas las faldas de su nodriza, cae en el trabajo forzado de una escuela preparatoria para hijos de personas bien nacidas. Allí se apoderan inmediatamente de él los trabajadores de la fábrica materio–intelectual, y le llenan la cabeza de rudimentos de latín, francés y griego, fechas y tablas; así es que si tiene alguna disposición natural, se la exprimen rápidamente con los rodillos de lo que Carlyle llamó con tanta propiedad “vocablos muertos”.

PREG. Pero también le enseñan algo, además de los “vocablos muertos”, y mucho de aquello que puede llevarlo derecho a la Teosofía, si no enteramente a la Sociedad Teosófica.

TEÓS. No mucho. Porque respecto a la historia sólo adquirirá, acerca de su propio país, los conocimientos suficientes para revestirlo de toda clase de prejuicios contra todos los demás pueblos, y empaparse en el odio y los sentimientos sanguinarios nacionales históricos. Ciertamente, no llamaréis a eso Teosofía.

PREG. ¿Cuáles son las demás objeciones?

TEÓS. A esto hay que agregar un barniz superficial de conocimientos respecto a algunos hechos escogidos, llamados bíblicos, de cuyo estudio se elimina todo razonamiento. Es simplemente una lección de memoria, siendo el “por qué” del maestro un “por qué” dictado por las circunstancias y no por la razón.

PREG. Sí; pero os he oído congratularos por el número siempre mayor de agnósticos y ateos en el día de hoy; así es que resulta que, aun la gente que aprende a pensar y a razonar por sí misma se educa bajo el sistema que tan vigorosamente atacáis.

TEÓS. Sí; pero es más bien debido a una reacción saludable contra ese sistema, que no al mismo. Preferimos en nuestra Sociedad a los agnósticos, y hasta a los ateos declarados, a los fanáticos de una religión cualquiera. Siempre está la mente de un agnóstico abierta a la verdad, mientras que esta última ciega al fanático, como le sucede al mochuelo con el sol. Los mejores, es decir, los más amantes de la verdad, los más filántropos y honrados entre nuestros socios, fueron y son agnósticos y ateos (no creen en un Dios personal). Pero no existen niños y niñas librepensadores, y generalmente deja la primera educación sus rastros en forma de una mente mezquina y falseada. Un sistema de educación sano y conveniente debiera producir la mente vigorosa y liberal, educada estrictamente en el pensamiento lógico y correcto, y no en la fe ciega. ¿Cómo podéis esperar jamás buenos resultados cuando pervertís la facultad de raciocinio en vuestros hijos, diciéndoles que crean en los milagros de la Biblia los domingos, mientras que les enseñáis los seis días restantes de la semana que tales cosas son científicamente imposibles?

PREG. ¿Qué quisierais, pues?

TEÓS. Si tuviésemos recursos, fundaríamos escuelas que, en vez de candidatos a la miseria que leen y escriben, producirían otra cosa. Debiera, ante todo, enseñarse a los niños la propia confianza, el amor a todos los hombres, el altruismo, la caridad mutua, y más que nada, a pensar y razonar por sí mismos. Reduciríamos el trabajo puramente de la memoria a un mínimum absoluto, y emplearíamos el tiempo en el desarrollo y ejercicio de los sentidos, facultades y capacidades latentes. Nos esforzaríamos en tratar a cada niño como una unidad, y en educarlo de modo que produjese la manifestación más armoniosa e igual de sus poderes, para que sus aptitudes especiales hallasen su completo y natural desarrollo. Aspiraríamos a crear hombres y mujeres libres, libres intelectualmente, libres moralmente, despreocupados bajo todos conceptos, y, sobre todo, antiegoístas. Y creemos que gran parte de esto, si no todo, podría conseguirse con la educación teosófica conveniente y verdadera.

 

¿ POR QUÉ EXISTE TANTO PREJUICIO EN CONTRA DE LA SOCIEDAD TEOSÓFICA?

PREG. Si la Teosofía es la mitad siquiera de lo que decís, ¿por qué ha de existir una aversión tan terrible contra ella? Éste es un problema aún más difícil que todos los demás.

TEÓS. Lo es en efecto; pero debéis considerar los numerosos y poderosos adversarios que tenemos desde que se formó nuestra Sociedad. Como acabo de decir, si fuese el movimiento teosófico una de esas locuras tan inofensivas en su resultado como pasajeras, se reirían de él sencillamente, como lo hacen ahora los que aún no comprenden su verdadero alcance; y no se ocuparían de él en absoluto. Pero no hay nada de esto. La Teosofía es intrínsecamente el movimiento más serio de nuestro siglo; movimiento, además, que amenaza la existencia misma de la mayor parte de las farsas antiguas, prejuicios y males sociales de nuestros días; esos males que engordan y hacen felices a los pocos de arriba, así como a sus imitadores y aduladores, unos cuantos ricos de la clase media, mientras que arruinan y matan de hambre positivamente a millones de pobres. Pensad en esto, y comprenderéis fácilmente el motivo de una persecución continua por parte de aquellos otros que, más observadores y perspicaces, se dan cuenta de la verdadera naturaleza de la Teosofía, y por consiguiente, la temen.

PREG. ¿Queréis darme a entender que porque unos pocos han comprendido adónde conduce la Teosofía, es por lo que tratan de destruir el movimiento? Pero, si la Teosofía sólo conduce al bien, seguramente no trataréis de lanzar tan tremenda acusación de pérfida crueldad y traición contra esos pocos a que aludís.

TEÓS. Estoy, por el contrario, dispuesta a ello. No llamo poderosos o “peligrosos” a los enemigos contra los que hemos tenido que luchar durante los nueve o diez años de existencia de la Sociedad, sino únicamente a los que nos han atacado en estos tres o cuatro últimos años. Y éstos no hablan, ni escriben, ni predican contra la Teosofía, pero trabajan en silencio y cubiertos por estúpidos muñecos, que actúan como fantoches y dan la cara. Sin embargo, aunque invisibles para muchísimos de los miembros de nuestra Sociedad, son bien conocidos por los verdaderos “Fundadores” y protectores de la misma. Pero, por ciertos motivos, conviene callar por ahora sus nombres.

PREG. ¿Son conocidos de muchos de vosotros, o sois la única que los conoce?

TEÓS. Nunca dije que los conociese. Puedo o no conocerlos, pero sé que existen, lo cual basta; y los desafío a que hagan todo el mal que desean. Puede que consigan hacer mucho daño y sembrar la confusión en nuestras filas, particularmente entre las personas pusilánimes y las que sólo juzgan por las apariencias. Pero no matarán a la Sociedad aunque hagan cuanto puedan para ello. Aparte de esos enemigos peligrosos (“peligrosos”, sin embargo, sólo para aquellos teósofos indignos de este nombre, y cuyo sitio se encuentra más bien fuera que dentro de la Sociedad Teosófica), el número de nuestros adversarios es más que considerable.

PREG. ¿Podéis al menos nombrar a éstos, ya que no queréis hablar de los otras?

TEÓS. Puedo hacerlo. Hemos de luchar contra 1º el odio de los espiritistas americanos, ingleses y franceses; 2º la oposición constante del clero de todas clases; 3º especialmente contra el odio violento y las persecuciones de los misioneros en la India, que dieron lugar al ruidoso e infame ataque a nuestra Sociedad Teosófica por parte de la Sociedad de Investigaciones Psíquicas; ataque instigado por una conspiración organizada por aquellos. Por último, hemos de contar con las defecciones de varios miembros “eminentes” por razones que ya os he explicado; los que han contribuido en el mayor grado a aumentar la prevención que contra nosotros existe.

PREG. ¿No podéis darme algunos detalles más de aquellos, para saber contestar si me preguntan; una breve historia de la Sociedad, en una palabra; y por qué el mundo cree todo eso?

TEÓS. La razón es sencilla. La mayor parte de los que pertenecen a la Sociedad, absolutamente nada sabían de ella, sus motivos, objetos y creencias. Desde el principio, el mundo no vio en la Teosofía otra cosa que ciertos fenómenos maravillosos en que no creen las dos terceras partes de los que no son espiritistas. Muy pronto llegó a considerarse a la Sociedad Teosófica una asociación que pretende la posesión de poderes “milagrosos”. Jamás quiso comprender el mundo que la Sociedad enseñaba la incredulidad absoluta respecto al milagro, y hasta su misma posibilidad; que sólo existían en la Sociedad pocas personas dotadas de tales poderes psíquicos, y pocas también que se preocupasen de éstos. Tampoco comprendió que jamás se producirían los fenómenos públicamente, sino tan sólo en círculo privado, para algunos amigos; y producidos meramente como un accesorio, para probar, por la demostración directa, que semejantes cosas podían producirse sin cuartos oscuros, espíritus, médiums o cualquiera de los requisitos usuales. Desgraciadamente, este falso concepto se arraigó y exageró considerablemente, gracias al primer libro escrito sobre el asunto, libro que llamó mucho la atención en Europa: El Mundo Oculto, de Mr. Sinnett. Si mucho hizo esta obra para hacer brillar a la Sociedad, atrajo sobre los desventurados héroes y heroínas de ésta mayores murmuraciones, falsedades y escarnio. Acerca de esto había sido sobradamente puesto en guardia el autor de El Mundo Oculto, mas no hizo caso de la PROFECÍA; que así lo era, aunque velada.

PREG. ¿Por qué y desde cuándo os odian los espiritistas?

TEÓS. Desde el primer día de la existencia de la Sociedad. En cuanto se supo que la Sociedad Teosófica, como corporación, no creía en las comunicaciones con los espíritus de los muertos, sino que miraba a los llamados “espíritus” como reflejos astrales de personalidades desencarnadas, cascarones, etc., en su mayor parte, concibieron los espiritistas un odio violento contra nosotros, y especialmente contra los Fundadores. Este odio se manifestó, en todos los órganos espiritistas americanos, en infinidad de calumnias, de observaciones personales poco caritativas, y mil nociones erróneas y absurdas acerca de las doctrinas teosóficas. Fuimos perseguidos, denunciados e insultados durante muchos años. Esto empezó en 1875, y continúa hoy día. En 1879 el centro de la Sociedad Teosófica se trasladó de Nueva York a Bombay (India), y después a Madrás definitivamente. Cuando la primera Rama de nuestra Sociedad (Sociedad Teosófica Inglesa) se fundó en Londres, los espiritistas ingleses se levantaron en armas contra nosotros, como lo habían hecho los americanos; luego siguieron los espiritistas franceses.

PREG. Pero ¿por qué razón encontréis hostilidad en el clero, cuando, después de todo, la tendencia principal de las doctrinas teosóficas se opone al materialismo, el gran enemigo de todas las formas de religión en nuestros días?

TEÓS. El clero se opuso a nosotros basándose en el principio general de que “Aquel que no está conmigo está contra mí”. Como no concuerda la Teosofía con ninguna secta o credo, se la considera enemiga de ellos, porque enseña que todos están más o menos equivocados. Nos odiaron los misioneros en la India, y trataron, de destruirnos, porque vieron que lo más florido de la Juventud inda ilustrada, así como los brahmines, que son inabordables para ellos, se unían a la Sociedad en gran número. Y, sin embargo, aparte de ese odio general de clase, la Sociedad Teosófica cuenta entre sus filas con muchos eclesiásticos, y hasta uno o dos obispos.

PREG. ¿Cuál fue el motivo que indujo a la S. P. R. a combatiros? Ambos perseguíais el mismo género de estudio, en cierto modo, y varios miembros de la Sociedad de Investigaciones Psíquicas formaban parte de vuestra Sociedad.

TEÓS. Al principio éramos muy buenos amigos con los jefes de la S. P. R.; pero cuando apareció en el Christian College Magazine un ataque acerca de los fenómenos, apoyados en las pretendidas revelaciones de un criado, a la S. P. R. le pareció que se había comprometido al publicar en sus “actas” demasiados fenómenos que habían tenido lugar en unión con la Sociedad Teosófica. Su ambición es echársela de corporación autoritaria y estrictamente científica; así es que tenían que elegir entre conservar esta posición, sacrificando a la Sociedad Teosófica y hasta tratando de destruirla, o verse confundidos en la opinión de los saduceos del gran mundo, con los “crédulos” teósofos y espiritistas. No tenía salida el dilema, y optaron por sacrificarnos. Fue para ellos una cruel necesidad. Tanto deseo tenían de hallar algún motivo razonable aparente para explicar la vida de abnegación y de incesante trabajo que llevaban los dos Fundadores, y la completa ausencia de beneficio pecuniario o ventaja cualquiera que a éstos pudiera reportar, que nuestros enemigos, para explicar esta abnegación, se vieron obligados a echar mano de las tres veces absurda, eminentemente ridícula y ahora ya famosa “teoría de la espía rusa”. Mas el antiguo refrán que dice que “la sangre de los mártires es la semilla de la Iglesia” resultó exacto una vez más. Después del primer choque producido por este ataque, la Sociedad Teosófica dobló y triplicó el número de sus miembros; pero la mala impresión causada se conserva aún. Razón tenía un autor francés cuando decía: Calomniez, calomniez toujours et encore, il en restera toujours quelque chose. Por eso son tan comunes las prevenciones contra la Sociedad Teosófica y todo cuanto con ella se relaciona, particularmente con sus Fundadores; todo lo falsean y desfiguran, y sólo se fundan en rumores malintencionados.

PREG. Sin embargo, durante los catorce años de existencia que lleva ya la Sociedad habéis debido tener tiempo y oportunidad para presentar vuestra obra, así como a vosotros mismos, bajo el verdadero aspecto.

TEÓS. ¿Cómo y cuándo nos han dado tal oportunidad? Nuestros miembros más distinguidos tenían aversión a todo lo que se pareciese a una justificación pública. Su sistema fue siempre el de “debemos dejarlo correr” y “¿qué importa lo que digan los periódicos o lo que piense la gente?” La Sociedad era demasiado pobre para servirse de oradores públicos, y, por consiguiente, la exposición de nuestras opiniones y doctrinas hubo de limitarse a unas cuantas obras teosóficas que tuvieron éxito, pero que la gente muy a menudo no comprendía o sólo conocía de oídas. Nuestros periódicos han estado y están aún en entredicho; nuestras obras literarias son ignoradas, y hasta la fecha nadie parece estar bien seguro de si los teósofos son una especie de adoradores de la “Serpiente” y del “Demonio” o simplemente “ buddhistas esotéricos” sea cual fuese la significación de este término. Inútil ha sido que un día y otro día, un año tras otro, negásemos todos los cuentos absurdos e inconcebibles que sobre nosotros circulaban; porque apenas había cesado uno, nacía otro de las cenizas del primero, aún más absurdo y peor intencionado. La humana naturaleza está desgraciadamente constituida de tal modo, que el bien que de una persona se dice, se olvida y no se vuelve a repetir. Pero hasta proferir una calumnia o inventar una historia –por absurda, falsa o increíble que sea, con tal que se relacione con un nombre impopular– para que tenga éxito y quede aceptada en adelante como un hecho histórico. Semejante a la calumnia de Don Basilio, surge el rumor al principio ligero, como la suave brisa que nace de donde nadie sabe y que apenas agita la hierba que pisamos; se transforma, en fuerte viento, empieza el temporal y se convierte en furiosa tempestad.

Una calumnia es entre las noticias lo que un octopus entre los peces; se introduce en la mente, se apodera de nuestra memoria, que con ella se alimenta, y deja señales indelebles aun después de haber sido destruida materialmente. Una mentira calumniosa es la única llave maestra capaz de abrir cualquier cerebro; y con seguridad será bien acogida y hallará hospitalidad en toda mente humana, desde la más elevada a la más baja, con tal que no esté algo prevenida, no importando el origen y el motivo, por viles que éstos sean.

PREG. ¿No creéis exagerada vuestra afirmación? Nunca fueron los ingleses precipitados en sus juicios, ni dispuestos a creer lo que dice la gente, y nuestra nación es conocida por su amor proverbial a la lealtad. Una mentira no se sostiene en pie por mucho tiempo y…

TEÓS. Tan dispuesto está el inglés a creer el mal, como un hombre de otra nación cualquiera; porque eso es propio de la naturaleza humana y no cuestión de carácter nacional. En cuanto a las mentiras, si carecen de piernas que las sostengan, según reza el proverbio, tienen alas excesivamente rápidas; pueden volar y vuelan más lejos, y abarcan un círculo mayor que cualquier otra clase de noticias, tanto en Inglaterra como en todas partes. Acordaos de que las mentiras y la calumnia son la única clase de literatura que siempre podemos adquirir gratis, sin pagar suscripción alguna. Podéis hacer el experimento, si lo deseáis. Ya que tanto os interesáis por las cuestiones teosóficas, y que tanto habéis oído acerca de nosotros, ¿queréis dirigirme preguntas acerca de todos aquellos rumores de que podáis acordaros? Yo os contestaré la verdad, nada más que la verdad, sujeta a la más estricta comprobación.

PREG. Antes que pasemos a otro asunto, conozcamos toda la verdad respecto al que ahora nos ocupa. Algunos escritores han tachado a vuestras doctrinas de “inmorales y perniciosas”; otros, fundándose en que muchas de las llamadas “autoridades” y los orientalistas sólo encuentran en las religiones indas el culto sexual en sus varias formas, os acusan de no enseñar otra cosa más que el culto fálico. Dicen que puesto que la Teosofía moderna se relaciona tan íntimamente con el pensamiento oriental y particularmente, hindú, no puede librarse de esta mancha. En algunos casos llegan hasta el punto de acusar a los teósofos europeos de resucitar las prácticas que van unidas a ese culto. ¿Qué hay acerca de esto?

TEÓS. Ya he oído hablar y he leído sobre este punto; y contesto que jamás fue inventada ni propagada calumnia más infundada. Dice un proverbio ruso: “los necios sólo pueden tener sueños necios”. Subleva oír acusaciones tan bajas, lanzadas sin el menor fundamento y debidas a simples deducciones. Preguntad a los centenares de honrados ingleses e inglesas que han sido miembros de la Sociedad Teosófica durante años, si algún precepto inmoral o alguna doctrina perniciosa les fue enseñado jamás. Abrid la Doctrina Secreta, y veréis que en todas sus páginas denuncia a los judíos y otras naciones precisamente a causa de esa devoción a los ritos fálicos, hija de la interpretación de la letra muerta del simbolismo de la naturaleza y de los conceptos groseramente materialistas de su dualismo, en todos los credos exotéricos. Esa incesante y maliciosa desnaturalización tras doctrinas y creencias es verdaderamente deplorable.

PREG. No podéis negar, sin embargo, que existe el elemento fálico en las religiones del Oriente.

TEÓS. No lo niego; pero sólo sostengo que esto no prueba nada, como tampoco lo prueba su presencia en el cristianismo, la religión del Occidente. Leed Los Rosacruces, por Hargrave Jenning, si deseáis cercioraros de ello. El simbolismo fálico es quizás más crudo en el Oriente, porque es más fiel a la Naturaleza o más ingenuo y sincero que en Occidente. Pero no es más licencioso, ni surgiere a la mente oriental las mismas ideas groseras y soeces que a la occidental, con una o dos excepciones quizás, como por ejemplo la vergonzosa secta conocida con el nombre de Maharajá o Vallabhachârya.

PREG. En el periódico El Agnóstico, uno de vuestros acusadores acaba de dar a entender que los discípulos de esa secta ignominiosa son teósofos, y que “pretenden poseer el verdadero conocimiento teosófico”.

TEÓS. Escribió una falsedad, y nada más. Nunca hubo, ni hay en el presente, un solo Vallabhachârva en nuestra Sociedad. En cuanto a su pretensión respecto a conocimientos teosóficos, éste es otro cuento fundado en la ignorancia crasa sobre las sectas hindúes. Su “Maharajá” sólo pretende tener derecho al dinero, a las mujeres y a las hijas de sus necios partidarios: ni más ni menos. Tal secta es despreciada por todos los demás indos. Pero en la Doctrina Secreta veréis que se trata de este asunto extensamente, y os vuelvo a aconsejar acudáis a ella para explicaciones detalladas. En conclusión, os diré que el alma misma de la Teosofía es enemiga implacable del culto fálico; y más aún, que en las doctrinas esotéricas, en la sección oculta o esotérica, se abomina de él. Ahora dirigidme otras preguntas.

 

¿ES LA SOCIEDAD TEOSÓFICA UN NEGOCIO PARA HACER DINERO?

PREG. ¿Han sacado alguno de los dos Fundadores, el Coronel H. S. Olcott o H. P. Blavatsky, dinero, provecho o beneficio mundano, gracias a la Sociedad Teosófica, como dicen algunos periódicos?

TEÓS. Ni un solo penique. Los periódicos mienten. Ambos, al contrario, han dado todo cuanto poseían y se han arruinado completamente. En cuanto a los “beneficios mundanos”, pensad en las calumnias y difamaciones de que han sido objeto, y juzgad vos mismo.

PREG. He leído, sin embargo, en gran número de órganos de los misioneros, que los derechos de entrada y las suscripciones cubrían todos los gastos con creces; y uno de aquellos decía que los Fundadores sacaban 20.000 libras al año.

TEÓS. Ése es un cuento, como tantos otros. En las cuentas publicadas en enero de 1899 hallaréis la cantidad exacta de todo el dinero recibido por cualquier concepto desde 1879. El total recibido por todos los conceptos (derecho de entrada, donaciones, etc.), durante esos diez años, no llega a 6.000 libras; y gran parte de esta suma, producto dé sus recursos privados y de sus trabajos literarios, fue entregada por los mismos Fundadores. Todo esto fue reconocido pública y oficialmente hasta por nuestros enemigos de la Sociedad de Investigaciones Psíquicas. Y ahora encuéntranse ambos Fundadores sin un penique: uno de ellos, demasiado viejo y enfermo para trabajar como lo hacía antes, sin poder dedicar tiempo o entregarse a tarea literaria alguna que pudiese auxiliar con dinero a la Sociedad, sólo escribe en defensa de la causa teosófica; el otro sigue trabajando por ésta como antes, sin que tampoco se los agradezcan.

PREG. Necesitan, sin embargo, dinero para vivir.

TEÓS. De ninguna manera. Contando con el alimento y la habitación, que deben al afecto de unos cuantos amigos, muy poco más necesitan.

PREG. ¿Pero no podrían, madame Blavatsky especialmente, sacar más de lo necesario para vivir por medio de sus escritos?

TEÓS. Cuando se hallaba en la India, recibió, por término medio, unas 1.000 rupias anuales por artículos escritos para periódicos rusos y otros; pero todo lo entregó a la Sociedad.

PREG. ¿Artículos políticos?

TEÓS. Jamás. Todo lo que escribió durante los siete años de su residencia en la India, impreso está. Trata tan sólo de religiones, etnología y costumbres de la India, así como de Teosofía; nunca de política, de la que no entiende y aún menos le importa. Hace dos años, rehusó varios contratos, los cuales en conjunto ascendían a unos 1.200 rublos oro mensuales, pues no podía aceptarlos sin abandonar su trabajo para la Sociedad, la que necesitaba de todo su tiempo y energía. Puede probarlo con documentos en su poder.

PREG. Pero ¿por qué no habían de hacer ambos, ella y el Coronel Olcott, lo que otros hacen, especialmente muchos teósofos; esto es, seguir su profesión respectiva y dedicar el tiempo que les sobra a la labor de la Sociedad?

TEÓS. Porque, sirviendo a dos amos, el trabajo profesional o la obra filantrópica se hubiera resentido. Todo teósofo verdadero está moralmente obligado a sacrificar lo personal a lo impersonal, su bien o provecho presente al beneficio futuro de los demás. ¿Si no dan el ejemplo los Fundadores, quién lo dará?

PREG. ¿Y son muchos los que lo siguen?

TEÓS. Tengo la obligación de contestaros la verdad. En Europa hay en total una media docena, de entre un número mayor de Ramas.

PREG. ¿No es cierto que la Sociedad Teosófica posee un gran capital o dotación propia?

TEÓS. Es falso, porque ninguno lo tiene; y ahora que el derecho de entrada de una libra y el pequeño tributo anual han sido suprimidos no sabemos si el personal que vive en el Centro general de la India se morirá de hambre.

PREG. Entonces ¿por qué no organizáis suscripciones?

TEÓS. No somos el Ejército de Salvación; no podemos mendigar; ni lo hemos hecho jamás, ni hemos seguido nunca el ejemplo de las iglesias y sectas “que recurren a la cuestación”. Lo que se remite ocasionalmente para sostener a la Sociedad, y las pequeñas cantidades con que contribuyen algunos miembros celosos, son todas donaciones voluntarias.

PREG. Pero se habla de grandes sumas entregadas a madame Blavatsky. Se dijo hace unos cuatro años que recibió 5.000 libras esterlinas, entregadas por un miembro joven y rico que fue a la India; y 10.000 libras esterlinas que dio otro caballero americano, rico y conocido, que formaba parte de la Sociedad y murió en Europa hace cuatro años.

TEÓS. Decid a los que tal cosa os han contado, que formulan o repiten una grosera falsedad. Jamás pidió madame Blavatsky UN SOLO PENIQUE a ninguno de esos dos caballeros o lo recibió de ellos ni de nadie, desde que se fundó la Sociedad Teosófica. Que cualquier ser humano trate de sostener esta calumnia, y le ha de ser más fácil probar que el Banco de Inglaterra está en quiebra, que demostrar que dicha fundadora ha sacado dinero de la Teosofía. Estas calumnias fueron inventadas por dos señoras pertenecientes a la aristocracia de Londres, e inmediatamente se descubrieron y refutaron. Son los cadáveres, los esqueletos de dos invenciones que, después de haber sido sepultados en el mar del olvido, una vez más aparecen en la superficie de las aguas estancadas de la maledicencia.

PREG. También oí hablar de varios legados importantes dejados a la Sociedad Teosófica. Uno de éstos (8.000 libras esterlinas aproximadamente) lo dejó un inglés excéntrico que (ni siquiera pertenecía a la Sociedad Teosófica. El otro (3.000 6 4000 libras) fue dejado en testamento por un australiano miembro de la Sociedad. ¿Es esto cierto?

TEÓS. Del primero he oído hablar; y sé también que, dejado legalmente o no, jamás sacó la Sociedad Teosófica provecho alguno de él, ni tuvieron los Fundadores conocimiento oficial del mismo. Porque como entonces no estaba nuestra Sociedad legalmente constituida y por lo tanto no gozaba de existencia legal, la autoridad judicial no tomó en consideración, según nos dijeron, el tal legado, y devolvió la cantidad a los herederos. Esto en cuanto se refiere al primero. Respecto al segundo, es perfectamente cierto. El testador era uno de nuestros miembros más adictos, y dejó todo cuanto poseía a la Sociedad. Pero cuando el Presidente, Coronel Olcott, empezó a estudiar este asunto, vio que el testador tenía hijos a quienes había desheredado por algunas cuestiones de familia. En consecuencia, reunió un consejo y se acordó que rehusaría el legado y sería entregado el dinero a los herederos legales. Indigna del nombre que lleva sería la Sociedad Teosófica si se aprovechase del dinero que pertenece a los demás, si no legalmente, virtualmente al menos, según los principios teosóficos.

PREG. En fin; hay un Rajá de la India, y esto lo digo basándome en la autoridad de vuestro propio periódico, el Theosophist, que hizo donación de 25.000 rupias a la Sociedad. ¿No le disteis las gracias por su magnanimidad en el Theosophist de enero de 1888?

TEÓS. Lo hicimos con estas palabras: “Transmitimos las gracias de la Convención a S. A. el Maharajá… por su generoso regalo prometido de 25.000 rupias a los fondos de la Sociedad”. Las gracias se enviaron a tiempo, pero aun sigue el dinero en estado de “promesa”, y no ha llegado al Centro General.

PREG. Seguramente, si el Maharajá hizo esta promesa, y por ella recibió las gracias públicamente y por impreso, mantendrá su palabra.

TEÓS. Puede que así lo haga, aunque la promesa tiene dieciocho meses de fecha. Hablo del presente y no del futuro.

PREG. Entonces ¿cómo pensáis seguir adelante?

TEÓS. Mientras cuente la Sociedad Teosófica con unos cuantos miembros léales, dispuestos a trabajar por ella sin recompensa ni agradecimiento alguno; mientras unos pocos teósofos sinceros la sostengan con donativos periódicos, vivirá y nada podrá destruirla.

PREG. He oído hablar a muchos teósofos del “poder invisible de la Sociedad”; de ciertos “Mahatmas” mencionados también en las obras de Mr. Sinnet, quienes, según se dice, han fundado la Sociedad, la vigilan y la protegen.

TEÓS. Podéis reíros, pero así es.

 

EL NÚCLEO ACTIVO DE LA SOCIEDAD TEOSÓFICA

PREG. Esas hombres, según he oído, son grandes Adeptos, alquimistas, etc. Si pueden cambiar el plomo en oro y hacer tanto dinero como quieran, además de toda clase de milagros a voluntad, según la obra de Mr. Sinnet, El Mundo Oculto, ¿por qué no os buscan dinero y no miran por el bienestar de los Fundadores y de la Sociedad?

TEÓS. Porque no han fundado un “Club de milagros”. Porque la Sociedad se propone ayudar a los hombres a desarrollar los poderes latentes en ellos, por medio de sus propios esfuerzos y méritos. Porque, sea lo que fuere lo que puedan producir respecto a fenómenos, no son monederos falsos, ni quieren presentar una nueva y poderosísima tentación en el camino de los miembros y candidatos de la Sociedad Teosófica. La Teosofía no se compra. Hasta ahora, durante estos, catorce años transcurridos, ni un solo miembro de los que trabajan ha recibido jamás pago o salario alguno, sea por parte de los Maestros o de la Sociedad.

PREG. ¿Ninguno de vuestros colaboradores cobra sueldo?

TEÓS. Ninguno, hasta ahora. Pero, como todos han de comer y vestirse, aquellos que carecen de medios personales y dedican todo su tiempo a la obra de la Sociedad reciben en el Centro general de Madrás (India) lo requerido para su subsistencia, aunque sus “necesidades” son verdaderamente bien modestas. Ahora que la obra de la Sociedad se ha desarrollado tanto y que sigue extendiéndose (N. B. gracias a las calumnias) en Europa, necesitamos mayor número de trabajadores. Esperamos tener unos cuantos miembros que en adelante serán retribuidos, si es que puede emplearse esta palabra respecto de los casos de que se trata. Porque cada uno de ellos, pronto a dedicar todo su tiempo a la Sociedad, abandona buenas situaciones oficiales y su porvenir, para trabajar por nosotros por menos de la mitad del sueldo que disfrutaba.

PREG. ¿Y quién facilitará los fondos?

TEÓS. Algunos de nuestros asociados que son un poco más ricos que los demás. El hombre capaz de especular con la Teosofía, o de sacar dinero de la misma, sería indigno de permanecer entre nosotros.

PREG. Sin embargo, con vuestros libros, revistas y demás publicaciones sacáis dinero.

TEÓS. Entre las revistas, sólo el Theosophist de Madrás produce utilidad, y ésta ha sido siempre entregada a la Sociedad, como lo demuestran las cuentas publicadas. El Lucifer está absorbiendo dinero lenta pero constantemente, pues no ha logrado cubrir los gastos hasta ahora, debido a la persecución de que es víctima por parte de los piadosos libreros. En Francia, Le Lotus, publicado con los recursos privados, bastante limitados, de un teósofo que le sacrificó todo su tiempo y su trabajo, dejó de existir debido a las mismas causas. Tampoco cubre sus gastos el Path de Nueva York; y la Revue Theosophique de París acaba de salir a luz hace poco, contando con los recursos privados de una señora miembro de la Sociedad. Además, siempre que alguna obra publicada por la Casa Teosófica de Publicaciones de Londres produce algún rendimiento, el producto es entregado a la Sociedad.

PREG. Haced el favor de decirme ahora todo lo que podáis acerca de los Mahatmas. Tantas cosas absurdas y contradictorias se dicen de ellos, que ya no sabe uno qué creer, pues se admiten como opiniones corrientes toda suerte de historias ridículas.

TEÓS. Bien podéis llamarlas ridículas.

          

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TEOSOFIA: Curso de Estudio Introductorio

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Recapitulación


Caminante son tus huellas
el camino nada más;
caminante no hay camino
se hace camino al andar.
Al andar se hace camino
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante, no hay camino
sino estelas sobre el mar.

Red Iberoamericana de la Voluntad al Bien y la Buena Voluntad

Quetzal como representante del puente entre el aguila del norte y el condor del sur. El Quetzal es intercambiable con el símbolo de Quetzalcóatl-Kukulcan, el Avatar de Venus.

 

 

 

2011-02-24